domingo, 22 de junio de 2025

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (10 de 12)

Por Roberto Sotolongo (**)

Mas, el viejo general no aparecía

El aroma de la tierra despierta ante los golpes insistentes de la lluvia. Y este día recibe un alegrón: al fin el General Masó responde a sus cartas. 

Desde el día 12 de mayo y después de recorrer más de 380 kilómetros atravesando montes, los hombres al mando de Gómez y Martí habían acampado en la geografía donde el Cauto y el Contramaestre se abrazan. A partir de esa fecha, como hemos dicho anteriormente, aguardan el arribo del General Masó. Ambos líderes se comunican epistolarmente con el veterano mambí pidiéndole que se les reuniera lo más pronto posible.

Llega el 15 de mayo y continúa sin aparecer Bartolomé Masó. En su brevísima carta del día 12 al general manzanillero, Martí le había escrito: «Las cartas del General Gómez y las mías lo andan buscando desde hace medio mes». Y después le advierte: «Imposible es seguir camino sin verlo. De aquí deben empezar a nacer las medidas de conjunto, para que ya esté madura la revolución que debe tanto a Ud». Ahora vuelve a la carga con otra misiva, en la que le reitera la urgencia de la reunión entre los tres generales, pues «Ya debe y puede terminar, en este renuevo poderoso de la guerra, el primer período confuso de agregación de las fuerzas». Más adelante insiste: «y sólo eso nos falta: concebir en conjunto, poner todos los detalles al fin general, y empezar ya desde las raíces la arremetida».

¿Qué preocupa a José Martí? ¿Por qué insiste tanto en el apremio del encuentro con las tropas del General Masó? ¿Por qué es imposible seguir camino sin verlo? Es que el Apóstol se ha percatado de que la guerra ya está necesitada de evolucionar hacia otro estadio; está como detenida en un remanso peligroso, que en vez de contribuir al objetivo sagrado por el que se desencadenó, beneficia más al enemigo, quien se aprovecha del dañino reposo de los insurrectos, aun cuando Maceo ya haya logrado el 13 de mayo su sonada victoria en Jobito.

Por ello es que dice: 

Ya debe y puede terminar, en este renuevo poderoso de la guerra, el primer período confuso de agregación de las fuerzas; y este núcleo de Ud., y la significación histórica que ya tiene, son base natural, y ocasión de arranque, sobre lo que dejamos atrás, del período nuevo de organización total y suficiente. 

Naturalmente, él no ha estado cruzado de brazos. Como ya conocemos, el 14 de mayo redactó un extenso documento con instrucciones generales dirigidas a los jefes y oficiales del Ejército Libertador. Sería muy útil para todos los cubanos, sobremanera para los martianos de corazón, echarle un vistazo a este ineludible texto. En el mismo no sólo descubriremos las normas establecidas para cortarle hasta el aire al enemigo, que todavía no sentía el rigor de la contienda, sino, además, geniales conceptos sobre la guerra que ningún ejército del mundo sobre las armas debe ignorar.

No es posible aquí hacer la disección del documento pero sí poner algunos ejemplos de las estratégicas y tácticas visiones del Maestro expresadas en el mismo. Una de ellas es la siguiente: 

El valor suele resolver los encuentros aislados, pero sólo el orden en la guerra y la unidad de pensamiento llevan a la victoria final.

Otro: 

La victoria sólo se puede lograr, con el asedio metódico y unánime que aturde al enemigo por su orden implacable, que lo obliga a empezar de nuevo donde cree que ha terminado, que no le deja reposo y lo compele a emplear y dividir sus fuerzas enfermas y cansadas. Hay que fatigar y tener en ejercicio las fuerzas del enemigo, y privarle de recursos, a él, y a las ciudades y poblados donde se asila.

Justamente a lograr lo que él prevé, van dirigidas las abarcadoras instrucciones. Pero el Apóstol veía la necesidad de reordenar la guerra desde la cúpula y con la cúpula, ello explica la urgencia de la presencia junto a ellos de Masó. Mas, el viejo general no aparecía. Transcurrió el día 15 sin él. ¿Qué pensaría al respecto José Martí? No hay nada que lo indique en las anotaciones del Diario de ese día; sólo un breve apunte que menciona a Masó: «A la tarde viene la guerrilla: que Masó anda por la Sabana, y nos los buscan».

El 16 de mayo Gómez no le acompaña, pues ha salido en maniobra de inspección. Como siempre, no pierde el tiempo: habla mucho con los soldados, lee y escribe. El aroma de la tierra despierta ante los golpes insistentes de la lluvia. Y este día recibe un alegrón: al fin el General Masó responde a sus cartas, aunque con una breve nota: 

C. Delegado// José Martí // Mi distinguido compatriota y amigo, sobre el caballo le pongo estas líneas. Mañana tendré el gusto de abrazarlo con toda la efusión de mi alma, su entusiasta admirador y amigo. // Bart. Masó.

