sábado, 22 de febrero de 2020

(SON Y SALSA) Y LA SALSA LE DIJO AL SON: «QUÍTATE TÚ PA´PONERME YO»

En el octogésimo quinto aniversario del natalicio de Johnny Pacheco (1 de 5)

Johnny Pacheco y Jerry Masucci le dieron vida a una disquera, Fania Records, que asumió el reto de suplir con salsa el mercado al que dejaron de llegar los productos de la música popular cubana.

Johnny Pacheco (Santiago de los Caballeros, República Dominicana 1935)

El próximo 25 de marzo, si mis fuentes no fallan, Juan Azarías Pacheco Kiniping cumplirá 85 años de edad, y para festejarlo haré lo único que está en mis manos hacer: publicar cada semana en mi blog algunos de los artículos que durante las dos primeras décadas del siglo XXI escribí tratando de darle una explicación teórica a lo que Johnny fue capaz de hacer en la práctica: torcerle el pescuezo al mercado de la música que utilizaba los productos de la música popular cubana y sustituir aquellos por los productos de la salsa.

Pero ¿qué es la salsa?, ¿es un género musical?, ¿cuáles fueron las causas que provocaron el desabastecimiento de los productos de la música cubana en el mercado internacional?, ¿la salsa es música cubana?, ¿el barrio de Nueva York desplazó a La Habana como termómetro del mercado de la música? Trataré de dar respuesta a estas preguntas, pero diré de entrada que Johnny Pacheco inventó la salsa.

El cortometraje Salsa propició que se
identificaran como salsa los productos
de la música cubana que comercializaba
la Fania 
Pues, sí, Johnny inventó la salsa. Sí, usted ha leído bien, Johnny, dominicano, nacido en Santiago de los Caballeros, inventó eso que millones bailan alrededor del mundo y que sin más ni más le llaman salsa. Pero eso, dicho así, pudiera provocar dos reacciones totalmente opuestas; una, a quienes les importa un bledo teorizar, y estos son casi siempre los bailadores y consumidores asiduos de salsa, quienes bailan no más escuchan una síncopa en clave cubana y a quienes a las diez de última ni les importa si lo que suena es una de las consagradas como Siembra, Mi gente, Diosa del ritmo, Quítate tú o cualquiera recién salida al mercado. Este grupo, al que le importa un bledo teorizar, y que le da lo mismo que Quítate tú sea un son montuno, Siembra un bolero son, Mi gente una rumba, o que Diosa del ritmo sea una guaracha es en realidad el público que disfruta bailar con eso que desde 1976, más o menos, le llaman salsa.

Otros reaccionarán con más «filosofía» y quizás presten atención a mis dichos y disientan absolutamente; pero, si usted llegó a leer hasta aquí, le invito a descubrir conmigo las respuestas a algunas de las preguntas que me ocuparon la sesera por largo tiempo y a festejar la obra de un músico extraordinario. Compartiré mis dudas, preguntas y respuestas y trataré de documentar las causas por las cuales, entre otras cosas, La Habana no sería más la jueza del mercado, nunca más se establecerían los gustos del público desde las pantallas de los televisores cubanos y que nunca más los salones de baile, como los de Prado y Neptuno o el Tropicana, darían las pautas a seguir en el negocio de la música, que las páginas de Bohemia o Vanidades no celebrarían los triunfos de las estrellas que titilaban en los escenarios cubanos y estas se convertirían en cánones a seguir. Trataré de argumentar por qué las ondas de Radio Progreso o la Mil diez nunca más llenarían el éter con las estrellas que brillaban en Cuba y las esparcirían por todo el Caribe, y trataré de documentar las causas por las que dejó de existir el sistema de estrellas que se impuso en los mercados desde Cuba durante la primera mitad del siglo XX y por qué se desmanteló el posicionamiento de los productos de la música cubana en el mercado.

Mi nuevo tumbao. Cañonazo. El Gran Pacheco, (LP 321)
fue el primer disco que publicó la Fania (1964)

Johnny Pacheco y Jerry Masucci le dieron vida a una disquera, Fania Records, que asumió el reto de suplir con salsa el mercado al que dejaron de llegar los productos de la música popular cubana hechos en Cuba y en las múltiples disqueras que a través del mundo estaban asociadas en la producción, divulgación y distribución de la música cubana. En los artículos que publicaré en este blog, trataré de responder y documentar cómo fue que el mercado de la música pudo vivir sin Cuba y sin los cubanos, que a la música cubana, como a cualquier otro producto, se le podía resignificar, recapitalizar e identificar con cualquier palabra que el público creara y/o aceptara, y que no era necesario darle al producto los nombres de rumba, charanga, pachanga, danzón, mambo o cha-cha-chá con los que se habían vendido durante la primera mitad del siglo XX toneladas de discos y se habían destruido en las pistas de bailes millones de pares de zapatos. Trataré de documentar como fue que la salsa le dijo al son: «Quítate tú pa´ponerme yo». Y feliz cumpleaños Maestro.


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