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viernes, 7 de mayo de 2010

LA DEFINICIÓN CIENTÍFICA DE VIDA HUMANA Y EL DERECHO A LA INTERRUPCIÓN DEL EMBARAZO.


Las religiones, a través del dogma de la fe, tratan de dar respuestas a todo lo que la ciencia no llega a comprender. De tal modo, a través de la Historia, la razón científica ha sido sustituida por el dogma de las religiones.

Hoy nos parece increíble la Inquisición, que persiguió y llevó al suplicio a cientos de individuos por sus ideas preclaras; entre ellos, Galileo Galilei, quien salvó la piel porque se retractó públicamente de sus descubrimientos científicos que demostraban el movimiento de la Tierra alrededor del sol.

Hoy las religiones han tenido que admitir lo que es evidente para todos, negar que la tierra es redonda y se mueve sería ridículo en una era que las tecnologías han permitido democratizar la educación de manera inimaginable en la Edad Media; sin embargo, aun quedan preguntas cuyas respuestas científicas no están listas o no reciben la suficiente difusión, y es por esos resquicios que la religión responde con sus argumentos.

El derecho a la interrupción del embarazo lleva, ineludiblemente, una definición científica del concepto de Vida Humana. No es posible que quienes se parcializan a favor o en contra de la Ley que permite la interrupción del embarazo, carezcan de una definición, científicamente comprobada, que sostenga cuando comienza la vida de los seres humanos y las células dejan de ser un embrión.

No es, porque nunca lo ha sido, la religión la más lúcida y autorizada para definir las normas de la razón, es el Dogma de la fe su esencia, es el cuido de las almas su misión. Sin embargo, en todo el proceso legislativo que puso de frente en la República Dominicana a partidarios y detractores de la Ley que posibilitaría la interrupción del embarazo, no hubo un contundente estudio científico que demostrara a la opinión pública de manera amplia y democrática, la diferencia entre Embrión y Vida Humana, lamentablemente, como siempre, se movieron intereses de otro tipo.

Tampoco las religiones se han hecho cargo de las consecuencias de los embarazos no deseados, ni de los millones de niños que vienen al mundo a pasar las más terribles humillaciones y sufrimientos, nadie ha dado cobijo a las familias disfuncionales que reciben criaturas que no pueden atender adecuadamente.

Es posible que, al igual que con la redondez de la Tierra, algún día el concepto de Vida Humana sea tan conocido por todos que la interrupción del embarazo sea un derecho pleno de quien cargue el embrión en sus entrañas, asistida por supuesto por un científico experto, quien diagnosticará certeramente cuándo, cómo y dónde se debería realizar el procedimiento.

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