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miércoles, 24 de octubre de 2012

Y AHORA EL ROBO DE CEREBROS, LA CRISIS FINAL DEL CAPITALISMO Y OTROS APLAUSOS A LA LEY DE LA BUENA PIPA REFORMADA


Una descarga acerca de algunos números clásicos del circo cubano

El cuento del robo de cerebros es otro más de las mil y una noches cubanas, y ahora aparece como uno de tantos impedimentos para obtener el pasaporte.

Los profesionales cubanos desde el mismo enero del 59 comenzaron a quedar desempleados, porque los rebeldes y los confiables de Fidel Castro ocuparon todos los cargos importantes, incluso siendo muchos de ellos analfabetas. Con el correr de los años nunca hubo pleno empleo para nadie, e incluso se llegó a penalizar el pluriempleo, porque según decían no se podían acaparar puestos de trabajo. Pero por otra parte, los miles de profesionales que son vendidos por el régimen a decenas de países como fuerza de trabajo calificada y a quienes se les pagan salarios de miseria, están en su gran mayoría subempleados en Cuba, por eso se los llevan al extranjero, para evitar conflictos sociales en la ínsula y recaudar algunos dineros en moneda dura.

El caso de los profesionales de la educación artística y los artistas es el caso quizás menos publicitado pero probablemente el sector profesional más vendido por la dictadura cubana -en franca competencia con los profesionales de la salud-, y por supuesto que el vendedor y el producto, saben que existe un alto porcentaje de probabilidades de que ese cerebro no regrese más a la isla, lo cual en realidad es un alivio para el desvencijado mercado laboral cubano.

El cuento del robo de cerebros es otro más de las mil y una noches cubanas, y ahora aparece como uno de tantos impedimentos para obtener el pasaporte, documento que sustituirá como nuevo permiso azul al ya derogado permiso blanco. Es una vergüenza que a estas alturas traten de profanar nuestra inteligencia contándonos historias tan poco serias. Nadie roba cerebros, esa es otra de tantas supercherías para confundir cuando no hay argumentos razonables que exponer. Vivimos en un mundo abierto, con un mercado laboral internacional y cada cual emigra a donde encuentra un mejor empleo, sea en Jamaica o en Japón, en Santo Domingo, Tepito o en la Conchinchina.

Tampoco es cierto que los cubanos le debamos fidelidad al régimen porque este nos dio la educación “gratuita”, esa es otra superchería, otro timo, porque esa educación no fue elegida por nosotros, sino impuesta por la dictadura para adoctrinarnos e inocularnos la mansedumbre ante sus dictados.

No tenemos ninguna deuda con la dictadura porque aquella nos haya obligado a estudiar en las únicas escuelas que ellos permitieron en la isla, dejando a nuestros padres sin la menor potestad para decidir el tipo de educación que querían para sus hijos. Ningún profesional graduado en Cuba después de 1968 tuvo la posibilidad de elegir entre la educación gratuita o pagada, porque esta última fue abolida junto con la propiedad privada, así que quienes nos obligaron a recibir una educación que no elegimos, no tienen ningún derecho a exigirnos nada, estamos exentos de toda obligación con quienes pasaron por encima de las voluntades de nuestros padres, al dejarlos desprovistos de la posibilidad de elegir.

Por otra parte, es penoso el empeño de algunas personas en tratar de subrayar los males ajenos para consuelo de los males propios. He visto comentarios que tratando de aplaudir la Ley migratoria reformada aseguran que en otros países es tan difícil como en Cuba obtener un pasaporte, algo que es completamente falso. En la República Dominicana, por ejemplo, un dominicano mayor de edad para obtener un pasaporte solo tiene que presentar una certificación de nacimiento, dos fotos, la Cédula de Identidad y Electoral y una copia de esta y un recibo de pago por valor del costo de la libreta, y eso es todo. Y es así porque en la República Dominicana, como en todos los países democráticos, la obtención de un pasaporte es un derecho de todos los ciudadanos y no como en Cuba -y como lo fue en la República Dominicana durante la Era de Trujillo-, una prerrogativa o privilegio que “otorga una autoridad competente” a quien le ríe la gracia.

