Desde 1917, Vladímir dejó sentadas las bases de la vida y la muerte de las almas que le rodeaban, así que desde mi ignorancia del tema puntual que se trata, pero con el conocimiento de esas implacables degustaciones de Saturno a lo largo de más 63 años en Cuba, dudo mucho que el alma de un tipo de tanta importancia en el tablero hubiera gozado de su libre albedrío y no estuviera, desde el primer día, con el grillete electrónico atado a su pierna, y anotadas todas las jugadas posibles a cada marca del reloj.
Así que me uno al grupo de los que dudan de la versión oficial y mucho más al sector que supone que esta oportuna o lamentable pérdida haya causado sorpresas tales que hagan temblar el pulso de quienes mantienen en sus manos los hilos del poder en Cuba. Él, quienes le precedieron en la partida y quienes le sucedan, correrán la misma suerte hasta que a Saturno le sea arrebatado el poder.
PD: Horas después del comunicado oficial se supo que el finado había sufrido una larga y penosa enfermedad.
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