viernes, 25 de mayo de 2018

DE CUANDO CECILIA VALDÉS CANTÓ EN SANTO DOMINGO

(Este artículo lo publiqué el 9 de febrero de 2013, pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, estos despistes siguen ocurriendo, por lo que es bueno recordar la Historia para no repetirla, así que ahí les va) 

Es sabido que la rapidez en los medios impide muchas veces la corrección de faltas ortográficas, malas sintaxis y otras yerbas; pero además de eso, hay contenidos que matan.

Así como por el síndrome del envase vacío se me acumulan piezas que periódicamente debo desterrar de mis anaqueles, otro tanto me sucede con impresos de todo tipo. Revistas, periódicos, notas manuscritas, listas de supermercado, boletos aéreos, estados de cuentas se me acumulan de manera descontrolada, por lo que de tanto en tanto me veo obligado a llamar al orden y deshacerme de esa impedimenta.

Por supuesto, que cada una de esas campañas de persecución de papeles acumuladores de polvo y humedad debo realizarla con cuidado, porque no se debe lanzar a la basura ningún dato comprometedor -por si las moscas- y mucho menos un dato que pudiera necesitar para documentar algún diagnóstico.

Siendo esto así, durante la última campaña, mientras inventariaba lo que sí y lo que no, encontré una página de una publicación del Ministerio de Cultura de la República Dominicana, una crónica que se ha salvado del reciclaje y permanecerá, a partir de hoy, digitalizada, como uno de los más ensordecedores dislates que he tenido la oportunidad de leer.

Es sabido que la rapidez en los medios impide muchas veces la corrección de faltas ortográficas, malas sintaxis y otras yerbas; pero además de eso, hay contenidos que matan. He podido leer críticas de conciertos de música clásica en los que se mencionan obras que nunca se interpretaron, e incluso crónicas de eventos que fueron suspendidos. Sin embargo, el impreso al que me refiero sobrepasa lo imaginable.

En la página 23 de la revista Observatorio, editada por el Ministerio de Cultura de la República Dominicana -en fecha que no pude rescatar-, bajo el título de “Conservatorio Nacional de Música de aniversario”, en uno de sus párrafos dice: “Como parte del programa, se interpretaron: “Un tango” de Claude Bolling, […]; también, “Quando me vo”, de Giaccomo Puccini; y “la Salida de la Zarzuela”, de Gonzalo de Roig, a cargo de Cecilia Valdés y Marianela Sánchez, como sopranos, […]” (Sic) (¡!)

Es decir, quien escribió esto, no tiene ni idea de lo que escuchó, si es que ciertamente estuvo en la sala. Lo que interpretó Marianela Sánchez fue la «Salida de Cecilia», de la zarzuela Cecilia Valdés, de Gonzalo Roig. Esta es una parte emblemática de la obra, porque es donde se presenta la protagonista ante el público y canta una romanza conocidísima. Además, la zarzuela está basada en una obra clásica de la literatura americana; sin embargo, la crónica nos dice que «la Salida de la Zarzuela», estuvo a cargo de Cecilia Valdés y Marianela Sánchez como sopranos.

Este es uno de los síntomas que con mayor fuerza documenta la inopia de algunos medios tradicionales dominicanos; pero sobre todo, es la muestra del clientelismo político y del valor del “enllave” por encima del conocimiento.

domingo, 20 de mayo de 2018

SI LE IMPORTA UN PITO LA SINFÓNICA NO LEA ESTO


(Este artículo lo publiqué en 2008, pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, forma parte de la Historia, así que ahí les va) 

«Si no puedes resolver un problema, crea otro».

Esta máxima tiene que estar escrita en las mentes de quienes rigen los destinos de la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana en la actualidad, porque a su incapacidad para ponerla a sonar, literalmente, anteponen cualquier baladí empeño.