¿Podrá entonces Martí consumar el tan necesario análisis sobre los nuevos derroteros de la guerra? ¿Tendrá tiempo de hacerlo antes del 19? De lo escrito por el Maestro ese 16, Ramón Guerra nos deja este testimonio poético:

70

Sé que el murciélago trinca

al cocuyo en pleno vuelo

y, haciendo de tiranuelo,

sus incisivos le afinca.

La fluorescencia que brinca

no la dirigiere el villano

y, como oscuro cristiano,

al ver que la luz no alcanza,

la decapita y la lanza

porque le asusta en la mano.

(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.

(*) Tomado de Facebook. Publicado el 18 de mayo a las 8:47 am

Otros Artículos de Roberto Sotolongo en este blog:

La mujer de su vida.

José Martí: El asta contra el hacha.

La reseña como parte de la crítica literaria.

Roberto Sotolongo (1956)
@AGS


(**) Roberto Sotolongo (Aguada de Pasajeros 1956) Es graduado en Filosofía por la Universidad Lomonósov de Moscú. Narrador, poeta e investigador. Miembro de la Sociedad Cultural «José Martí». En 1976 Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa. En 1987 obtuvo Primer Premio en el Concurso Provincial «Raúl Aparicio». Ha publicado cuentos, poemas y artículos en Conceptos, Creación, Revista cultural Ariel y en el Boletín Literario Mercedes Matamoros.







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viernes, 20 de junio de 2025

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (9 de 12)

Por Roberto Sotolongo (**)

Presidente me han llamado

¿Cómo fue posible que pudiera molestar a alguien que los hombres sencillos y fogueados de la manigua llamaran cariñosamente al Apóstol «Presidente»?

Retrato de José Martí, por Jorge
Arche. @Fuente externa
El 13 y 14 de mayo son días de espera, aguardan por el General Masó. Esa es la razón por la que Martí y sus acompañantes vuelven sobre sus pasos, recorriendo de nuevo los potreros hasta Dos Ríos. Pernoctarán en casa de Rafael Pacheco, hermano de Rosalío. Allí evitarán el descampado, eludiendo así cualquiera acción enemiga.

En cuanto al día 13, existen dos momentos en las anotaciones del Diario, que merecen sendos comentarios. El primero tiene que ver con el siguiente apunte de Martí:

13. Esperaremos a Masó en lugar menos abierto, cerca de Rosalío, en casa de su hermano. Voy aquietando a Bellito, a Pacheco, y a la vez impidiendo que me muestren demasiado cariño. 

Suenan extrañas estas palabras, pudieran parecer misteriosas, inexplicables; pero nada en Martí es baladí. ¿Por qué se esmera el Maestro en impedir que quienes le acompañan le muestren demasiado cariño? ¿Qué está previendo? Pronto se juntarán con ellos las tropas de Bartolomé Masó, según se espera, y no desea él que estas descubran tantas simpatías por el Delegado. Mas, ¿por qué?

Regresemos al día 9 de mayo. Entonces Martí escribió en el Diario: 

Presidente me han llamado desde mi entrada al campo, las fuerzas todas, a pesar de mi pública repulsa, y a cada campo que llego, el respeto renace, y cierto suave entusiasmo del general cariño, y muestras del goce de la gente en mi presencia y sencillez.__ Y al acercarse hoy uno: «Presidente, y sonreír yo». «No me le digan a Martí Presidente, díganle General, él viene aquí como General». __«¿Y quién contiene el impulso de la gente, General?; le dice Miró: «eso les nace del corazón a todos»._ «Bueno, pero él no es Presidente todavía: es el Delegado». Callaba yo, y noté el embarazo y desagrado de todos, y en algunos como el agravio».

Queda claro que el Maestro quería evitar que se repitiera una escena como la del día 9, que tanto molestó a Gómez. Este no aceptaba que le llamaran Presidente a Martí. Por eso es más tajante y absoluto el día 10 el General, cuando afirma, ora mirando al Delegado ora al resto de los hombres: «Pues lo tienen a Ud. bueno con lo de Presidente. Martí no será Presidente mientras yo esté vivo». Según apunta el Apóstol «Bello, airado, se levanta y da dos o tres trancos, y el machete le baila en la cintura». «Eso será a la voluntad del pueblo», y murmura. «Porque nosotros, me dijo otra vez, acodado a mi mesa con Pacheco, hemos venido a la revolución para ser hombres, y no para que nadie nos ofenda en la dignidad de hombres».

Estaba consciente Martí de los sentimientos adversos que provocaba en el viejo General las simpatías que despertaba a su paso por la manigua. Y también tenía presente las discrepancias_ las antiguas y las nuevas_ existentes entre él y los dos veteranos del 68, sobre todo en relación con Maceo, quien no apoyó al Apóstol en su propuesta de gobierno y era el que más insistía en que este volviera al exilio, amén de que proponía como Presidente del Gobierno que se aprobara en la próxima Asamblea de Delegados, a Bartolomé Masó.

