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viernes, 17 de agosto de 2018

NOS AHOGARÁN NUESTRAS HECES ANTES QUE EL PETRÓLEO DEL GOLFO

(Este artículo lo publiqué en 2010, pero por algún motivo que aún no descubro se quedó fuera de este blog; sin embargo, de estas y otras travesuras estamos rodeados, así que ahí les va para que recuerden)


La creación en Santo Domingo de una comisión para monitorear el curso del derrame de petróleo que afecta el Golfo de México, por un desastre en una de las plataformas de BP, profana la inteligencia.

Según una nota que circuló en medios nacionales y extranjeros «el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales creó una comisión permanente para monitorear el curso del derrame de petróleo que afecta el Golfo de México, ante la posibilidad de que por efecto de la temporada ciclónica, afecte las costas dominicanas».

La ineficacia de las instituciones del Estado Dominicano, la estulticia de sus funcionarios y la modorra de todos nosotros propician que para cualquier «periquito» se cree una comisión. No es suficiente lo ya creado, sino que es necesario más y más aparataje. Más y más despilfarro de dinero, más y más gasto de tiempo, más allante, más simulación de que se emplea la fuerza de trabajo y la inteligencia en solucionar «gravísimos problema»”.

La creación en Santo Domingo de una comisión para monitorear el curso del derrame de petróleo que afecta el Golfo de México, por un desastre en una de las plataformas de BP, profana la inteligencia.

El petróleo que se derrama en el Golfo de México no llegará a las costas dominicanas si antes no se produce un cataclismo de proporciones bíblicas para las cuales no está preparada la Humanidad.

La Corriente del Golfo o Gulf Stream lo impide, pero no solamente eso, antes de llegar a las costas de Puerto Plata ese petróleo subiría por toda la costa este de los Estados Unidos y llegaría hasta Canadá, después atravesaría el Océano Atlántico y bañaría las costas de la Península Ibérica, y de regreso haría la ruta descubierta por Cristóbal Colón hace más de cinco siglos, que parte de la península ibérica, donde nace la corriente de las Canarias; al sur de estas islas viraría bruscamente al oeste y desembocaría en la Corriente Ecuatorial del Norte. 

Sobre esta última corriente atravesaría el Océano Atlántico en la zona de alisios del este y llegaría a las costas de Cuba y La Florida, por lo que finalmente el petróleo que se derrama ahora en el Golfo de México no llegaría a Puerto Plata, ni siquiera después de darle la vuelta al Océano… del mismo modo que Colón llegó primero al oriente de Cuba y después, en navegación de cabotaje, a La Hispaniola en aquellos lejanos días de diciembre de 1492. 

Si después de todo ese recorrido del petróleo que ahora se derrama en el Golfo de México queda algo vivo en esta parte del planeta, será muy poco lo que podrá hacer la comisión creada por Medio Ambiente.

Lo que sí puede y debe hacer ahora el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales es prever cómo se abastecerán de agua potable las decenas de torres que se elevan hacia el cielo de Santo Domingo y a dónde se irán las toneladas de excremento que en ellos produciremos. Eso sí es una necesidad perentoria, sobre todo si a ojos vista no alcanza el agua potable ni para quienes la pagan y se derrama casi la mitad de la que se bombea. A ojos vista las aguas negras salen por cualquier esquina y se empozan no solamente en los barrios marginales sino frente a cualquier centro comercial de la ciudad.

Sin suficiente agua potable y con aguas negras jugueteando por las esquinas, sin suficiente energía eléctrica para conservar los alimentos, con miles de vehículos automotrices en malísimas condiciones contaminando el aire que respiramos, con cero intolerancia ante los vertidos tóxicos de las fábricas, con cero intolerancia ante quien tira la basura en la vía pública, con cero intolerancia ante quienes manipulan de mala manera los desechos sólidos, con la total incapacidad de las instituciones para reciclar la basura que sale de nuestras manos, cuando las heces en esta ciudad capital nos llegan a las narices es demasiado cuesta arriba pensar que el peligro a nuestro medio ambiente nos vendrá del petróleo que se vierte hoy en el Golfo de México.

Pero ya lo dijo quien lo dijo: «Si no los puedes convencer, confúndelos».

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