jueves, 4 de mayo de 2017

REVENTAR LA CUMBRE, ESA ES LA CUESTIÓN

Ecos de la VII Cumbre de las Américas

La VI Cumbre de las Américas legitimó a la dictadura más antigua del continente y bloqueó la posibilidad de presionarla para que reconozca a la oposición interna y respete los principios democráticos que se expresan y definen en la Carta Democrática Interamericana.


Con lo visto y leído antes, durante y después de la VII Cumbre de las Américas realizada en Panamá, los días 10 y 11 del mes de abril, entiendo que la presencia de la delegación oficial de Cuba en ese cónclave, marcó el principio del fin de estas reuniones, creadas para velar por el buen estado de la democracia representativa en el continente americano.

Las delegaciones cubanas -que fueron dos; una, la que se presentó como protocolar, amistosa y tolerante, aprovechando la oportunidad de “el pie de igualdad” que se le brindó, presidida por el General; y otra, la que estuvo allí como “tropa de choque”, comandada por los oficiales de la SE, haciendo valer la “intransigencia revolucionaria” y con el deseo de imponer el monólogo que impera en la isla-, fueron a Panamá a reventar la cumbre. Allí, cada cual combatió desde la “trinchera” que le fue asignada, cada “revolucionario” cumplió con su “misión”, y todos, teniendo en cuenta los resultados alcanzados, lo hicieron perfectamente.

Aunque el tema es largo y la paciencia corta, trataré de centrarme en exponer las causas por las que en mi criterio, la aceptación de Cuba en este foro, es el principio del fin de estas reuniones -o por lo menos la vía de sumir este foro en el desprestigio- y la apertura de una puerta hacia la beligerancia en la región.

De acuerdo a los discursos -que por lo general no tienen la menor trascendencia en otros foros y en este mismo antes de contar con la representación de todos los países de América-, los líderes de la región no llegaron a un consenso y no hubo resolución final, pero en esta oportunidad, como nunca antes, este desacuerdo pudiera magnificarse y ser utilizado por los abanderados del “socialismo del siglo XXI” como prueba de que habría que cancelar este organismo y de  paso anular la OEA.

En la primera sesión plenaria se presentaron 15 oradores; entre ellos, a no dudarlo, los más llameantes. Pero vamos por orden. En sus palabras de bienvenida, Juan Carlos Varela (1963), presidente de Panamá y anfitrión del evento, en un discurso sereno, protocolar y conciliador abogó por el diálogo entre los países y afirmó que el poder que le dan los pueblos a sus Presidentes debe ser usado para el beneficio de todos, y que no se debe buscar en los asuntos externos las causas de nuestros problemas, cuando estos se originan dentro de nuestras fronteras.


Sin mencionar el santo, fue fácil descubrir que el castrismo y sus acólitos ponen sus males en los EEUU y gobiernan para los “revolucionarios”, y la oposición, según el verso oficial, está integrada por “mercenarios”, y, según las declaraciones de Abel Prieto -asesor personal del General Raúl Castro y quien presidió la delegación que intentó reventar el Foro de la Sociedad Civil en el marco de la VII Cumbre-, legalizar la oposición en Cuba es como legalizar a Al Qaeda.


Seguidamente Juan Manuel Santos (1951), Presidente de Colombia, con serenidad, y un lenguaje corporal relajado elogió la presencia de Cuba en la Cumbre, se refirió al cambio climático, a los acuerdos de paz y propuso un sistema regional de educación.

Vino después el Presidente de Ecuador, Rafael Correa (1963), y este fue el primer discurso de barricadas, encendido, improvisado para restar importancia al tiempo y al protocolo, e incluyó violencia corporal y verbal, y, echando por tierra toda formalidad, se dirigió reiteradas veces directamente al Presidente Obama, desconsiderando al Presidente de la Asamblea; además, calificó a la OEA de inservible, que en su lugar se debería utilizar la CELAC y que, apartando a los Estados Unidos, se debería crear un sistema latinoamericano de Derechos Humanos. Este fue, sin dudas, el primer intento por reventar la reunión. Correa criticó con acritud la prensa independiente y la libertad de expresión, palabras que después Obama iba a responder en su discurso.

Dilma Rouseff (1947), Presidenta de Brasil, fue presentada a continuación y en su discurso quedó bien con todos, más o menos. Felicitó las conversaciones entre el General cubano y el Presidente de los Estados Unidos, abogó por el fin del embargo de los Estados Unidos contra el régimen de La Habana, rechazó la sanción de Obama contra Venezuela, y abogó por el Estado de Derecho en ese país.