Foto: Fuente externa
La institución, que dejó de existir para la vida musical de Santo Domingo hace más de cuatro años –por aquello de que orquesta que no suena no es orquesta-, recibió el lunes 19 de mayo de 2008, junto con la noticia de una nueva suspensión de ensayos y conciertos, la entusiástica encomienda de participar junto a la administración en la actualización de sus reglamentos. Y sus integrantes, que somos dóciles, sanos e ingenuos asumimos la encomienda.

He aquí uno de esos raros y magníficos ejemplos de lógica irracional. Los administradores de la orquesta, son incapaces de crear la logística necesaria para la realización de ensayos y conciertos semanales, como se hizo desde la década del setenta del siglo XX hasta el año 2004. Esto quiere decir que no pueden cubrir los costos de los cuarenta (40) o cincuenta (50) conciertos anuales que incluyen, entre otros rubros, el alquiler de sala de ensayos-conciertos, del transporte de instrumentos, el pago del caché de solistas y directores, y los contratos de los músicos que le faltan al plantel.

Con esta persistente falta de lugar físico y de mano de obra para el trabajo, es imposible establecer reglas ciertas para laborar; sin embargo, los administradores concentran su acerba cultura gerencial en reglamentar horarios, composturas y otras normas, crean un nuevo problema y difuminan el medular ya existente.

Después de treinta (30) años tocando en orquestas sinfónicas, aprendí que una institución de este tipo no necesita más que tres cosas para existir dignamente: un director, un grupo de músicos y un local de ensayos-conciertos. Todo lo demás viene por añadidura.

Pero si a usted le importa un pito la sinfónica, y leyó esto por curiosidad, olvídelo.

Artículo relacionado: VUELVEN A SUBIR AL TREN ALGUNOS ARTÍCULOS QUE SE BAJARON EN LA PARADA EQUIVOCADA

viernes, 18 de mayo de 2018

YO EXIJO

(Este artículo lo escribí cuando se convocó un día por Cuba, pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, a la luz de los hechos, está tan actualizado como si lo hubiera escrito hoy, así que ahí les va) 

Paráfrasis de algunas promesas incumplidas.

©ags
Para sumarme a la convocatoria de un día por Cuba he utilizado las mismas palabras que usó Fidel Castro en el juicio que se le siguió por haber participado en el ataque al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953. Entonces, él enunció cinco leyes que serían puestas en vigor inmediatamente después de alcanzar el poder si aquel temerario e irresponsable acto hubiera tenido éxito. Hoy, aquellas promesas incumplidas hacen válidas esas palabras y parafraseándolas yo exijo:

Que se anule a todos los efectos la constitución actual, que ha sido impuesta por la violencia de un régimen unipartidista, que ha sido impuesta por un poder omnímodo que eliminó toda oposición, desterró el Estado de Derecho y la libertad de expresión.

Yo exijo que se devuelva al pueblo de Cuba la soberanía y sea proclamada la Constitución de 1940 como la verdadera Ley Suprema del Estado Cubano, hasta tanto el pueblo decida modificarla o cambiarla libremente.

Yo exijo que se conceda la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los campesinos que una vez fueron beneficiados por las leyes agrarias y que poco a poco fueron despojados de esas tierras para convertirlas en cooperativas o pasaron a manos del llamado Estado cubano.

Yo exijo que se indemnice a los antiguos propietarios de las tierras concedidas a los campesinos beneficiados por las leyes agrarias y que se devuelva a sus antiguos dueños la propiedad de las tierras que fueron expropiadas y que hoy permanecen inutilizadas.

Yo exijo que los obreros y empleados tengan el derecho de participar en el treinta por ciento de las utilidades en todas las empresas industriales, mercantiles y mineras incluyendo centrales azucareros.

Yo exijo que todos los empleados, tanto los que laboran en el país como los que cumplen las llamadas misiones, participen del treinta por ciento del rendimiento de las empresas en las que laboren, sean estas de capital nacional, extranjero o mixto.