En cuanto al resquemor experimentado por Gómez al oír llamar a Martí Presidente, en la mayoría de los historiadores es común el criterio de que ello se debía a la experiencia vivida en la Guerra grande, cuando el poder civil puso al militar tantas funestas trabas. Así lo expresa Rolando Rodríguez en "Cuba. La forja de una nación": «A no dudar, la reacción de Gómez tenía que ver con los viejos roces de la Guerra de los Diez Años con Céspedes, y el cargo con que ahora se designaba a Martí no podía traerle sino antipatía y malos recuerdos».

No falta razón en lo que se dice; sin embargo, ello no invalida otras razones. Una pregunta es posible hacer: si los presidentes le provocaban tanta ojeriza en medio de una guerra, ¿por qué coincidió con la propuesta de Maceo pensando en Masó como futuro Presidente del Gobierno a formar?, y más aún, ¿por qué no se opuso a la elección de este como tal en 1897? Para mí no hay dudas: era Martí el que no les convenía ni a Gómez ni a Maceo. Por ello, quizá entre otros motivos, lo querían fuera de Cuba.

El segundo momento, que aunque tal vez no llame tanto la atención, me parece interesante dentro de los apuntes del día 13, se refiere a la siguiente anotación que hace Martí: «Me buscan hojas de zarza o de tomate, para untarlas de sebo sobre los nacidos». Como se ve, aquel hombre casi esmirriado, que había padecido del sarcocele, que cargaba con la dolencia de la sarcoidosis, y sufría de afecciones pulmonares, del hígado, oculares, cardiovasculares, que fue presa no pocas veces de extensos desmayos y de ataques de fiebre que lo postraban en el lecho, también soportaba, además de las llagas en los pies, los molestos nacidos. 

¿Por qué es interesante saber esto? Muy sencillo: porque a pesar de estas dolencias, en todo su Diario de Campaña no aparece ni un asomo de queja. Y como buen soldado jamás eludió sus responsabilidades, cargando con sus pertrechos de guerra y abriéndose camino en el hirsuto monte, como cualquiera, a golpes de machete. ¿No es esto un admirable ejemplo de estoicismo? ¿Acaso no se alza Martí desde su espacio histórico y para todos los tiempos, como un símbolo de la voluntad convertida en fuerza telúrica indetenible? Entonces, ¿cómo fue posible que pudiera molestar a alguien que los hombres sencillos y fogueados de la manigua llamaran cariñosa mente al Apóstol «Presidente»?

Como siempre, al tanto de lo más señalado de lo escrito por Martí en el Diario el día 13 de mayo, el poeta Ramón Guerra ofrece en «Corazón a diario» su atinada visión:

62

Me llaman «el presidente»

a pesar de mi repulsa.

Dice Miró, _ les impulsa

el amor puro y creciente

que a usted profesa la gente

_No me le digan así.

Increpa Gómez, _ Martí,

viene como general.

Callado pienso, formal

es que me sienta mambí.

(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.

(*) Tomado de Facebook. Publicado el 16 de mayo a las 7:09 am.

Otros Artículos de Roberto Sotolongo en este blog:

La mujer de su vida.

José Martí: El asta contra el hacha.

La reseña como parte de la crítica literaria.

Roberto Sotolongo (1956)


(**) Roberto Sotolongo (Aguada de Pasajeros 1956) Es graduado en Filosofía por la Universidad Lomonósov de Moscú. Narrador, poeta e investigador. Miembro de la Sociedad Cultural «José Martí». En 1976 Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa. En 1987 obtuvo Primer Premio en el Concurso Provincial «Raúl Aparicio». Ha publicado cuentos, poemas y artículos en Conceptos, Creación, Revista cultural Ariel y en el Boletín Literario Mercedes Matamoros.

 



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miércoles, 18 de junio de 2025

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (8 de 12)

Por Roberto Sotolongo (**)

Demoras son derrotas

«Ante la Asamblea depondré, ya en esta nueva forma, la autoridad que ante ella cesa. Y ayudaré a que el gobierno sea simple y eficaz, útil, amado, uno, respetable, viable».

Antonio Maceo (1845-1896)

Justo a un mes y un día de haber entrado por Playitas de Cajobabo, anda Martí por la Jatía. Caminan por Boca de los Dos Ríos, cruzando el Contramaestre, hasta que dan a La Vuelta Grande. La yerba es abundante; alegran los hermosos pastizales y los campos abiertos, propicios para la caballería. Es un día muy ocupado para el Delegado, pues casi no para de escribir: envía cartas al Camagüey: al Marqués, a Mola, a Montejo, también a Rabí. Elabora una circular en la que se prohíbe el pase de reses para, de esa manera, impedir que el enemigo se provea de alimentos.

Al conocerse la cercanía de Masó y Maceo, Martí les escribe. En su libro, José Martí. Cronología, Ibrahim Hidalgo Paz afirma: «De la Jatía sale una comisión para averiguar el paradero de Masó, a quien le envía una misiva»; sin embargo, en sus apuntes de ese día, el Apóstol escribió: «Masó anda por la sabana con Maceo, y le escribimos: una semana hemos de quedarnos por aquí, esperándolo».