También desde la claque le hacen carantoñas al capitalismo, contraponiendo sus males a las bondades del castrismo, siendo esto una aberración mayúscula porque una cosa nada tiene que ver con la otra, el capitalismo es un sistema y el castrismo una dictadura, una vieja coqueta que lo mismo le lanza miradas enternecidas a Mao, a Stalin o a Keynes, una vieja  dama indigna a la que le da lo mismo ocho que ochenta siempre que el poder no se le escape de las manos.

Por su parte el capitalismo como sistema siempre estará estremeciéndose, porque esos estertores forman parte de su esencia, los conflictos son como las fiebres que lo inmunizan contra lo que no funciona, así nació hace más de tres siglos y así se mantiene a pesar de que Carlos Marx y Federico Engels vaticinaron su muerte hace ya más de cien años… y quizás usted lo haya podido ver de cerca, muchos de los castristas que viven en el capitalismo, se han enriquecido nada más y nada menos que como testaferros del régimen y aunque algunos también aborrecen y maldicen el maldito capitalismo, facturan y envían miles de millones de dólares que oxigenan lo que verdaderamente está en fase terminal: el castrismo.

Pero mirando la historia se ve claramente cómo el capitalismo sale fortalecido económicamente de cada conflicto y sobre todo los ciudadanos terminan siendo más libres, justamente porque el sistema se asienta en los seres humanos libres, son la fuerza que lo mueve, y cuando el sistema se vuelve contra esos seres humanos libres, el mismo sistema les abre las puertas para que derriben todo lo que sea necesario derribar y la producción de capitales no se detenga nunca.

Nadie roba lo que no puede ser de nadie, y los hombres no le pertenecen a ningún estado o dictadura, los hombres tienen derecho a su libre albedrío y en todo caso, quienes quieran utilizar sus talentos tienen el deber de darles en pago el bienestar y la libertad que esos talentos se merecen, quien no pueda pagarlos que se olvide de ellos y no pretenda retenerlos por la fuerza.

domingo, 21 de octubre de 2012

AVANCEN HACIA ATRÁS POR FAVOR


El sueño se hace a mano y sin permiso. Silvio Rodríguez

Los cambios en Cuba
Si fingen el cambio es porque en última instancia reconocen que lo hecho está errado, o que por lo menos no es conveniente, o que es políticamente incorrecto ante el concierto de las naciones insistir a gritos en sus intransigentes órdenes de apretar los grilletes.

Cuando han volado en todas direcciones las palomas salidas de la chistera con la última de las buenas nuevas: esa de las Reformas Migratorias en Cuba, vistas las reacciones en los rostros de aquí, allá y acullá, y leídos algunos artículos de quienes de manera sagaz siguen la actualidad de la isla, no se me ocurre nada nuevo: El dictador sigue en sus trece, y como siempre quienes no están con Él contra Él están, nada de matices, nos mantienen impuesto el ir en dos bandos; sin embargo, a pesar de que son ya demasiados los artículos que he escrito asegurando que en Cuba nada cambiará mientras quienes la devastaron permanezcan en el poder, y así lo sostengo, al parecer, visto y leído el documento con categoría de Ley reformada que el próximo enero de 2013 cambiará el modo y la proporción en la que los ciudadanos cubanos recibirán sus “dosis de libertad controlada”, y vistos y conocidos algunos de los empujoncitos que desde todas direcciones ha recibido Él para que afloje o al menos haga algún "chenche", creo haber descubierto que, además de los cambios provocados por Natura, se pueden apreciar otros que tienen que ver con lo que sucede de las costas de la ínsula hacia afuera.