Enrique Peña Nieto (1966), Presidente de México, fue el próximo delegado en hacer uso de la palabra, y en un discurso protocolar, relajado y amistoso expresó sus buenos deseos de que prosperen el diálogo entre Cuba y los EEUU, los diálogos para alcanzar la paz en Colombia que se llevan a cabo en La Habana y fue el primero que se ajustó al tiempo estipulado que era de ocho minutos.

Después vino el esperado discurso de Barack Obama (1961), Presidente de los Estados Unidos, y algunas de sus frases aun retumban en aquel salón; entre ellas, su afirmación de que Los Estados Unidos de Norteamérica y Cuba deben ser “aliados en pie de igualdad”, con lo cual se conseguirá, según su opinión, “más oportunidad para el pueblo cubano”. Por otra parte, sin entender que el pasado estaba allí, en el presente y sentado frente a él, dijo que “Los Estados Unidos no será prisionero del pasado” y que en las conversaciones bilaterales deberían primar “los intereses comunes, entre ellos la dignidad”.

También dijo que no le interesaban las argumentaciones teóricas, hizo mención de la Carta Democrática Interamericana y afirmó que no podíamos “pasarnos la vida hablando de agravios, porque eso no es lo que resolverá el problema”, sin darse por enterado de que este es el proyecto táctico de los que se oponen a los intereses políticos y económicos de los Estados Unidos en la región, que estos enemigos del “imperio” serán capaces de empujar su proyecto de magnificar los agravios cometidos por el “enemigo común”, con el fin de eliminar la influencia de la gran nación del norte en la región; sea, utilizando las instituciones democráticas para destruir la democracia, o por la vía de la “lucha armada”.

Respuesta de Obama a los dichos de Correa sobre la libertad de expresión.

Obama hizo una mención directa a las opiniones de Correa en cuanto a la libertad de expresión y a los medios que según el mandatario ecuatoriano lucran con la noticia. El presidente norteamericano replicó diciendo que “quizás el Presidente Correa pueda distinguir entre la prensa buena y la mala, y aunque yo creo que hay mala prensa, aunque me critica sigue existiendo esa prensa, porque yo no confío en que solamente una persona sea quien haga esa determinación, pienso que si creemos en la democracia debemos estar de acuerdo en que todo el mundo tenga la oportunidad de hablar para defender sus ideas. Es justo rezar, tener un credo y organizarse y reunirse tal y como piensen que sea apropiado, siempre y cuando no obren con violencia”.

A continuación tomó la palabra el General Raúl Castro (1931), quien dejó bien claro que los polvos de la Historia provocaron que su hermano y él enristraran el “derecho a la insurrección contra un gobierno ilegítimo y totalitario” y que después de alcanzar el poder, las “agresiones del imperio” justificaron que, su hermano y él, se aferraran al poder durante más de 56 años.

El General en su discurso repitió que José Martí organizó la “guerra necesaria” de 1895 […] para fundar una República “con todos y para el bien de todos” y alcanzar así “la dignidad plena del hombre”, reafirmando, una vez más, que solamente su hermano y él han podido hacer realidad aquellos ideales, una vez más se agarra a la idea de que Cuba es para los “revolucionarios” y el resto, todos los que no comulgan con los credos del castrismo deben abstenerse de sus derechos. Perversa interpretación del martiano ideal de una patria “con todos y para el bien de todos”.   

Seguidamente le tocó el turno a Cristina Fernández (1953), Presidenta de Argentina, y lo más destacado de su discurso fue que no entendió lo que dijo Barack Obama respecto a la Historia: el mandatario norteamericano dijo que le gustaba mucho la Historia, pero la mandataria argentina entendió todo lo contrario, y, en un lenguaje violento, saltando el protocolo, fustigó directamente a Obama y le reprochó su falta de interés por la Historia americana.

Otto Pérez Molina, Presidente de Guatemala

Otto Pérez Molina (1950), Presidente de Guatemala, felicitó las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, abogó por el fortalecimiento de la OEA como organismo regional y no atacó a Barack Obama, ni hizo mención de la orden con la que se prohíbe la entrada a los Estados Unidos de algunos funcionarios del gobierno venezolano, a los que acusa de violar los derechos humanos.

Dos horas después de comenzada la primera sesión plenaria le tocó el turno a Nicolás Maduro (1962), Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, y aquí sí que se rompieron todos los moldes, nadie lo pudo igualar. Improvisó en su estilo coloquial encadenando incidentales, usó la Historia cual evangelio y su lenguaje corporal fue violento y beligerante.