Es decir no especifica que es a Masó a quien dirige la carta. En realidad la misiva que se conoce de esa fecha -cotejada con una fotocopia del manuscrito original-, va dirigida al General Antonio Maceo.

Y aquí preciso hacer una reflexión.

Es una epístola breve, de apenas treinta y tres renglones en letra de imprenta. Martí se dirige a él, llamándolo «General y amigo». Y luego de expresarle su lamento por no hallarlo y no poder abrazarlo, pasa a cumplir con el propósito de la carta.

Vuelve sobre el tema del tipo de gobierno que necesita la Revolución, que tantas contradicciones provocara entre los dos jefes. Es firme en su concepción, expresada muchas veces, y sobremanera en la entrevista de La Mejorana; pero aclara que sólo la Asamblea de delegados dirá la última palabra al respecto. Y él acatará su decisión. Por eso dice: «Ante la Asamblea depondré, ya en esta nueva forma, la autoridad que ante ella cesa. Y ayudaré a que el gobierno sea simple y eficaz, útil, amado, uno, respetable, viable».

Pudiera decirse que esta misiva es como una citación cursada a Maceo. Mas, lo interesante es que lo está apremiando para que no dilate el envío de los delegados suyos a dicha Asamblea. Recordemos que durante la entrevista de La Mejorana, el Titán había sido incisivo al referirse a los cuatro delegados de Oriente: «...dentro de quince días estarán con Uds. y serán gentes que no me las pueda enredar allá el doctor Martí».

Asombra el comedimiento de Martí en esta misiva. Su tono es moderado, sin el menor asomo de rencor; no hay ni la más mínima referencia al desagradable encontronazo del 5 de mayo. Actúa con diplomacia: no impone, sugiere, y ordena como si no lo hiciera: «¿Necesitaré encomiarle, por tantas razones, que envíe muy enseguida, a que nos vean pronto la cabeza, el representante de las fuerzas de esa zona? Demoras son derrotas».

Estamos en presencia de un ejemplo más que ilustra sobre la capacidad del Maestro para tratar con los hombres y de su don para dirigir una guerra, eludiendo el uso del «ordeno y mando», que tanto daño hizo entonces y lo sigue haciendo hoy en no pocos lugares del mundo. Un ejemplo del cual los cubanos debiéramos estar orgullosos.

En Corazón a diario, el día 12 de mayo queda así, en este bello epítome:

64

A ratos llueve lloriscos

por toda La Travesía.

Llegamos a la Jatía

por resbalosos derriscos.

Las vacas daban mordiscos

bajo la lluvia y el viento

al pasto más suculento.

Espantamos el ganado

para que al hostil soldado

no le sirva de sustento.

(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.

Tomado de Facebook. Publicado el 14 de mayo a las 1:57 pm

Otros Artículos de Roberto Sotolongo en este blog:

La mujer de su vida.

José Martí: El asta contra el hacha.

La reseña como parte de la crítica literaria.

Roberto Sotolongo (1957)


(**) Roberto Sotolongo (Aguada de Pasajeros 1956) Es graduado en Filosofía por la Universidad Lomonósov de Moscú. Narrador, poeta e investigador. Miembro de la Sociedad Cultural «José Martí». En 1976 Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa. En 1987 obtuvo Primer Premio en el Concurso Provincial «Raúl Aparicio». Ha publicado cuentos, poemas y artículos en Conceptos, Creación, Revista cultural Ariel y en el Boletín Literario Mercedes Matamoros.






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domingo, 15 de junio de 2025

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (7 de 12)

 Por Roberto Sotolongo (**)

Yo sin cesar pienso en Ud.

La disyuntiva que más laceró al mejor de los cubanos, fue aquella que lo puso a elegir entre la consagración a la familia o su irreprimible apego al ideal de redención.

Leonor Pérez (1828-1907)

No hay una sola palabra en el Diario de Campaña de José Martí dedicada a su madre o que haga alusión a la misma. No fue, sin dudas, por falta de tiempo. Se tiene constancia de las muchas misivas que escribió sobre la marcha riesgosa por los montes insurrectos. 

Sabemos, por ejemplo, que a Carmen Miyares y a sus hijos les remitió cinco, una a Bernarda Toro de Gómez, dos a Antonio Maceo y también a Manuel Mercado y a Máximo Gómez. 

Sin embargo, contamos con la última que envió a su madre, breve, intensa, tierna y amorosa. La escribió en Montecristi, el 25 de marzo de1895, a punto de iniciar su vía crucis hasta Dos Ríos. 

Fue la epístola de la despedida: la del hijo que marcha al holocausto, a la madre que queda con su dolor.

Esta es la carta :

Madre mía:

Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en Ud. Yo sin cesar pienso en Ud. Ud. se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Ud. con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre.

Abrace a mis hermanas y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día verlos a todos a mi alrededor, contentos de mí! Y entonces sí que cuidare yo de Ud. con mimo y con orgullo. Ahora, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición.

