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domingo, 20 de octubre de 2013

OFERTA, DEMANDA, PRECIO, COSTO Y GANANCIA

En Cuba, una de las economías más pobres del mundo, el dólar y el Euro valen menos que el CUC, una moneda ficticia, sin el menor respaldo en divisas y que, fuera de Cuba, no sirve para nada.

El cuento del “propista” y los cambios en Cuba

Jugar con la cadena y dejar al mono tranquilo, andar por las ramas, evadir las verdaderas causas de los conflictos sociales, económicos y políticos, y no denunciar a los culpables de los desastres se ha convertido en Cuba en una filosofía de vida que entre otras aberraciones ha provocado la doble moral que desmorona a la sociedad cubana en nuestros días, ha entronizado la cautela y la autocensura como mecanismos del instinto de conservación.

Así lo puedo percibir, por ejemplo, en los comentarios de los participantes en El Segundo Congreso de la Asociación Hermanos Saiz, la Mesa Redonda dedicada a la reestructuración de la Enseñanza Artística Profesional y en las infinitas quejas de la población por los precios de los productos agrícolas.

Nadie menciona públicamente -o al menos ningún medio es capaz de reproducirlo-, que la causa fundamental que desquicia toda actividad son los paupérrimos salarios en la isla y la incapacidad del llamado Estado, que monopoliza todas las actividades económicas, para realizar un reajuste salarial que ponga a los ciudadanos en condiciones de enfrentar los precios reales de los productos que componen su canasta familiar y realizar con mayor eficiencia su labor y producir riquezas como empleados públicos, cooperativistas o cuenta propistas.

Por ninguna parte se ha mencionado, durante los últimos 54 años, que el desastre original está en la abolición de la propiedad privada y la implantación en su lugar de sistemas económicos fallidos, todo lo cual fue idea única y exclusiva del ex máximo líder Fidel Castro y que, como despeñándose por un barranco, sobrelleva su hermano como parte de la herencia del poder.

En las reuniones oficiales a nadie se le ocurre exigir una reforma o reajuste salarial al llamado Estado Cubano que monopoliza vidas y haciendas, sino que se demoniza por todos los medios a los productores, a los empleados, a los burócratas, a los ciudadanos o a cualquier otra figura, quienes en todo caso son víctimas también del naufragio, porque ellos igual que toda la población pagan en la llamada “moneda convertible” o CUC y cobran el monto sustancial de sus salarios en pesos cubanos o CUP, y, como si fuera poco, ese llamado CUC se compra y se vende oficialmente a precios irracionalmente ficticios, acomodados para suplir con impuestos la ineficiencia económica del sistema. En Cuba, una de las economías más pobres del mundo, el dólar y el Euro valen menos que el CUC, una moneda ficticia, sin el menor respaldo en divisas y que, fuera de Cuba, no sirve para nada.

A nadie se le ocurre, por instinto de conservación, exigirle a Raúl Castro que decrete un reajuste salarial general y que desaparezca una de las dos monedas que circulan en la actualidad, a nadie se le ocurre exigir públicamente que los salarios sean pagados en CUC, la moneda en que los ciudadanos están obligados a pagar la canasta familiar real.

A nadie se lo ocurre exigirle a Raúl Castro que propicie la inversión en el país de los cubanos residentes en el extranjero. Nadie ha sido capaz de exigirle públicamente que contribuya con la conformación de un Estado de Derecho que asegure la inversión tanto de nacionales como extranjeros. Nadie, fuera de la oposición estigmatizada, perseguida, aislada y no reconocida, se atreve a jugar con el mono.

A nadie se le ocurre denunciar en esas reuniones oficiales, en las que se pregonan con obstinación los cambios, que los salarios en Cuba están por debajo del nivel de pobreza, puesto que la gran mayoría de los empleados y pensionados ganan menos de un dólar diario, es decir, menos de 25 pesos cubanos al día. A nadie se le ocurre exigir, por temor a ser tildado de “contrarrevolucionario”, que el salario mínimo sea por lo menos de 700 pesos cubanos, unos 28 CUC mensuales.

Nadie ha sido capaz, por instinto de conservación, de exigirle a Raúl Castro, como máximo responsable de todo lo que sucede en Cuba, que no trastabille más en los mal llamados cambios, tal como ha sucedido con el recién denegado permiso para importar y vender ropa por emprendedores privados, un negocio que estaba en pleno auge y que tendrá que continuar como estuvo siempre, clandestino, porque el máximo responsable del llamado Estado Cubano, Raúl Castro, es intocable de toda "intocabilidad" y donde dijo “digo” dice “Diego” y aquí no ha pasado nada, porque, por instinto de conservación, quienes participan en esas reuniones oficiales no se atreven a jugar con el mono, porque conocen de primera mano que la multiplicación por cero existe en Cuba desde hace más de medio siglo, porque saben que el costo de enfrentar la verdad siempre es superior a las ganancias.