Yo exijo que quienes ostentan el poder en Cuba asuman sus responsabilidades en la catástrofe económica que ha durado más de medio siglo, y que reconozcan que fueron incapaces de crear riquezas sin la dependencia financiera de los Estados Unidos, como lo demuestran más que fehacientemente las acusaciones que han hecho contra el embargo durante todos estos años.

Yo exijo que quienes han ostentado el poder durante estos últimos 56 años reconozcan que fueron incapaces de crear un país mejor sin la colaboración la potencia vecina, que fueron incapaces de propiciar un país más rico que el que encontraron en 1959.


Yo exijo que se respete mi derecho a expresarme con entera libertad. Sin ello no podrán llenarse ni las meras apariencias de justicia.

Artículo relacionado: VUELVEN A SUBIR AL TREN ALGUNOS ARTÍCULOS QUE SE BAJARON EN LA PARADA EQUIVOCADA

jueves, 17 de mayo de 2018

VUELVEN A SUBIR AL TREN ALGUNOS ARTÍCULOS QUE SE BAJARON EN LA PARADA EQUIVOCADA


©ags
A partir de hoy comenzaré a reeditar un montón de artículos que por algún quítame allí esa paja, o por poner el dedo donde no va, se me quedaron fuera de este blog, yendo a parar a la categoría de «programadas». Estas entradas salieron del camino, dejaron de estar a la vista, incluso, algunas en las que recibí piropos y regaños. Me imagino que quienes escribieron los primeros se habrán sentido defraudados y me habrán calificado de malagradecido al borrarlos junto con el artículo, y los segundos rápidamente pensaron que los había censurado por intolerante.

He titubeado en cómo dar solución a este asunto, pensé primero que no valdría la pena reeditar lo que ya había estado en el blog, lo que ya habían leído los que suben a este Tren; sin embargo, casi todos los artículos conservan algo que debe atraer nuevamente al lector, algo que puede interesar aún, algo de Historia reciente.

Como los he tenido que leer todos de nuevo, encontré, que en muchos casos, conservan plena actualidad, incluso, en algunos de ellos, lamentablemente, no me equivoqué, mis pronósticos pesimistas se cumplieron.

Y esto no me agrada, y aunque parezca una pose no lo es, ya no me agrada para nada tener que decir: «te lo dije», es una sentencia en la que quizás me regodeé cuando me creía sabio, en aquella lejana edad de la adolescencia, donde casi todos, hasta los genios, adolecemos de lo que nos provee la vida cuando la observamos por mucho tiempo y muy detenidamente: intuición, y no me daba cuenta que los errores y horrores del prójimo acaban siempre por tocarme. 

Claro, que ni es tanta la intuición que he podido acumular, porque si así lo fuera, hubiera escapado de detrás de este contrabajo que me secuestró y estaría por ahí dando cátedras con «intuición», estaría entre ese grupo élite que tanto admiro y hacen parte de las letras más leídas en la actualidad… o mejor aún, alguien me hubiera visto claramente, incluso, detrás del… palo iba a decir, pero debe ser detrás del contrabajo. En fin, y para que este cuento no te parezca largo, volveré a contarte algunas de las historias que ya habían subido a El Tren, ahí las iré dejando, me gustaría que te gusten y me gustaría saberlo.  

miércoles, 16 de mayo de 2018

ELEGIR NO ES COMULGAR

(Este artículo lo escribí hace tres años pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, a la luz de las elecciones en Cuba y las anunciadas en Venezuela, está tan actualizado como si lo hubiera escrito hoy, así que ahí les va) 

En Cuba, para la gran mayoría, ha sido imposible elegir entre un auto japonés o uno europeo, ha sido imposible, durante más de medio siglo, elegir libremente el vestuario, la comida, la escuela a la que asistirán sus hijos, el credo en el que crecerán sus familias, la carrera, el empleo, la ciudad en la que habiten.