Como preludio de este discurso, él y otros miembros del ALBA, visitaron la zona de El Chorrillo, zona panameña en la que según su criterio la población fue masacrada durante la llamada invasión norteamericana a Panamá. Allí, Maduro aceptó la encomienda -o se la inventaron sus asesores- de entregar a Obama una carta suscrita por las víctimas de aquellos sucesos, en la que exigían una indemnización a los EEUU.

Maduro afirmó ante el plenario que democracia es igualitarismo y no solamente votar, es hacer que nuestros países participen de la distribución de las riquezas. Se jactó de tener la más perfecta democracia del mundo y dijo “nunca nuestro país había vivido un proceso tan democrático”, pero seguidamente arremetió contra la oposición a la que descalificó llamándola “oligarquías políticas”. Acusó a los medios de todos los países representados en la Cumbre de haber iniciado una campaña de manipulación y de mentiras para decir que el comandante Chávez era un dictador.

Dijo que “Venezuela tiene el sistema electoral más transparente y moderno que se pueda conocer en nuestra Historia” y arremetió contra lo que él llama “decreto peligroso” defendiendo la honorabilidad de los funcionarios sancionados por la mencionada orden ejecutiva. Dijo que no es antiestadounidense, sino antiimperialista, y para probarlo se declaró admirador de Jimi Hendrix y Eric Clapton, dando con esto otro motivo de risas, pues como es sabido, Clapton es británico.

Maduro hace ondear la bandera panameña
en el barrio El Chorrillo

Según entiendo, Nicolás Maduro reventó la VII Cumbre durante cuarenta minutos, utilizó treinta y dos más de los estipulados para cada discurso, despotricó contra los Estados Unidos durante más de diez minutos; y sin embargo, entre sus palabras lapidarias estuvo la frase con la que algunos quisieran abolir la Carta Democrática Interamericana: “Nadie debe intervenir en los asuntos de otro”. Declaró que entregaría a Obama millones de firmas contra el llamado decreto y que Cuba le había llevado tres millones de firmas solidarias. Esas firmas de Cuba en favor de Maduro y esa carta de los panameños que Maduro estuvo dispuesto a entregar a Obama no significan, según la lógica de Maduro, una intervención en los asuntos de otro.

Según los hechos y las declaraciones de Maduro, se puede leer con claridad que para él y sus partidarios “nadie tiene derecho a exigirle a nadie el cumplimiento de la Carta Democrática Interamericana” y con esto está minado el fundamento de las Cumbres de las Américas.

A continuación Kamla Persad (1952), Primera Ministra de Trinidad y Tobago leyó un discurso protocolar, conciliador y aunque abogó contra el decreto y a favor de Venezuela, no atacó al Presidente Obama.

El Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández (1968), como todos los mandatarios, se solidarizó con el pueblo Chileno por los desastres naturales que por esos días estaban enfrentando. Hernández, en un discurso equilibrado, se centró en los logros y retos de su país y solo al final de su intervención dio la bienvenida a la delegación de Cuba.

Ollanta Humala (1962), Presidente de Perú, le siguió en la palabra y también se centró en el tema de la reunión. Habló del cambio climático, la eficiencia del gasto y la calidad de la inversión, pero no se pronunció contra Obama ni habló de la Carta Democrática.

A continuación le tocó el turno a Evo Morales (1959) Presidente de Bolivia, y aquí volvió a flamear el verbo, regresó al plenario el gesto iracundo del cuerpo, y un pequeño dedo acusador batió el aire como estoque letal. El presidente boliviano rememoró los atropellos cometidos por los colonizadores sin tomar en cuenta que aquellos sucesos deplorables no pueden servir de excusa a los líderes de América Latina para imponer ideologías o sistemas antidemocráticos, sino que por el contrario tienen el deber de proteger las libertades, la alterabilidad en el poder y el pluripartidismo.

Morales dijo que debemos vivir en paz y con respeto, que “los imperios perecen y las democracias son eternas”, pero no mencionó la Carta Democrática, sino que por el contrario afirmó: “No queremos que nos  vigilen”, en franca discrepancia con lo que manda la OEA como organismo encargado de promover la democracia y garante de las libertades ciudadanas.


Evo, al igual que Correa, Castro, Cristina y Maduro, rompió el protocolo y dirigió sus palabras directamente a Barack Obama, haciendo a un lado al Presidente de la Sesión. Evo le dijo al Presidente de los Estados Unidos que no tenía derecho a hablar de Derechos Humanos, que debía resarcir a Cuba por los daños ocasionados mediante el embargo y le acusó de espía y agresor.