Me refiero a que esta marejada de simulados cambios en múltiples direcciones, publicitados hasta la saciedad en los momentos y lugares más oportunos, significan que al menos Él ha reconocido que sus magias ya no son del agrado del Gran Público, y que de su chistera no pueden salir, como en otros tiempos, consignas demoledoras como aquellas de “que se vaya la escoria” o la sangrienta “hemos fusilado y seguiremos fusilando”, o la ensordecedora y escalofriante “patria o muerte”. Y para que la claque incondicional le siga celebrando, es necesario servirle algo a cambio, y una gran simulación es lo máximo, los deleita y hace aplaudir hasta rabiar, los hace apalancar remesas sin fin; entonces, Él piensa: “Vale la pena el chenche”.

Si finge el cambio, si comete fraude es porque en última instancia reconoce que lo hecho está errado, o que por lo menos no es conveniente, o que es políticamente incorrecto ante el concierto de las naciones insistir a gritos en sus intransigentes órdenes de apretar los grilletes. Pero todos los simulacros, todos los cambios de escenografía tienen múltiples dobleces, insinceridades, son hipócritas, y es por eso que las libertades ciudadanas no están en el centro de ninguno de los pasitos de avance hacia atrás -como si anduvieran en una guagua repleta de pasajeros agolpados en un pasillo que va de la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio-, y ninguna movida de las que con tanta efectividad política y buen marketing salieron de su chistera han proporcionado a los ciudadanos cubanos ni una pizca de independencia o un aflojar del bocado.

Allá en la guagua, que es como un caimán largo y verde, continúan los atropellos, los encarcelamientos exprés -en el mejor estilo de los cárteles o las narco-guerrillas-, continúan los actos de repudio, que aunque ya no están en las primeras planas sí están en las calles de los opositores para denigrarlos, coartarlos y mutilarlos moralmente.

Este nuevo acto, que ya ha concitado aplausos y rechiflas, es otro adiós, otro episodio de conservación, una rutina más de conejos aparecidos, otra prestidigitación para seguir bloqueando el paso de la razón sobre el poder. En este nuevo número del largo espectáculo, el dictador y sus usufructuarios saben que avanzan hacia atrás buscando la salida de un autobús que nunca se detendrá, y que les dejará sobre la marcha. El asunto ahora es acomodar la salida, y para eso el gran comediante amolda las ilusiones con las que pretende arrebatar aplausos y remesas, aplausos y remesas que a su vez intenta transmutar en un chorro de agua limpia para asearse el rostro y pagar más tiempo en el poder. Nada más.


NOTA: La Ley modificada establece en su Artículo 23 más limitaciones para la solicitud del pasaporte que las establecidas anteriormente para la obtención de la tarjeta blanca o permiso de salida, con lo que simplemente se CAMBIA EL COLOR DEL PERMISO, si hasta ahora ha sido una tarjeta blanca, a partir de enero será un pasaporte azul, al que se tendrá acceso solamente “cuando lo determinen las autoridades facultadas”. El mismo perro con el mismo collar.

“Artículo 23: Los ciudadanos cubanos residentes en el territorio nacional no pueden obtener pasaporte corriente mientras se encuentren comprendidos en alguno de los supuestos siguientes:

a) Estar sujeto a proceso penal, siempre que haya sido dispuesto por las autoridades correspondientes.

b) Tener pendiente el cumplimiento de una sanción penal o medida de seguridad, excepto en los casos que se autorice de forma expresa por el tribunal.

c) Encontrarse sujeto al cumplimiento de las disposiciones sobre la prestación del Servicio Militar.

d) Cuando razones de Defensa y Seguridad Nacional así lo aconsejen.

e) Tener obligaciones con el Estado cubano o responsabilidad civil, siempre que hayan sido dispuestas expresamente por las autoridades correspondientes.

f) Carecer de la autorización establecida, en virtud de las normas dirigidas a preservar la fuerza de trabajo calificada para el desarrollo económico, social y científico-técnico del país, así como para la seguridad y protección de la información oficial.

g) Los menores de edad o incapaces que no cuenten con la autorización de los padres o representantes legales, formalizada ante Notario Público.

h) Cuando por otras razones de interés público, lo determinen las autoridades facultadas.

i) Incumpla los requisitos exigidos en la Ley de Migración, su Reglamento y en las disposiciones complementarias relacionadas con la solicitud, emisión y otorgamiento de pasaportes.