Su

J. Martí

Lo primero que nos llama la atención de este transido texto, es la conciencia que acompaña a Martí de la angustia de la madre por la perenne ausencia de su primogénito y por su decisión irreversible de entregarse al sacrificio. Ella nunca lo entendió y mucho menos lo apoyó en sus sueños de redentor. En su primera misiva al hijo, después de echarle en cara lo poco que le escribe a ella, le dice tajante: «Dios te perdone hijo todo el mal que me haces, y por ti le pido a todas horas, y porque te conserve tu hermoso hijo, y no te castigue en él lo que con tu abandono haces sufrir a tu madre».

En cada una de las 19 cartas que le envió, está presente la queja de ella hacia él y su doloroso anhelo de que desista de la locura en que se ha metido. En la epístola fechada el 19 de agosto de 1881, le advierte:

En todas partes los hombres son iguales, hay buenos y malos y que con todas formas de gobiernos hay descontentos, y te acordarás de lo que desde niño te estoy diciendo, que todo el que se mete a redentor sale crucificado, y que los peores enemigos son los de su propia raza.

Si Dios y María entregaron a su unigénito, ella no estaba dispuesta a hacer lo mismo con su primogénito. La disyuntiva que más laceró al mejor de los cubanos, fue aquella que lo puso a elegir entre la consagración a la familia o su irreprimible apego al ideal de redención. Y aunque hizo desesperados intentos por buscar un equilibrio entre los dos deberes, la vida no se lo permitió. Mas, nunca dejó de pensar en los suyos, sobremanera en su hijo y en su madre. Por eso dice: «Yo sin cesar pienso en Ud.», aun cuando le reitere que: «El deber de un hombre está allí donde es más útil».

Tuvo la esperanza Martí de ver a toda la familia alrededor de él, contentos de él, y soñó con la posibilidad de cuidar de la madre «con mimo y con orgullo». No pudo ser. Por ello vivió con la convicción y el consuelo de que «No son inútiles la verdad y la ternura». Y sólo podía rogarle a la madre: «No padezca».

(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.

Tomado de Facebook. Publicado el 11 de mayo a las 8:48 pm  ·


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La mujer de su vida.

José Martí: El asta contra el hacha.

La reseña como parte de la crítica literaria.

Roberto Sotolongo (1957)



(**) Roberto Sotolongo (Aguada de Pasajeros 1956) Es graduado en Filosofía por la Universidad Lomonósov de Moscú. Narrador, poeta e investigador. Miembro de la Sociedad Cultural «José Martí». En 1976 Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa. En 1987 obtuvo Primer Premio en el Concurso Provincial «Raúl Aparicio». Ha publicado cuentos, poemas y artículos en Conceptos, Creación, Revista cultural Ariel y en el Boletín Literario Mercedes Matamoros.



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y en Cuesta Libro

viernes, 13 de junio de 2025

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (6 de 12)

Por Roberto Sotolongo (**)

Un improvisado y voluntario médico.

Y aquel que también vaticinó que: «La verdadera medicina no es la que cura, sino la que precave», se vio forzado a convertirse en un sanador, por aquello de que es casi imposible prevenir las consecuencias físicas y espirituales de los embates de una guerra.

Ante la presencia de Martí, o desde el conocimiento de su vida y de su obra, la estupefacción es inevitable; no es posible quedar impasible ante la grandeza enmascarada en aquel cuerpo aparentemente endeble. Una de las niñas que le conocieron en su andar por los montes de Oriente, Mariana, ya anciana, recuerda: «Y fue más que nada por eso, por lo que Modesta, aunque Martí no era un hombre muy físico, se impresionó con él». Lo que sorprende a todos, en especial a la adolescente Modesta y a Mariana era que: «A Martí no le daba pena preguntar como nosotros decíamos los nombres. (Se refiere a los nombres de las pequeñas criaturas del bosque) Apuntaba en una libretica. Lo agarraba un entusiasmo cuando descubría algún saber. Quien iba a decirlo, siendo él el que era aquilatado, sapiente. ¡Habrase visto!».

Asombro ante la sencillez de aquel sabio, que sin proponérselo quedó para siempre sembrado en las entrañas de aquella tierra y en la memoria de los que gozaron del privilegio de sentir su respiración y su palabra. Mucho y diverso pudiéramos contar al respecto; sin embargo, nos gana el interés de atraer la mirada hacia una de las más elevadas manifestaciones de la conducta del Apóstol: la que lo llevó a hacer de médico y enfermero de las huestes insurrectas.

Sabemos que al desembarcar por Playita de Cajobabo, Martí cargaba, además de su mochila, con un revólver Smith and Wesson, un fusil Winchester, dos mil cápsulas y un machete de hoja curva. La mochila contenía, entre otras cosas, sus libros y los imprescindibles medicamentos.

El pensador, el escritor, el estratega de la guerra necesaria y de la futura república, el fundador de un partido nuevo, el soldado que rompía monte como cualquiera, el traductor, el periodista y el Mayor General, devino en un improvisado y voluntario médico. Mas, no un improvisado cualquiera. Como leyó y estudió de todo, no podía hurtarse a la curiosidad por la medicina.