Foto: Fuente externa
La lógica irracional de las «elecciones» en Cuba

Hace más de medio siglo, cuando la Coca-Cola solo existía en el recuerdo de los cubanos, se propagó el mito o leyenda según el cual, el entonces Comandante Ernesto Guevara, alias el Che, había dicho que la Coca-Cola sabía a cucaracha.

A pesar de que los cubanos habíamos probado la Coca-Cola muchos años antes de aquellos dichos «antiimperialistas», muchos llegamos a convencernos de que aquellas palabras eran ciertas, en definitiva, a veces la memoria falla, y, más aún, ya no había manera de elegir entre Coca-Cola Ironbeer, Jupiña, Materva, Pepsi-Cola o cualquier otra marca para hacerse una idea propia de aquel asunto. 

Entonces, a causa de las expropiaciones y las ineficiencias productivas del nuevo régimen, desaparecieron todos los productos de consumo -tal como sucede hoy en Venezuela-, y a fuer de no tener otra opción, junto con las marcas y la variedad de los productos de consumo, desapareció de la sociedad cubana la capacidad para elegir. Entonces debimos comulgar, emigrar o perecer.

Han pasado 56 años en los que varias generaciones han vivido sin la capacidad para elegir un buen café, un buen tabaco… y ni hablar de una buena fabada. Durante más de medio siglo, ha sido imposible para varias generaciones ir al mercado y elegir la marca de su preferencia. Algo tan simple como elegir el queso crema Philadelphia para los cascos de guayaba Conchita, ha sido extirpado de la mente de los cubanos que viven en la isla.

En Cuba, para la gran mayoría, ha sido imposible elegir entre un auto japonés o uno europeo, ha sido imposible, durante más de medio siglo, elegir libremente el vestuario, la comida, la escuela a la que asistirán sus hijos, el credo en el que crecerán sus familias, la carrera, el empleo, la ciudad en la que habiten, el lugar al que viajen, las palabras que digan, el periódico que lean, el canal de televisión que sintonicen, la emisora radial que escuchen y el lugar en el que han de reposar sus restos mortales y los de sus familias.

Para millones de cubanos ha sido imposible, durante cincuenta y seis años, elegir libremente cualquier cosa, eso desapareció de la ideología de la gran mayoría de los cubanos que viven en la isla; sin embargo, este fin de semana, el domingo 19 de abril -casualmente una fecha de gran importancia para la llamada «revolución cubana»-, quienes ejercen el poder en Cuba han echado a volar las campanas de unas «elecciones democráticas».

Sin dudas que este es un paso más en la ilusión que están vendido al mundo los hijos de Birán, y por supuesto, esa ilusión la pueden hacer pasar como verdad porque, entre otras cosas, la gran mayoría de los que han votado perciben que han elegido, que pudieron optar por el candidato de su preferencia; sin embargo, del mismo modo que no les ha sido posible elegir los productos que consumen, tampoco les ha sido posible elegir las ideas políticas en las que creen, no les ha sido posible elegir a los candidatos libremente, porque los candidatos, para ser elegibles, deben ser «revolucionarios» y ser «revolucionario», en el contexto de la llamada «revolución cubana», se define como el solidario del partido único, del partido liderado por el mismo hombre y su hermano desde hace más de medio siglo. Los candidatos deben coincidir en ideas o sentimientos con los líderes de la «revolución».

Para que los cubanos podamos elegir libremente, para que tengamos libertad para obrar, debemos tener opciones distintas, y para eso, quienes ostentan el poder deben descriminalizar la oposición y reconocerla como una fuerza esencial para la construcción de la verdadera democracia. Mientras no exista la posibilidad de que cada cual elija la opción que considere mejor entre propuestas distintas, mientras los que disponen del poder en Cuba continúen en la «batalla de ideas» -si antes no sucede lo inexorable-, los cubanos seguirán yendo a las urnas para comulgar, no para hacer una elección.


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