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miércoles, 11 de marzo de 2020

(SON Y SALSA) EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN FANIA

En el octogécimo quinto aniversario del natalicio de Johnny Pacheco (3 de 5)

Merecido homenaje a Nuestra Cosa llamada Salsa

El mercado de la salsa impidió que el son, la guaracha, la rumba, el danzón y todos los géneros de la música cubana tuvieran el destino del café, el azúcar, el tabaco y el ron. 

Recientemente he podido ver que aún se promociona el documental Nuestra Cosa Latina (Our Latin Thing), que Strut Records y Fania Records relanzaron hace dos años para celebrar las cuatro décadas de un movimiento que se llegó a conocer como salsa y significó una verdadera revolución musical y cultural.

Es cierto que el espectáculo del Cheetah y el documental que allí se filmó en agosto de 1971 significaron el primer llamado a la rumba global, fue el primer disparo de salida para que la música cubana volviera a posicionarse en los mercados, pero no fue hasta el concierto de agosto de 1973 –que comenzó en el Yankee Stadium y terminó en el Roberto Clemente de Puerto Rico-, que se coló definitivamente en el mercado de los cuatro puntos cardinales.

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Salsa fue el título del documental que se filmó en aquel concierto entre New York y San Juan, y fue a partir de entonces que la música en el nuevo mundo rescató, de la muerte inducida por otra revolución, los ritmos afrocubanos que hasta la primera mitad del siglo XX abastecieron los mercados de más de medio mundo.

Motivos mercadológicos habrán tenido los productores para celebrar los 40 de la salsa con esa magnífica fiesta que es Nuestra Cosa Latina, pero como disfruto lo nuestro y conozco la historia, quisiera que la misma suerte tuviera el documental Salsa y las producciones discográficas -live at the yankee stadium-, que resultaron de aquel concierto. Sería justo que hubieran podido celebrar en este verano la revolución salsera con el documental y las producciones remasterizadas, porque ahora es cuando en realidad se cumplen los 40, porque fue aquel suceso de 1973 el que acabó por posicionar la salsa en un nicho seguro en todos los mercados.

Quienes supieron mercadear la salsa, impidieron que los ritmos afrocubanos corrieran la misma suerte que muchos otros rubros producidos tradicionalmente en Cuba hasta la primera mitad del siglo XX, el mercado de la salsa impidió que el son, la guaracha, la rumba, el danzón y todos los géneros de la música cubana tuvieran el destino del café, el azúcar, el tabaco y el ron, los que, luego de enseñorearse por el mundo, posesionarse, posicionarse y establecer nichos aparentemente invulnerables, encontraron la muerte súbita a manos de unos «revolucionarios» que nunca han sabido qué hacer en el mercado. (El Tren de Yaguaramas 2ª Época. 11 jul. 2013)


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