No es este el momento de escribir sobre sus vastos conocimientos al respecto. Me limito sólo a remitirlos a los siguientes tomos de sus Obras Completas: 1, 2, 3, 21, 22, 23 y 28; y para mayor facilidad en la búsqueda, al Diccionario del pensamiento martiano, en sus páginas de la 426 a la 430. En estas fuentes podrá el interesado descubrir hasta donde llegó la sapiencia martiana en lo tocante a este menester.

Sin embargo, me complace ponerlos al tanto de lo que él meditaba en 1875, con sólo 22 años de edad, acerca del rol de la medicina en la sociedad humana, y su admiración por los que ejercían esta sagrada profesión. En un texto publicado en la Revista Universal, decía: «Es la medicina como el derecho, profesión de lucha; necesítase un alma bien templada para desempeñar con éxito ese sacerdocio; el contacto de las diarias miserias morales y materiales, el combate con la sociedad y con la naturaleza, hacen mal a las almas pequeñas, mientras que es revelación de cosas altas en almas altas y hermosas.

Y aquel que también vaticinó que: «La verdadera medicina no es la que cura, sino la que precave», se vio forzado a convertirse en un sanador, por aquello de que es casi imposible prevenir las consecuencias físicas y espirituales de los embates de una guerra. Y él asumió el reto con hidalguía, porque justamente fue también y siempre un hombre de alma alta y hermosa.

Veamos, en sus anotaciones del día 25 de abril como se ocupaba de los heridos:

25.__......Hamacas, candelas, calderas, el campamento duerme; al pie de un árbol grande iré luego a dormir, junto al machete y el revólver, y de almohada mi capa de hule, __ahora hurgo el jolongo, y saco de él la medicina para los heridos. Cariñosas las estrellas, a las tres de la madrugada.

A las 5, abiertos los ojos, colt al costado, machete al cinto, espuela a la alpargata y a caballo. __¿Y a dónde, al acampar estaban los heridos? Con trabajo los agrupo, al pie del más grave, que creen pasmado, y viene a andas en una hamaca, colgando de un palo... Bebe descontento un sorbo de Marrasquino. ¿Y el agua, que no viene, el agua de las heridas, que al fin traen en un cubo turbio_ ¿Y el practicante, dónde está el practicante?, que no viene a sus heridos? Los otros tres se quejan, en sus capotes de goma.

 Al fin llega, arrebujado en una colcha, alegando calentura. Y entre todos, con Paquito Borrero de tierna ayuda, curamos la herida de la hamaca, una herida narigona, que entró y salió por la espalda: en una boca cabe un dedal, y una avellana en la otra: lavamos, iodoformo, algodón fenicado. Al otro, en la cabeza del muslo: entró y salió. Al otro, que se vuelve de bruces, no le salió la bala de la espalda: allí está, al salir, en el manchón rojo e hinchado; de la sífilis tiene el hombre comida la nariz y la boca; al último, boca y orificio, también en la espalda:... A Antonio Suárez de Colombia, primo de Lucila Cortés, la mujer de Merchán, la misma herida. Y se perdió a pie, y nos halló luego. 

Tres son las décimas en las que Ramón Guerra evoca aquellos instantes de curación bajo el cielo de la manigua:



35

Hacemos alto, a esperar

a los de los pies llagados,

que se acercan rezagados

y mi deber es sanar.

Desde el apacible altar

nos custodian las estrellas,

murmurando, triste y bellas

mientras busco en mi jolongo

y medicinas dispongo

al piadoso uso de ellas.

36

En la necesaria guerra

a Alcil Duvergie, el valiente

un mal plomo dio en su frente

y cayó a abonar la tierra

que ahora lo mira y lo encierra.

Traen el agua turbia, oscura;

no hay otra para la cura.

Los heridos ya me esperan

y, algunos, se desesperan.

Borrero a ayudar se apura.

37

Aplico el desinfectante

a una herida narigona;

entró y salió por la zona

de la espalda el plomo errante.

¿Y dónde está el practicante

que no viene a sus heridos?

Afriebrados y dolidos,

penden de la hamaca herida

y no poder con mi vida

aliviar a estos sufridos.

(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.

(*) Tomado de Facebook. Publicado el 9 de mayo a las 5:18 am  

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miércoles, 11 de junio de 2025

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (5 de 12)

Por Roberto Sotolongo (**) 

Pero ¡qué triste noticia! ¿Será verdad que ha muerto Flor? ¿el gallardo Flor?

Una hermosa relación de amistad entre Martí y Crombet explica el profundo golpe que significó para el líder del PRC la muerte en combate de Flor, ocurrida el 10 de abril de 1895, cuando un balazo destrozó su cabeza.

Flor Crombet (1851-1895)

Durante la guerra grande Martí se granjeó la amistad de muchos hombres: a unos los conoció durante el estallido bélico; a otros, en medio de la vorágine de la guerra. Uno de esos patriotas que alimentaron sus simpatías fue Flor Crombet, persona noble, valiente en sus criterios y en el fragor del combate. Un año y cuatro meses mayor que el Apóstol, pues había nacido un 17 de septiembre de 1851, tenía como nombre Francisco Adolfo Flor Crombet Tejera y era oriundo de El Cobre, Santiago de Cuba. 

