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jueves, 14 de febrero de 2013

EN LA ISLA HAY UN NUEVO EXPERIMENTO EN CAMINO…


El Dr. Moreau los deja salir para observar lo que hacen… y…

Mantener oculto para los de adentro todo lo que afuera suceda es lo más importante, ellos han lidiado con éxito contra la información, así que ahora también lo intentarán.

La táctica siempre fue el destierro, tanto para amigos como para enemigos, por múltiples razones los regresos nunca fueron del todo amables, que lo diga si no Tortoló. Sin embargo, ahora hay un experimento en curso: se le ha permitido a los opositores, hasta donde alcanza la vista, salir de la isla y regresar, cual si no pasara nada, vaya, como si fueran ciudadanos libres.

A estas alturas, ya algunos renombrados opositores tienen el pasaporte, documento que en los países en que se respetan un poquito los derechos, es un instrumento al que tienen acceso todos los ciudadanos, sin ningún asterisco ni cláusula que lo impida.

Hasta donde alcanza mi memoria, todos los presos políticos fueron expulsados del país y quienes regresaron temporalmente lo hicieron bajo la lupa. El caso de Menoyo es aislado, excepcional y confirma la regla. No le ha sido posible a la dictadura tolerar que los cubanos vayan, denuncien, reciban sus premios, cobren sus publicaciones en medios internacionales criticando al régimen y después, tan campantes, regresen a contar cómo fue.

El caso más emblemático que recuerdo de persecución y muerte pública de un ciudadano cubano por hacer declaraciones contrarias al régimen en el extranjero, es el del cantante y compositor Pedro Luis Ferrer. Hace varias décadas, cuando yo aun creía y militaba, me pusieron en las manos una hoja de papel con una diatriba de defunción en la que se culpaba al artista de haber “injuriado a la revolución cubana”. El documento no tenía firma, pero circuló por todas las instituciones del Ministerio de Cultura y a partir de entonces al cantante, cual muerto súbito, no se le volvió a ver en largo tiempo.

Esos han sido los métodos y en realidad no siento que estén dispuestos a cambiarlos. Entiendo que es un paso pragmático, y que están en condiciones de hacer lo mismo de siempre: mantener bajo la lupa, asediar y si fuera el caso, provocar hasta hacer trastabillar a quienes, levantando su voz en el lugar y el momento oportuno, pongan en peligro las manos que sostienen el mango de la sartén.

Mantener oculto para los de adentro todo lo que afuera suceda es lo más importante, ellos han lidiado con éxito contra la información, así que ahora también lo intentarán. Pondrán en el portaobjeto las muestras, cierto que son nuevas muestras, pero con el viejo andamiaje aislarán, clasificarán, identificarán y concluirán.

Es un reto que asume el régimen y lo hacen con un resguardo, entiendo que como siempre, lo han tomado porque tienen en ristre la respuesta rápida que han utilizado contra otros grupos opositores residentes en el exterior. Ya deben tener en medio mundo a sus muchachos esperando a que lleguen los viajeros para levantar sus carteles de protesta, o peor aun, usar su extenso arsenal, que incluye desde minas orales de inocuas salvas, hasta letales zancadillas.

Unas serán colocadas en la ida y otras tantas, según hayan sido los comportamientos y sus consecuencias, a la vuelta. Nada sucederá en voz alta, así que habrá que estar muy atentos a lo que pudiera resultar de este nuevo experimento, en el que sin dudas, todos los muchachos del "aparataje" estarán a una para cuidar que, pase lo que pase, el mango de la sartén no pase a otras manos.

La oposición tiene el reto de hacer un uso inteligente de esta oportunidad, debe tratar de unir fuerzas, tocar los resortes más importantes y propiciar con estos viajes, antes que los vuelvan a eliminar, llevar a la opinión pública internacional un mensaje contundente, que derrumbe la cortina que oculta la lamentable realidad cubana. En la isla hay un nuevo experimento en camino, y, como todos los demás, es imposible saber cuáles serán sus resultados.

miércoles, 6 de febrero de 2013

ALGO MÁS DESPUÉS DE LA MÚSICA. Gustavo Dudamel en Santo Domingo


Un ensayo de la Orquesta Simón Bolívar, dirigida por Gustavo Dudamel

Esta orquesta tiene un valor agregado que ninguna en el mundo puede exhibir: un "teamwork" inaudito.

Santo Domingo 05.02.13 Sala Carlos Piantini, del Teatro Eduardo Brito. En realidad -después de tocar durante tantos años en orquestas sinfónicas, haber realizado tantos ensayos y haber visto pasar por delante de mi a tantos directores-, asistir al ensayo de la Orquesta Simón Bolívar, con Dudamel en el podio, me provocó infinitas sensaciones, muchas no las puedo describir aquí, pero una de ellas fue la negación... "¡No puede ser que suenen mejor que en los discos!".

Por otra parte, la mística del ensayo es algo que nunca había visto... pero claro, tiene que ser nunca vista, porque la gran mayoría de estos músicos creció, desde la más tierna infancia hasta la adolescencia, tocando juntos, conociéndose, enfrentando la vida con la música por delante y enfrentándose todos como equipo a un trabajo que después de varios años se convirtió en algo tan natural como lo que se escucha y se ve en estos ensayos.

Esta orquesta tiene un valor agregado que ninguna en el mundo puede exhibir: un "teamwork" inaudito, de convivencias y complicidades añejas, de triunfos y calamidades compartidas, de amores y desamores que entretejen sus personalidades, ellos tienen una complicidad ante el hecho artístico, todos son protagonistas de un suceso que después de muchos años de trabajo les ha puesto en la mira del público en más de medio mundo y eso los compromete.

Quizás esta sea una percepción poco objetiva, porque no fue más que un ensayo... pero cuando uno lleva más de cuatro décadas tocando con orquestas sinfónicas dirigidas por Maestros de muy variopintos objetivos y capacidades artísticas, asistir a un ensayo de la Orquesta Simón Bolívar es toda una revelación: “Existe algo más después de la música”.

Post scríptum: Para unir en el espíritu de la música a centenares de ángeles como estos, no basta con el voluntarismo, ni con políticas tradicionales o populistas, ni con aportaciones millonarias del sector privado. Para alcanzar resultados como estos hay que trabajar durante décadas, no hay manera de llegar hasta ahí con esfuerzos intermitentes, pretendiendo pavonearse ante la opinión pública a través de eventos espasmódicos, discontinuos, sin método y sin una sustentación pedagógica perseverante.

Solamente la inversión en instrumentos arroja cifras que pudieran constituir un obstáculo insalvable, para quienes pretendan tomar las experiencias y alcanzar los lauros del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, creado por José Antonio Abreu en 1975.Tan solo ver los 12 contrabajos de primera calidad que porta esta orquesta es una muestra de la inversión millonaria y a largo plazo que significa la creación de un sistema como este.

Si bien es cierto que los primeros núcleos pueden comenzar con instrumentos de muy bajo costo, apropiados a las necesidades de los principiantes, los escalones superiores van necesitando más y mejores instrumentos, como los que exhibe esta institución, una de las más representativas del sistema.

Quienes pretendan tomar experiencias de este sistema, deben tomar en cuenta que es necesario, además de un sólido poder económico, tener una lúcida metodología pedagógica, administrativa y publicitaria. Para tratar de seguir los pasos de este sistema e involucrar a miles de jóvenes en una labor como esta, el camino es claro, pero muy empedrado.

Fotos del ensayo. 

Conciertos en Santo Domingo.