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sábado, 13 de octubre de 2012

“NADIE SABE EL PASADO QUE LE ESPERA” (*)


Una descarga sobre el derecho a la información

Las siete llaves con las que se guardan en Cuba las verdades que buena parte del mundo conoce, ofenden a quienes -al zafarse de aquella película que aparenta no tener fin-, acceden a la información y descubren que, como dice un sabio músico cubano: “nadie sabe el pasado que le espera”.


Como los cuentos cubanos se parecen a los ragas de la india, por aquello de que hay uno para cada ocasión, y encima de eso improvisar sobre el tema no solamente es permitido sino herramienta indispensable, pues hice una búsqueda en mi memoria para encontrar alguno capaz de ilustrar la desinformación añeja de un individuo, en este caso la desinformación de nosotros los cubanos, y encontré, en ese arsenal de hilaridades con moraleja, este que viene como anillo al dedo:

“Resulta que un tipo ha sido detenido por la policía en La Habana, y se le acusa de escándalo público y agresión a un ciudadano extranjero. Estando ya en la PNR –que así le dicen en la isla a la estación o destacamento de la policía-, el agresor, junto al agredido describe a su manera los hechos, mientras un oficial hace como que le escucha y otro levanta el acta tecleando en una máquina de escribir que se desgañita por falta de lubricación entre sus metales.

“Ninguno de los dos policías estaba muy atento a la historia del indisciplinado social, pero hubo un momento, quizás el verdadero clímax del altercado, en el que la máquina dejó de sonar y el oficial encargado del caso dejó de leer el periódico o lo que fuera que estaba leyendo y ambos policías, al unísono, exclamaron: 

-       ¿¿¿¿¡¡¡¡Coooomo!!!!????

A lo que el detenido respondió en una sola ráfaga:

-       He dicho que le caí a piñazos a este gallego porque ellos vinieron aquí y acabaron con los aborígenes a sangre y fuego.

A lo que el mecanógrafo respondió:

-       ¡Compadre, pero eso sucedió hace quinientos años!

-       ¡Sí, pero yo me enteré anoche! -respondió el tipo-.

Así, como quien se enteró quinientos años después de la violencia con que se realizó la conquista y colonización de América, nos vamos enterando los cubanos, de tarde en tarde como aquel que dice, de los horrores y la violencia conque se ha impuesto en Cuba, durante más de medio siglo, esa aparente calma chicha que se respira en lo que va quedando de la isla.

Las siete llaves con las que se guardan en Cuba las verdades que buena parte del mundo conoce, ofenden a quienes -al zafarse de aquella película que aparenta no tener fin-, acceden a la información y descubren que, como dice un sabio músico cubano: “nadie sabe el pasado que le espera”.

No es fácil poder comprender que mientras el mundo de los 60´s seguía su curso cual si no pasara nada, los paredones en las fortalezas cubanas amanecían cada día bañados de sangre, y el representante de Cuba ante las Naciones Unidas reclamaba el derecho a seguir fusilando, y que hasta hoy, por un disentir, continúa el segar de vidas al por mayor y al detalle.

Es catártico leer, que Delio Gómez Ochoa, fiel castrista hasta hoy, guerrillero de la Sierra Maestra y Heroe de la República Dominicana por su participación en la expedición del 14 de junio de 1959, que tenía como objetivo instalar una guerrilla en la Cordillera Central dominicana y derrocar al tirano Leónidas Trujillo, escriba, así como lo más natural del mundo que:

El secreto de las expediciones patrióticas a la República Dominicana es un cofre tan seguro que hoy los cubanos no conocen de aquellos hechos. (“La victoria de los caídos”, de Delio Gómez Ochoa. Pág. 318, 2ª edición, Santo Domingo, 1998)

Que además, nos cuente su viaje a Caracas, durante los primeros meses del año 59, donde llevaba la encomienda de Fidel Castro de recoger un dinero que Rómulo Betancourt le daría para financiar la expedición antes mencionada y:

[…] entregar un cargamento de unas seis ametralladoras Thompson e igual cantidad de fusiles Garand […] Las armas se llevaron a la Embajada de Cuba en Venezuela y luego a sus destinatarios […]”. (¡¡!!) (Op. cit. Pág. 44)

Y para no contar todo el libro, ni hacer una crítica literaria o histórica del mismo -porque no es el objetivo de esta descarga-, me apetece anotar el párrafo en el que Ochoa reproduce la intervención ante la asamblea de la OEA del entonces Canciller cubano Raúl Roa.

