viernes, 9 de agosto de 2013

CLARO, CLARINETE, CLARINETÍSIMO… el arte pudiera darte dinero, pero el dinero no te hará artista (2 de 4)

Entrevista con el Licenciado Roberto Medina, fundador de Clarinetísimo

Nuestro trabajo permitió que los estudios académicos del clarinete se estandarizaran, que adquirieran una continuidad metodológica desde el NE hasta el NM y que los estudiantes se graduaran del Conservatorio con la preparación adecuada para continuar estudios superiores o iniciar su vida profesional con un nivel aceptable.

Con la música a otra parte
Antonio G. Sotolongo: ¿Cómo y cuándo llegaste a Santo Domingo?

De Izq. a der. Randy de Luna, Juan Gabriel Olivares, Darleny
González y Roberto Medina
Roberto Medina: Nosotros teníamos el “Trío de Cañas Federico Smith”, que integraban además Javner Alampana en el fagot y Reinaldo Pérez en el oboe. Javner vino a Santo Domingo en 1990 y consiguió entusiasmar a algunas personas para que nos invitaran a tocar aquí. Eso coincidió con la visita que hizo a Cuba en 1991 el Maestro Rafael Villanueva, entonces director adjunto de la Sinfónica Nacional de la República Dominicana, con la intención de contratar músicos, y por esas casualidades se mezclaron las dos cosas y los integrantes del trío fuimos seleccionados para venir a tocar con la Sinfónica y dar clases en el Conservatorio.
Un nuevo comienzo
AGS: ¿Qué encontraste en Conservatorio Nacional de Música de Santo Domingo?

RM: Había que actualizar el programa de clarinete… a mi me dieron un folder con un documento escrito a maquinilla, muy antiguo, sumamente atrasado. El sistema de clases no se ajustaba a las competencias de la época, no quiero establecer juicios pero en realidad era otro mundo… algo muy distinto a lo que debió ser… así que en estos veintidós años de trabajo intenso he podido acercarme un poco a lo que debería ser porque en realidad partimos de cero.

Yo recuerdo, y esto lo entenderán perfectamente los músicos, que las escalas en los exámenes se tocaban leyendo el papel, algo muy lejano a lo que debe ser, porque las escalas son el centro de un sistema de ejercicios y así es en todos los instrumentos, y esto es por razones múltiples. Las escalas son el centro de ejercitación para resolver infinidad de problemas, sean de arcos en los instrumentos de cuerdas, de digitación, de sonido etc., por lo que es indispensable tocarlas de memoria.

Cuando comencé en el Conservatorio, en los exámenes se tocaban solamente las escalas mayores en una octava, la tríada de la tónica y las leían en la partitura, además los estudiantes tocaban sentados.

Así que nuestra gran batalla – aquí incluyo a Reinaldo Pérez quien comenzó a dar clases de oboe en condiciones muy similares-, fue conseguir que en los exámenes los estudiantes tocaran de pie, después que tocaran de memoria y finalmente que la escala fuera el centro de todo un sistema de ejercicios. Eso nos costó muchos debates y me imagino que no faltó alguien que comentara: “¡Y qué se piensan estos cubanos!”… pero es que teníamos que afrontar eso porque nuestro objetivo era esto que hoy se ve y por lo que tú me estás haciendo esta entrevista.

Nuestra gran aliada en estos cambios fue doña Floralba del Monte, y pienso que ella lo entendía bien porque en el piano las escalas se utilizan también como el centro de un sistema de ejercicios, además porque Floralba estudió en París y recorrió el mundo, así que ella sabía que estábamos cerca de la verdad. Ella lo entendió perfectamente porque ella participaba en todos los exámenes y podía ver y escuchar a todos los estudiantes.

Los primeros graduados en Santo Domingo
AG: De los primeros estudiantes de clarinete que tuviste en Santo Domingo ¿quiénes llegaron al final de los estudios y hoy son profesionales de la música?

RM: El primero que se graduó conmigo fue Jorge Félix Núñez Maldonado, y para darte el dato preciso te diré que he graduado en total once clarinetistas hasta el curso 2012-2013.

Pero bueno, para seguir en el orden cronológico debo ir al año 1993, porque entonces, cuando estaba preparando a Jorge Félix para su graduación, sucedió que al oboísta Reinaldo Pérez y a mi no nos renovaron el contrato en la Sinfónica, entonces el Director de Bellas Artes, que era Ricardo Bello, y doña Floralba nos propusieron abrir la línea de clarinete y oboe en la Escuela Elemental de Música Elila Mena. Entonces, ese hecho nos permitió comenzar a cambiar realmente la historia del clarinete y el oboe en el país.

La oportunidad de cambiar la historia
AG: Háblame ahora del programa de estudios para clarinete que tenía la Escuela Elemental.

RM: No tenía. Nosotros iniciamos el nivel elemental, anteriormente era piano el instrumento más popular en esa escuela, y después se fue nutriendo con otros profesores de otros instrumentos, pero en 1993 solamente había piano, violín, violonchelo y flauta. En clarinete yo fui el que inició las clases, porque desde que se inauguró la Escuela en 1947 nunca estuvo entre sus ofertas el clarinete. 

Nosotros hicimos los programas de estudio y fue la oportunidad para hacer que el programa de NE y el de NM tuvieran una relación de continuidad, y es por eso que hoy los que terminan el NE y continúan en el Conservatorio transitan sin dificultades técnicas.

Charles Neidich, Ayako Oshima y Enmanuel Pérez en una
Clase Magistral
AG: ¿Cuáles fueron las referencias técnicas y pedagógicas que tomaron para crear esos programas?

RM: Tengo obligatoriamente que mencionarte a Reinaldo Pérez porque fue con él con quien trabajé los programas de clarinete y oboe, porque ambos instrumentos están muy relacionados. Obviamente tomamos como referencia los programas de Cuba, que como es sabido toma referencias a su vez de los programas de todos los países de Europa del Este, pero también de Europa del Oeste por la larga tradición que el clarinete tiene en Cuba.

Yo chequeé programas alemanes, franceses, españoles, norteamericanos y viendo tantos programas me pude dar cuanta que el programa de Cuba es muy bueno, entre otras cosas porque han participado muchos pedagogos, de muchos lugares del mundo en su creación, y constantemente se está cambiando y actualizando.

En conclusión, para los primeros años de estudios del clarinete aquí no había nada, así que es mi responsabilidad y eso marcó la diferencia, porque comenzamos a preparar estudiantes seleccionados, de manera tal que fuera la cantera de ingreso a los estudios medios y eso me permitió preparar a jóvenes instrumentistas que, como Darleny González, han alcanzado un altísimo nivel técnico e interpretativo y que son en la actualidad el mejor producto de todo este esfuerzo.
Nuestro trabajo permitió que los estudios académicos del clarinete se estandarizaran, que adquirieran una continuidad metodológica desde el NE hasta el NM y que los estudiantes se graduaran del Conservatorio con la preparación adecuada para continuar estudios superiores o iniciar su vida profesional con un nivel aceptable.

Quiero mencionar que el profesor Armando Abreu fue mi colega como profesor en el Conservatorio y en él también yo tuve un gran apoyo. Él fue una persona bondadosa que me ayudó muchísimo, tenía mucha experiencia y aunque su formación era más empírica que académica me sirvió siempre de gran ayuda y logramos establecer una relación de trabajo muy sincera en la que yo escuchaba sus opiniones sobre mis estudiantes y él escuchaba las mía acerca de los suyos, así que cuando él se jubiló sus estudiantes pasaron para mi clase y quedé con once alumnos bajo mi responsabilidad. Continuará…




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