Para una estadística
futurista
“En un año un pasajero
importó, […] 41 monitores de computadoras y 66 televisores de pantalla plana.
Otra persona trajo 34 impresoras, 58 monitores y 74 torres de computadoras,
todo ello entre el 2011 y el 2014. […] un pasajero llevó en su equipaje 1 695
unidades de rodamiento y otro en el mes de marzo cargó con 400 […] bombillos
intermitentes para motos; todas esas mercancías fueron decomisadas por
comprobarse su carácter comercial.”
Si desapareciera en un cataclismo todo lo escrito entre 1959
y 2014 acerca de la economía cubana, y algún historiador del futuro descubriera
este párrafo publicado en el tabloide Granma en
fecha 10.07.14, llegaría rápidamente a la conclusión de que durante todos esos
años la indigencia se salió de madre en la isla.
¿En qué lugar del mundo se pueden dar tales estadísticas?;
pero peor aun, que éstas sean tomadas en cuenta para justificar la puesta en
vigor de disposiciones que profundizarán aun más la debacle económica. ¿Cómo es
posible que un monopolio se sienta superado por la insignificante importación
que hace un reducido número de personas en sus equipajes?
Esas importaciones informales existen en todas partes del
mundo, pero ningún empresario, ninguna distribuidora, ningún importador, nadie
en el mercado se siente agobiado por estas nimiedades. En casi todos los países
de nuestra América ese mercado informal existe, pero ni por asomo en las
cantidades ridículas que publica el Granma, magnificándolas como si estas
fueran la lanza contra el costado de Jesús, como si estas pacotillas
significaran la causa de la indigencia económica de la isla.
Controlar la pacotilla que llevamos a Cuba los emigrados o
los nuevos emprendedores cubanos no sería necesario si el Estado monopólico
cubano hubiera sido capaz de producir riquezas suficientes y sostenibles, y
esas impresoras, monitores, computadoras, papel sanitario, bombillos,
zapatillas para grifos, tornillos, bisagras y todo lo demás estuviera en el
mercado de la isla.
En la República Dominicana, por ejemplo, el mercado de pacas o
informal ha llegado a cifras
que en realidad alarman a algunos comerciantes
formales, pero eso no invita todavía a las autoridades a emitir decretos y
disposiciones ridículas para regular la “pacotilla” que en cantidades
irrisorias importan los dominicanos como equipaje. Según las estadísticas
publicadas en el portal de la Internet diario3.com “para 2011 entraron al país 22,515.1 toneladas métricas (TM)
de pacas por un valor de más de RD$606.7 millones. Esto representó un volumen
de 20,627.8 TM más que en 2005, cuando se trajeron 1,887.3 TM, y 920.2 TM menos
que en 2010, cuando entraron 23,435.3 TM”.
Mercado de la pulga en Santo Domingo |
En Cuba no existe ni siquiera el mercado de pacas, de lo que se
trata allí es de las libras y los artículos que puede un pasajero llevar
consigo como equipaje, y es verdaderamente dramático, que un cubano necesite
pasar tanto trabajo y gastar tanto dinero para importar 41 monitores como
equipaje, una carga, que ni por el peso ni por el volumen pudiera considerarse
de provecho comercial en ningún lugar del mundo con una economía medianamente
sana.
Esas importaciones informales son necesarias cuando el
monopolio del mercado lo mantiene un dueño inoperante, incapaz de abastecer los
artículos que satisfagan las demandas. Si el mercado cubano estuviera
abarrotado de monitores, impresoras, computadoras, televisores, papel
sanitario, cepillos de diente, fusibles, interruptores, niveles de burbuja,
serruchos, planchas, rodamientos, etc., los cubanos no tendríamos que llevar o
mandar, para comercializar o para simplemente avituallar a nuestros seres
queridos varados en esa isla, cualquier cosa, porque sería muchísimo más
rentable comprar todo eso allá.
Pero la enajenación de la realidad es tan colosal en la isla
del Dr., que para la economía cubana el “pasajero” adquiere categoría de
empresario privado, cuando no es más que un pasajero con sus maletas, y en todo
caso un comerciante informal, y nunca ningún artículo en esas cantidades
pudiera ser tenido en cuenta por el mercado. Por supuesto, que como el dueño
monopolista de toda la actividad comercial es el dueño del estado, y ese dueño
es incapaz de producir riquezas, se siente temeroso de ser puesto en ridículo
con cada monitor o computadora que un Juan Pérez cualquiera es capaz de
importar y poner en manos de 41 cubanos.
No hay que ser muy ducho en delirios para entender el estado
de las cosas en la isla y sus causas, pero cada día comprendo más, que para
quienes nunca la han sufrido, comprender estos dislates es una empresa
inalcanzable.
Si toda la literatura acerca de la economía cubana
desapareciera, y solamente quedara ese párrafo publicado por el órgano oficial
del PCC, sería fácil concluir que: “Hubo una isla en el Caribe llamada Cuba, en
la que de acuerdo a las pocas estadísticas encontradas los resultados económicos
debieron ser catastróficos”.