jueves, 11 de octubre de 2018

EL HACER BIEN A VILLANOS…

(Este artículo lo publiqué hace varios años y por alguna razón que aún no puedo comprender se salió de El Tren; sin embargo, el pasado lunes 8 de octubre, como recordando algo, FENATRANO volvió a suspender sus labores, tal como sucedió el 14 de octubre del año en el que publiqué este artículo. Ahí se los dejo como un déjà vu) 

Otra vez el transporte público

Quienes salieron a tempranas horas de su casa el pasado viernes 14 de octubre, con la intención de tomar un autobús, se encontraron con un sorpresivo paro en el transporte público. Integrantes de la Federación de Transporte la Nueva Opción (FENATRANO), alegando solidaridad con familias que serían desalojadas del sector Brisas del Este quemaron gomas, realizaron actos vandálicos y dejaron sus guaguas apagadas. Lo mismo sucedió el sábado y como el conflicto entre los empresarios del transporte y las autoridades pasó a mayores, ahora la amenaza que se nos viene encima es la de un paro en todo el país.
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Tan terrible como las dictaduras es no saber qué hacer con la libertad. Es terrible que la sociedad en su conjunto se distraiga y malgaste el tiempo de crear riquezas materiales y espirituales en libertad y paz. Es humillante que los valores se hayan subvertido a tales extremos que los forajidos tracen las pautas de lo que se ha de hacer en un conglomerado humano.
En la República Dominicana los malhechores adquirieron tanto poder, que son dueños de las calles y por lo tanto de una considerable porción de la libertad de los individuos. Alcanzaron fortuna sacándoles el jugo a sus empleados y treparon a puestos de poder político mediante acciones de dudosa moralidad, y vaya usted a saber por qué constantemente le tuercen el brazo a la Ley.
No es saludable para el cuerpo de ninguna sociedad, que los valores se subviertan de tal modo que quienes en realidad son prósperos capitalistas, se autodenominen sindicalistas, se disfracen de justicieros y tomen cualquier excusa como bandera para alcanzar sus intereses materiales, atropellando las libertades de todos. No es saludable para nuestra sociedad que un grupo de contumaces violadores de la Ley se erijan en defensores a ultranza de la justicia social.
Se hace inconcebible, para el común de los ciudadanos, que los propietarios de medios de transporte que no cumplen con las más mínimas condiciones técnicas, que emplean un personal absolutamente inepto para brindar servicios que conllevan riesgo para la vida humana, se les permita estar en las calles.
No hay capacidad, no la hubo en ningún gobierno de ningún color, porque si Balaguer inventó el disparate del Plan Renove –palabra que no aparece en el diccionario-, Leonel no fue capaz de desalojar la chatarra de la vía pública, y a Hipólito ni le pasó por las mientes que eso era un problema ciudadano.
A ninguno le ha parecido adecuado meterle el pecho al problema del transporte público, y en lugar de hacer cumplir la Ley, han prohijado a un grupo de villanos; en lugar de sacar la chatarra de la vía, han sido indolentes y corruptos haciendo de la vista gorda con los miles de vehículos que no pasan la revista y circulan lindamente. En lugar de resolver la convivencia en la vía pública de superficie, se fueron a los elevados y a los subterráneos, donde no está la solución del problema.
Nadie ha querido contratar a una, dos, tres, diez compañías de solvencia que desplieguen por toda la ciudad los millares de ómnibus necesarios para transportar a los ciudadanos de manera económica, ecológica, segura y decente. Las autoridades competentes, desde los excelentísimos señores presidentes, hasta el de menor rango en todos los gobiernos, han preferido hacer bien a villanos que es echar agua en el mar.

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jueves, 4 de octubre de 2018

LA LEY, EL CHIVO, LOS DDHH Y EL ESTADO FALLIDO


(Este artículo lo publiqué en 2001, pero se quedó fuera de este blog por algo que no pude descubrir, así que como forma parte del diario vivir, ahí se los dejo otra vez)

A propósito de una demanda de la CIDH contra RD

Los políticos dominicanos truenan ante las acusaciones de lo fallido del Estado Dominicano y tienen respuestas centelleantes cuando se les sacude en el rostro cualquier realidad, de la cual ellos sean los máximos responsables.