Roa afirmó que la denuncia contra Cuba y Venezuela se esperaba. “Toda esa acusación es falsa” –señaló-. Acto seguido Roa dijo tener pruebas concretas de que Santo Domingo preparaba bombardeos contra las ciudades de Santiago de Cuba y Maracaibo. Argumentó el Jefe de la diplomacia de mi país, que el Tratado de Río no podía invocarse, pues solo procedía para casos de una democracia en peligro. “Un régimen que provoca exiliados debe lógicamente esperar esta reacción –señaló, y agregó- … ello demuestra que en Santo Domingo existe una dictadura”. (Op. cit. Pág. 155)

Desestabiliza a cualquiera aquella réplica a la acusación que se les había hecho en la OEA a los gobiernos de Caracas y La Habana por su intervensión en las expediciones que desembarcaron en la República Dominicana y en Haití –esta segunda expedición casi borrada de la historia, pero muy bien documentada por Delio en este libro-.

Ofende leer este párrafo -en el que Roa miente al negar un evento más que probado, y en el que además define los rasgos que caracterizan a una dictadura-, y comprobar que los castristas ven la paja en el ojo ajeno, que los muertos y los soldados del castrismo son “mártires y héroes internacionalistas” y sus contrarios “mercenarios imperialistas”. (¡¡¡!!!)

La historia contemporánea de Cuba está por escribirse, o quizás por reescribirse, y tendrá que ser a la luz de la verdad, de las verdades que deberán salir de documentos y textos testimoniales que marcan pautas y que deberían estar en las librerías de toda Cuba; entre ellos, “Operación Estrella”, de Melvin Mañón; “Caamaño, la última esperanza armada”, de Manuel Matos Moquete; “Juicio a Fidel”, de Melvin Mañón y Juan Benemelis; “Fidel y Raúl, mis hermanos”. Memorias de Juanita Castro, contadas a María Antonieta Colins; el rarísimo análisis crítico con un enfoque marxista que aparece en un título casi desconocido: “Cuba, la paradoja de los 2000´s”, de José Guzmán; “Vida, aventuras y desastres de un hombre llamado Castro”, de Carlos Franqui; “El furor y el delirio”, de Jorge Masetti; “Adiós Muchachos. Una memoria de la revolución sandinista”, de Sergio Ramírez; y muchísimos otros, incluidas las versiones oficiales de cada época, las ediciones príncipes de, por ejemplo, el “Diario del Che en Bolivia”, y sus posteriores ediciones, la edición príncipe de “La Historia me absolverá”, y las ediciones posteriores, y todo, absolutamente todo lo que documente el acontecer durante este último medio siglo.

Habrá para ello que hacer saltar esas siete llaves metafóricas que guardan millones de documentos en los archivos de la DGI, el Comité Central y en las miles de libretas de anotaciones del ex Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y en los diarios de campaña de cientos de “internacionalistas”.

Los cubanos tenemos, como todos los seres del planeta, derecho a los derechos y entre todos esos derechos el de la plena información. No debe estar muy lejano el día en que los cubanos de la isla puedan acceder a ella libremente y que no tengan que esperar quinientos años para conocer lo que ha sucedido a su alrededor, que no tengan que conocer en la vejez lo que pasó a dos palmos de su casa durante su juventud, que todos podamos estar al tanto del presente lo suficientemente bien como para saber el pasado que nos espera. Ojalá que así sea pronto.

(*) Según testimonios de algunos amigos, esta frase se la han escuchado decir al cantante y compositor cubano Pedro Luis Ferrer.