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lunes, 23 de septiembre de 2019

LA VIOLENCIA NO TIENE GÉNERO

Aislar la violencia y enfocarla solamente en la que ejerce un hombre contra una mujer es banalizar la tragedia que significa la violencia en todas sus dimensiones, acusar al varón como el único actor en el drama social que provoca la violencia inocula en la pareja heterosexual el veneno del sexo como tabú, idea que nos retrotrae a épocas pasadas en las que imperó el obscurantismo. 

El pasado 18 de septiembre la politóloga Rosario Espinal publicó un artículo titulado La inseguridad de las mujeres, en el que afirma lo siguiente:

«Desde muy jóvenes los varones aprenden a ejercer el poder en la búsqueda de pareja íntima. El varón es quien propone a la mujer. Esto requiera arrojo y energía, voluntad y acción. La hembra debe ser pasiva y receptora de la propuesta». 

Como no estoy de acuerdo con esa afirmación decidí dejar mi comentario en su blog, y ahora, ese mismo comentario, con los entalles de lugar, lo subo a este vagón del El Tren de Yaguaramas. 

El varón no aprende a ejercer el poder en la pareja, esta es una generalización desafortunada. Estas conductas violentas e impositivas a las que hace referencia la autora, utilizando la palabra poder, han sido condenadas por todas las culturas occidentales, tanto por la iglesia, como por los conglomerados humanos, en los que la conquista de la mujer por parte del hombre -y también viceversa-, se ha convertido en un arte amatorio. No solamente los manuales de conducta y de etiqueta y protocolo, sino también la poesía, la canción y las artes incitan a que el cortejo a la persona que se pretende como pareja íntima se haga de la manera más amorosa posible. El hombre enamorado no es un gladiador en el circo, no lo es en la gran mayoría de los casos en los que se unen en pareja un hombre y una mujer con la intención de procrear, gracias a eso la especie se multiplica y las ciudades, como Santo Domingo, se mantienen súper pobladas.

La violencia, que existe y se trata de colocar en primer plano, no es lo característico de la pareja heterosexual ni de grupos humanos educados y cultos sino la excepción. Aprenden a arrebatar la prenda deseada sin miramientos y utilizando si es necesario la violencia y la extorsión, los varones y las hembras que se han educado en ambientes marginales, así que por supuesto, en países de muy bajo nivel de instrucción, de profunda impunidad y falta de educación, las conductas impropias y violentas deben ser más numerosas.

Pero aquí debo hacer una observación, en la República Dominicana, según las estadísticas oficiales, de los más de mil homicidios anuales que aproximadamente se comenten, solo unas 100 víctimas son mujeres, la diferencia, que es exponencial, son hombres. ONE

Por lo tanto, hacerse a la idea de que la norma es que «los varones aprenden a ejercer el poder en la búsqueda de pareja íntima» es tan relativo, que no resiste una prueba seria. En la actualidad, gracias a todos esos espacios que por sus capacidades han ido ocupando las mujeres, la iniciativa no siempre es del hombre, no siempre el poder económico, que es otra cosa, lo tiene el hombre, así que no es la idea de poder lo que la cultura occidental transmite al varón y la pasividad a la hembra, la norma es el intercambio de señales amatorias para conformar la pareja íntima y procrear. 

Demonizar al hombre y a través de él la sexualidad en pareja heterosexual atenta contra la familia, que es el núcleo central de la sociedad, si se agrede a la familia capaz de procrear se desarticula la pieza fundamental de la sociedad, en la que está implicada la perpetuidad de la especie. Aislar la violencia y enfocarla solamente en la que ejerce un hombre contra una mujer es banalizar la tragedia que significa la violencia en todas sus dimensiones, acusar al varón como el único actor en el drama social que provoca la violencia inocula en la pareja heterosexual el veneno del sexo como tabú, idea que nos retrotrae a épocas pasadas en las que imperó el obscurantismo. 

Ni el varón es el arma ni la mujer es la diana, porque la violencia no tiene género, afecta a la sociedad en su conjunto y si no se le apunta bien, la tendremos entre nosotros por largo tiempo. El arma ha de ser la sociedad y la diana la violencia en todas sus dimensiones. Ojalá que así sea.



martes, 17 de septiembre de 2019

JACINTO GIMBERNARD


Jacinto Gimbernard (1931-2017)

El siglo XX dominicano. Los 100 Músicos del Siglo

Jacinto Carlos Gimbernard Pellerano nació en Santo Domingo, el 17 de septiembre de 1931, y a la edad de 6 años comenzó sus estudios musicales con el profesor alemán Willy Kleimberg, los que continuó después con el dominicano Ernesto Leroux y el italiano Danilo Belardinelli, aunque siempre se mantuvo bajo la supervisión de su padre, Bienvernido Gimbernard, hombre versado en las artes por tradición familiar.