Hasta aquí, los hechos estaban prácticamente consumados, la VII Cumbre de las Américas legitimó a la dictadura más antigua del continente y bloqueó la posibilidad de presionarla para que reconozca a la oposición interna y respete los principios democráticos que se expresan y definen en la Carta Democrática Interamericana. En la VII Cumbre se le dio una estocada letal al «derecho a la insurrección contra un gobierno ilegítimo y totalitario», el cual ha sido esgrimido y utilizado como estandarte por más de uno de los actuales mandatarios latinoamericanos en su ascenso al poder, incluidos Daniel Ortega, Ollanta Humala y los hermanos Castro; y se repudió a la oposición política de Cuba y Venezuela acusándolas de «mercenaria» y «oligarca» respectivamente.

Finalmente la sesión terminó con el discurso de Stephen Harper (1959), Primer Ministro de Canadá, quien leyó su discurso en inglés y francés. Harper, habló en un tono protocolar y conciliador, abogó por las libertades y la Carta Democrática Interamericana, elogió los pasos de la región hacia la democracia y dijo que “Hoy la democracia más que nunca es la norma en el hemisferio”, y definió que la democracia representativa, la que defiende la Carta aceptada como documento normativo por todos los miembros de la OEA, “incluye elecciones libres, justas y periódicas, libertad de expresión, libertad de asociación y de asamblea, también significa instituciones sólidas y autónomas, incluyendo el poder judicial, los partidos políticos y los medios de comunicación independientes”.


Hasta aquí, cinco de los 15 oradores, –Correa,  Castro, Fernández, Maduro y Morales-, rompieron el protocolo con discursos encendidos e intolerantes. Su objetivo estuvo centrado en proclamar sus ideologías como las únicas válidas en el hemisferio y remarcar el interés de este grupo -integrantes del ALBA con la excepción de Fernández-, por reventar la Cumbre de las Américas y hacer a un lado a los Estados  Unidos, al que insisten en calificar como «imperio».

La segunda sesión fue más calmada, porque dejaron solo a Daniel Ortega, quien en consonancia con sus acólitos de la mañana, arremetió contra Obama y defendió la intolerancia a cualquier precio. Finalmente no se llegó a una resolución final, no hubo consenso, y según declaraciones del Canciller de Costa Rica, las causas de este desencuentro estuvieron en que, cuando el documento final estaba listo y era de conocimiento de todos los participantes en la VII Cumbre, un grupo de mandatarios, a quienes no quiso identificar por conocidos, propusieron incluir una repulsa contra la mencionada orden ejecutiva, algo que la mayoría no aceptó por improcedente.

Protestas en Brasil piden la renuncia de la Presidenta Dilma Rousseff

Después de la VII Cumbre, muy temprano; Cristina, viajó a Rusia; en el Estrecho de Ormuz, la Guardia Revolucionaria Iraní apresó a un carguero que en principio se identificó como norteamericano y que involucró al pentágono en un confuso incidente; Obama, enfrentó en Baltimore un apocalíptica explosión social causada por conflictos raciales; Otto Pérez, fue recibido con un escándalo de corrupción que toca directamente a su vicepresidenta; Dilma, tuvo en las calles de Brasil a miles de manifestantes contra su gobierno; en Colombia, las FARC rompió de mala manera el alto al fuego y provocó once bajas al ejército; pero, en medio de este berenjenal global, en medio de este drama, lo que presentó la prensa oficial cubana fue solamente el esplendor del desfile del día 1 de mayo, en el que según las imágenes se desbordó la felicidad y se reafirmó una vez más la adhesión de los cubanos a “su socialismo”, a pesar de que en Cuba, por esos días, se agudizó aun más la represión contra los opositores y La Habana sufrió una catástrofe natural muy parecida a la que devastó Chile.

En Cuba celebran con «entusiasmo y alegría» el 1 de mayo,
«marchan por el socialismo» y por la fidelidad del pueblo 
a quienes ostentan el poder desde hace más de 56 años.

Todas estas noticias, por tomar unas pocas, ponen en duda muchos de los argumentos presentados por los oradores en la VII Cumbre, estos hechos empujan a pensar, que si los países llamados bolivarianos bajo la órbita castrista se alejan de los Estados Unidos y se acercan a Rusia, y por transición a Irán, no tendremos que esperar mucho tiempo para que volvamos a tener sobre nosotros la amenaza cierta de una crisis de misiles recargada, sin disponer en la región, ahora sí, de la OEA, la ONU, o cualquiera de aquellas organizaciones internacionales, y quizás no contemos tampoco con líderes sensatos -a última hora pero sensatez al fin- como JFK y NJ, que en octubre de 1962 propiciaron que el mundo no reventara como un globo de Cantoya. Ojalá que me equivoque. Ojalá.

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