Y mire usted, ante Machado y Batista se levantó una mayoría que comprendió la importancia de «el enemigo común», pero después, durante más de 65 años de tiranía castrista, el concepto se nos escapó de las mentes.
Hace muchos años, a finales del siglo
XX, cuando mi abuelo era Gran Maestro de la Logia Rayos y Soles de José Martí,
en Aguada de Pasajeros, me decía que los masones no hablaban ni de política ni
de religión cuando estaban en sesiones, y eso debería aplicar hoy para los
cubanos, porque se exaltan las pasiones, se sobrepasa la razón y se producen
declaraciones que no nos ayudan como cubanos, porque los cubanos no vivimos en
democracia, aunque votemos por las democracias más dispersas en los cuatro
puntos cardinales. Para hablar de política y religión, decía mi abuelo, como
para comer pescado, hay que tener mucho cuidado.
Un cubano que vota por un partido
democrático en cualquier otro país, no es un cubano que vive en democracia en
Cuba, nosotros no vivimos en democracia en nuestro país, y no podemos aplicar a
nuestro país lo que vemos en otros, el debate plural y democrático, por
ejemplo, no aplica para los cubanos cuando en el centro del colimador se sustituye
la tiranía por otro enemigo de la dictadura, quien por Hache o por Be no nos
gusta lo que dice y/o lo que hace.
Ahí están las declaraciones bastante
lamentables de cubanos que dicen luchar por la democracia en Cuba, que denostan
a otros que también luchan por lo mismo, pero lo hacen de otra manera. No podemos estar jugando a la
democracia cubana mientras no vivamos en una democracia cubana. Todos los que
estamos en contra del castrismo, de la tiranía castrista, tenemos un solo
enemigo, y ese enemigo es esa tiranía, es la dictadura castrista, es el enemigo
común que no debe salirse nunca del centro del colimador.

Abrir fuego entre nosotros es darle aire
al enemigo, por eso para mí lo más atinado es utilizar el principio matemático
que dice que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, y el amigo de mi enemigo, es
mi enemigo. Los cubanos no vivimos en democracia, por lo tanto no podemos jugar
a ella entre nosotros, ni dentro ni fuera de la Isla. Los opositores que se
enfrentan a la tiranía y que han soportado los rigores de torturas, presidio y
persecución, han sido también víctimas de otros cubanos que se oponen al mismo
enemigo, porque tratan de debatir ideas sin vivir en democracia. Los cubanos no
vivimos en democracia y por lo tanto nos cuesta mucho ejercerla.

Existen muchísimos documentos
valiosísimos; entre ellos, La Patria es de Todos, donde se documenta cómo
debería ser nuestra democracia. Unos prevén qué debe suceder a partir del
derrocamiento de la tiranía. Existe una amplia bibliografía, pero muchos cubanos
la desconocemos. Hay documentos interesantísimos acerca de cómo deberá ser la
economía, cómo deberán ser las inversiones, cómo deberán ser las elecciones y
cómo ejercer la democracia en Cuba, pero de eso conocemos muy poco y se debate
mucho menos. Por lo tanto, yo lo veo muy sencillo, cuando se me traba el
paraguas solo me pregunto: ¿Es amigo de mi
enemigo o es enemigo de mi enemigo? Eso puede llevar a un mejor entendimiento y
no a estar denostando al enemigo de mi enemigo como si viviéramos en
democracia.

Incluso, en los casos en los cuales
ciertamente un agente encubierto, o chivato, se hace pasar por opositor y hace
declaraciones en contra de la dictadura, esas declaraciones van más allá de
quien las pronuncia y surten un efecto verdadero en contra de la dictadura, y
aquí lo importante es lo que se dice y no quién lo dice.
Al leer la Bohemia de los años 50's
del siglo XX es posible apreciar cómo se debatían las ideas democráticas,
incluso después del golpe de estado de Batista, porque la pérdida de la
democracia que provocó aquel nefasto acontecimiento, fue una pérdida de la
democracia muy parcial. No se perdió totalmente la libertad de prensa, los
medios no cayeron en manos de la dictadura ni se convirtieron plenamente en
voceros de la tiranía ni en herramientas para lavar cerebros como sí sucedió
poco después del golpe de estado de Fidel Castro en 1959. Entonces en Cuba
existía un régimen democrático y hasta que no aparecieron los dictadores:
Machado y Batista, no hubo un enemigo común. Y mire usted, ante Machado y
Batista se levantó una mayoría que comprendió la importancia de «el enemigo
común», pero después, durante más de 65 años de tiranía castrista, el concepto
se nos escapó de las mentes.
Y para no hacer más larga esta
historia y como es bien sencilla la conclusión, apeguémonos a la Ley de signos
que reza: El enemigo de mi enemigo es mi amigo.
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