Poco antes de cumplir los trece años de edad, Jacinto fue admitido en la Orquesta Sinfónica Nacional, donde ocupó un puesto en los segundos violines. En esa sección alcanzó a desempeñarse en el atril principal y poco después fue promovido a los primeros violines. Finalmente ocupó la posición de concertino, plaza en la que se desempeñó por más de treinta años.

Al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional ha actuado como solista e interpretado los conciertos de Lalo, Glazunov, La Rosa, Mozart, Tchaikovsky, Beethoven, Bach y Max Bruch. También lo ha hecho con disímiles agrupaciones de cámara. Su presencia como solista fue requerida en la inauguración del Auditorio del Palacio de Bellas Artes, ocasión en la que interpretó el Concierto en re para violín y orquesta, de Beethoven. También en otro memorable evento, la inauguración del Teatro Nacional, el Maestro Gimbernard fue invitado para presentarse como solista. En aquella oportunidad interpretó el Poema de Ernest Chousson para violín y orquesta. En 1980 el Maestro Gimbernard fue nombrado en el cargo de director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, función en la que se desempeñó hasta 1984.

Sus presentaciones se han extendido más allá de las fronteras dominicanas. Francia, Alemania, Estados Unidos, Puerto Rico y El Salvador han sido algunos de los países donde ha actuado como solista o director.

Durante años hizo los comentarios didácticos acerca de las obras musicales para la emisora Clásica Radio. También ha realizado una ardua labor pedagógica, tanto en el Conservatorio Nacional de Música, como en el campo de la historiografía. Su Historia de Santo Domingo se mantuvo como texto para la escuela secundaria durante años en la República Dominicana.

El Maestro Gimbernard falleció en la ciudad de Santo Domingo, el 24 de mayo de 2017.

Tomado del libro Los 100 Músicos del Siglo. Elaborado por AGS para la editora Caña Brava en el año 2000


jueves, 5 de septiembre de 2019

VICENTE GRISOLÍA

Vicente Grisolía (1924-

El siglo XX dominicano. Los 100 Músicos del Siglo

Vicente Grisolía Poloney nació en Puerto Plata, el día 5 del mes de septiembre de 1924. A muy temprana edad comenzó sus estudios musicales y fueron sus profesores Alicia Menard y Enriqueta Zafra. Emigrado a la capital del país, continuó enriqueciendo sus conocimientos pianísticos en el Conservartorio Nacional de Música, con la profesora Paula Marx de Abraham, quien le preparó para que poco después, en Roma, Italia, tomara clases con el profesor alemán Arnaldi. El camino del aprendizaje y la práctica musical le llevaron luego a New York, para perfeccionar sus conocimientos, y allí fue pupilo de Madame Hedwig Rosenthal. En aquella misma ciudad se presentó como solista en el Carnegie Recital Hall y en la sala Stenway. Luego sus presentaciones se extendieron a Puerto Rico, donde se presentó en un canal de televisión y en la Universidad de Mayagüez.

Se ha presentado como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional y en esas ocasiones ha interpretado obras de Chopin, Lizt y Beethoven. Por muchos años, junto al violinista Jacinto Gimbernard, presentó el programa televisivo Música de los Grandes Maestros.

El Maestro Grisolía ha desempeñado el magisterio por muchos años en el Conservatorio Nacional de Música, donde ha sido mentor de varias generaciones de pianistas. También durante largo tiempo acompañó a los más destacados cantantes dominicanos y extranjeros que se presentaron en el país. Junto a Elila Mena formó, por cuatro años, un exitoso dúo que se ocupó fundamentalmente de divulgar la música de los compositores nacionales, lo que dejó para la posteridad, como fruto de aquel trabajo, un álbum dedicado a las obras de Luis Rivera.

El Maestro Grisolía falleció en Santo Domingo, el día 15 de junio de 2011.

Tomado del libro Los 100 Músicos del Siglo. Elaborado por AGS para la editora Caña Brava en el año 2000.