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Hace algunos años cuando se publicó en la República Dominicana la novela La fiesta del chivo, del hoy Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, no faltó quien tronara en contra de la obra, entre otras cosas porque en ella se describía al dominicano como un pueblo que no le gusta la música sino el ruido. Tuvo que pasar casi una década para que una institución científica, mediante un estudio que supongo fuera muy costoso, demostrara que los niveles de ruido en Santo Domingo hacen peligrar la salud de los ciudadanos.

El pasado 17 de febrero se publicó en varios medios dominicanos la noticia de que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos había demandado a la República Dominicana por la muerte en 2000 de 6 nacionales haitianos y un dominicano a manos de militares dominicanos, quienes después de un largo proceso judicial quedaron absueltos. La respuesta atronadora de la clase política dominicana no se hizo esperar y ocupó las primeras planas de casi todos los periódicos.

Los políticos dominicanos truenan ante las acusaciones de lo fallido del Estado Dominicano y tienen respuestas centelleantes cuando se les sacude en el rostro cualquier realidad, de la cual ellos sean los máximos responsables.

Creo que para denunciarlo no hay que esperar a que nadie nos revele que estamos contaminados por el ruido y que más de la mitad de la población tiene problemas de salud relacionados con esto, eso está en los oídos de todo el que lo quiera escuchar, como está a la vista de todos la violación del derecho a la vida de los ciudadanos, es tan obvia que por lo general ni nos damos cuenta, y quizás lo más alarmante sea que las más graves faltas son aceptadas y forman parte de los hábitos y costumbres de la gran mayoría de la población.

El derecho humano más importante es el derecho a la vida y es responsabilidad del Estado velar por ella, es obligación del Estado garantizar la aplicación de las leyes que coadyuven a ello y propiciar que los órganos represivos impidan la comisión de delitos que atenten contra la integridad de los ciudadanos.

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Pero esto ya está tan subvertido en la sociedad dominicana que ni los obispos, ni la sociedad civil, ni la Corte Internacional de los Derechos Humanos será capaz de corregir el caos que cada día y a toda hora se produce en la vía pública, que es la vía en la que confluyen en todas las sociedades, desde la antigüedad hasta nuestros días, todas las malas y las buenas virtudes de los ciudadanos y que aquí es una fuente inagotable de atropellos a la persona humana.

La incapacidad de los órganos represivos para imponer el orden acusa la irresponsabilidad del Estado y de la clase política que lo integra, evidencia la indigencia de quienes manejan la cosa pública y la poca importancia que para ellos tiene la vida de las personas. Es tal la miseria de los vehículos de motor que se dedican al transporte de pasajeros en la República Dominicana, que dicen claro y fuerte cuan poco vale el ciudadano.

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A pesar de las malas condiciones y la contaminación que provoca es normal que un minibús, conocido con el bien ganado sobrenombre de «voladora» lleve, como dice el cobrador, «cinco pasajeros por fila», cuando el fabricante hizo solamente cuatro asientos. Es normal que no lleve cristales, espejos retrovisores, puertas, frenos etc. y ninguna autoridad se está dando cuenta de estas letales transgresiones. Es normal que un carro público transporte dos personas en el asiento delantero del pasajero y cuatro en el asiento de atrás, una infracción que ha provocado la pérdida de cientos de vidas humanas.

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Y ni los taxis se salvan de esta agonía del transporte, cada vez son peores los vehículos y los taxistas menos profesionales, no se salvan los ómnibus subsidiados por el gobierno, equipos que vienen de Brasil después de ser dados de baja por no cumplir ya con las normas que rigen en el transporte público de aquel país pero aquí parecen nuevos.

La clase política que ha formado y forma parte del Estado Dominicano, quienes legislan, quienes juzgan y quienes ejecutan, son los responsables de las violaciones a los derechos humanos que se cometen diariamente contra millones de dominicanos, son quienes engendran los chivos sin ley y el Estado fallido y si la sociedad los denuncia no lo hace por dañar a la República Dominicana, sino por sacarles de las manos el país que ellos destruyen con sus irresponsabilidades.

LAS CANCIONES CUBANAS QUE LA FANIA NOS RECORDÓ

Nunca agradeceremos lo suficiente a los músicos y empresarios capitalistas que hicieron regresar a los mercados los productos de la música p...