Guerrero de las tres contiendas, llegó a alcanzar el grado de General de Brigada. Sintió por Martí un cariño y admiración proverbiales, que demostró en más de una ocasión, como aquella en que, gracias a su disposición, salvó los destinos de una expedición. Fue una de las previstas en el exilio en pro del comienzo de la guerra necesaria.

El 19 de enero de 1895 le propone a Antonio Maceo que aliste su expedición, para lo cual le hará llegar dos mil pesos; sin embargo, para sorpresa de todos y de manera absurda e inexplicable, el General le solicita cinco mil pesos oro en vez de los dos mil disponibles, de lo contrario no podrá organizar la expedición. De esta manera el Titán de Bronce hace caso omiso de la situación creada por la traición de Fernando López de Queralta, que provocara el aborto de las expediciones del Amadís y el Lagonda, y el hecho de que ya la guerra había comenzado anticipadamente en la Isla.

Y es justamente en estos momentos de tensión y desespero que Flor Crombet se ofrece al Delegado para dejar listos los preparativos del viaje a Cuba con el dinero que se cuenta. Apoyado por Gómez, Martí decide que sea el santiaguero quien dirija la expedición, en la que también irá Maceo subordinado a este.

Esta hermosa relación de amistad entre los dos patriotas, explica el profundo golpe que significó para el líder del PRC la muerte en combate de Flor, ocurrida el 10 de abril de 1895, cuando un balazo destrozó su cabeza.

La noticia llegó a Martí en plena manigua el día 21 de abril. Así la recogió en su Diario:

21.__ A las 6 salimos con Antonio, camino de San Antonio.... A poco, sale por la vereda el anciano negro y hermoso, Luis González, con sus hermanos, y su hijo

Magdaleno, y el sobrino Eufemio.... Luis me levanta del abrazo. Pero ¡qué triste noticia! ¿Será verdad que ha muerto Flor? ¿el gallardo Flor?: que Maceo fue herido en traición de los indios de Garrido: que José Maceo rebanó a Garrido de un machetazo..........___El médico preso, en la traición a Maceo, ¿no será el pobre Frank? ¡Ah, __Flor!__"

26.__ .... José Maceo, formidable, pasea el alto cuerpo; aún tiene las manos arpadas, de la maraña del pinar y del monte, cuando se abrió en alas la expedición perseguida de Costa Rica, y a Flor lo mataron, y Antonio llevó a dos consigo, y José quedó al fin solo, hundido bajo la carga, moribundo de frío en los pinos húmedos, los pies gordos y rotos: y llegó, y ya vence.

El poeta de Corazón a diario, atrapó el dolor de Martí en estos diez versos:

28

Llegó una noticia triste,

a Flor Crombet lo balearon.

Él lo vio, lo acribillaron.

De penas, mi voz insiste.

_ Juan, le preguntó, ¿lo viste?

_ Le vi el pecho destrozado

y el labio roto, cortado.

Pienso en su cabeza muerta,

bella y fría, ya desierta.

Me deja un dolor callado.

(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.

(*) Tomado de Facebook. Publicado el 7 de mayo a las 11:15 am

Otros Artículos de Roberto Sotolongo en este blog:

La mujer de su vida.

José Martí: El asta contra el hacha.

La reseña como parte de la crítica literaria.

Roberto Sotolongo (1957)
@AGS



(**) Roberto Sotolongo (Aguada de Pasajeros 1956) Es graduado en Filosofía por la Universidad Lomonósov de Moscú. Narrador, poeta e investigador. Miembro de la Sociedad Cultural «José Martí». En 1976 Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa. En 1987 obtuvo Primer Premio en el Concurso Provincial «Raúl Aparicio». Ha publicado cuentos, poemas y artículos en Conceptos, Creación, Revista cultural Ariel y en el Boletín Literario Mercedes Matamoros.

domingo, 8 de junio de 2025

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (4 de 12)

Por Roberto Sotolongo (**)

Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos.

Mucha desazón sembró en el alma de Martí aquel difícil encuentro: su vida continuó siendo un calvario, aun estando entre sus propios compañeros.

La Junta de la Mejorana, óleo sobre tela
de Juan Emilio Hernández

Habían transcurrido veinte días, desde aquel 15 de abril en que Martí fue investido del grado de Mayor General del Ejército Libertador, cuando el 5 de mayo ocurre la controvertida entrevista de La Mejorana, protagonizada por él, Gómez y Maceo. Sobre el hecho existen diversas y controvertidas opiniones. Algunos historiadores edulcoran el encuentro, haciendo más énfasis en los resultados del mismo que en el proceso de las conversaciones; otros, mencionan como de pasada el suceso. Contribuyen a tales consideraciones la increíble ausencia de un documento que diera testimonio de lo acontecido, ni siquiera se redactó un acta que dejara constancia de la tan importante entrevista. Sólo contamos con los apuntes del día 5 hechos por Martí en el Diario.

