El pulso con la obra no termina por supuesto
con la adaptación y dirección, sino que prácticamente comienza allí. La
escenografía, de Tracke Stage es sencilla y enervante, aterradora y alegre -con
el subrayado de las luces y la música-, según las emociones que van pasando por
el escenario. Las actuaciones de Richardson Díaz, Patricio León, Lía Briones y
Camila Santana son contundentes.
Una hora y tantos minutos de placer
estético, en los que todos los elementos que consiguen la magia estuvieron bien
equilibrados, y sobre todo, la seguridad de cada uno de los actores en sus muy
largos parlamentos, verdaderos monólogos que cabalgan sin descanso y sin prisa hacia
el muy distante próximo pie. Un gran ejercicio de concentración y una constancia
de la apropiación que ha hecho cada uno de los actores de su personaje.
Y sí, un periquito: el final lo sentí
abrupto, sin eso que algunos llaman un segundo o tercer final verdaderos, lo que
no resta un adarme a los muy respetables resultados de este tour de force
que ha significado la puesta en escena de Fausto, de Goethe en la Sala Ravelo
del Teatro Nacional Eduardo Brito, de Santo Domingo. Éxitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Están permitidos todos los argumentos, sobre todo los que están en contra de los expresados en este blog. No están permitidas las ofensas personales por innecesarias para defender una idea. Así que me tomaré el trabajo de censurarlas.