Tres aspectos, como bien se sabe, se abordaron en la reunión: el momento oportuno de efectuar la invasión a occidente, la distribución de los mandos del ejército, y el tipo de gobierno que debía tener la Revolución y la manera de nombrar los delegados a la asamblea, encargados de elegir dicho gobierno. Justamente fue este último asunto el que desencadenó las asperezas y los disgustos entre aquellos hombres.

El Apóstol fue transparente en su concepción: un gobierno civil que representara dignamente al país y el Ejército con total libertad en sus movimientos y operaciones militares, sin que sufriera, como en la guerra del 68, interferencias de las estructuras civiles. Para Maceo esto era un disparate, ni siquiera creía oportuno crear un gobierno de esa naturaleza; abogaba por una Junta de Generales con mando pleno que dirigiera la contienda y una Secretaría General subordinada a esta.

Mientras Martí buscaba el equilibrio en la dirección de la Revolución, Maceo prefería el mando único, es decir los dos poderes, el civil y el militar, en una sola mano. ¿No era esta posición una clara evidencia del peligro que se corría -de acatarse la misma- de que en Cuba se enseñoreara de la guerra el caudillismo, que tanto daño hiciera en las repúblicas latinoamericanas, y provocara a la larga el surgimiento de una odiosa dictadura? Nadie lo duda, y el Apóstol estaba consciente de ese riesgo.

Al respecto no se ha agotado el tema de discusión, quien lo ha tratado con más lucidez es Rolando Rodríguez en su ineludible obra: Cuba. La forja de una nación.

Mucha desazón sembró en el alma de Martí aquel difícil encuentro: su vida continuó siendo un calvario, aun estando entre sus propios compañeros.

He sido somero en el comentario de este asunto, a pesar -y por ello mismo- de las tantas aristas que tiene. Prefiero, en cambio, que sean las palabras del propio Delegado las que nos trasmitan las impresiones que tuvo sobre aquella entrevista, según constan en sus anotaciones del 5 de mayo. Les advierto que no aparece en su Diario todo lo que escribió al respecto, por la sencilla razón de que, tras su muerte, alguien se hizo del mismo y le arrancó cuatro páginas, las correspondientes a las enumeradas 28, 29, 30 y 31, todas del día 6 de mayo. Misterio del que también escribiremos en otra ocasión.

5.__ Maceo nos había citado para Bocuey. De pronto unos jinetes. Maceo en un caballo dorado, en traje de holanda gris: ya tiene plata la silla, airosa y con estrellas. Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno; una junta de generales con mando, por sus representantes, -y una Secretaría general: -la patria, pues, y todos los oficios de ella..., como secretaría del ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante. Lo veo herido- «lo quiero menos de lo que lo quería»... Insisto en deponerme ante los representantes que se reúnan a elegir gobierno.... él mandará los cuatro de Oriente: «dentro de 15 días estarán con ustedes… y serán gentes que no me las pueda enredar allá el doctor Martí». En la mesa opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese al asunto: me hiere, y me repugna: comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. A caballo, adiós rápido. «Por ahí se van ustedes.». y seguimos... sin rumbo cierto. Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos»

En tres excelentes décimas encierra Ramón Guerra, como una ofrenda hacia el histórico 5 de mayo, parte de lo sucedido aquella tarde de entuertos:

47

En el ingenio es la cita.

Maceo, en corcel dorado

y de gris uniformado,

a la reunión nos invita.

Todo en derredor se agita

en curiosa animación.

Hay goce y admiración

en los criados y en todos.

Nos miran con buenos modos

Se cita a confrontación.

48

En la mesa me estremezco;

se me ha intentado tomar

como el que quiere abogar

de tutor ciudadanesco

de trabas, no pertenezco

a la casta leguleya.

Me repugna esta querella

pero sin enflaquecer

mi cargo he de deponer,

si en ello nada atropella.

49

Maceo y sus ayudantes

ya se aprestan a partir.

La tarde empieza a cernir

vapores turbios, flotantes.

De los bejucos colgantes

la quietud pende en racimos.

A los caballos subimos

sin rumbo fijo, azaroso.

Damos a un rancho fangoso

y apiñados nos dormimos.

(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.  

(*) Tomado de Facebook. Publicado el 5 de mayo a las 8:51 pm  

Otros Artículos de Roberto Sotolongo en este blog:




Roberto Sotolongo (1957)
@AGS




(**) Roberto Sotolongo (Aguada de Pasajeros 1956) Es graduado en Filosofía por la Universidad Lomonósov de Moscú. Narrador, poeta e investigador. Miembro de la Sociedad Cultural «José Martí». En 1976 Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa. En 1987 obtuvo Primer Premio en el Concurso Provincial «Raúl Aparicio». Ha publicado cuentos, poemas y artículos en Conceptos, Creación, Revista cultural Ariel y en el Boletín Literario Mercedes Matamoros.

LA OFRENDA DEL PRIMOGÉNITO (*) (10 de 12)

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