Otra vez el transporte público
Quienes salieron a tempranas horas de su casa el pasado viernes 14 de octubre, con la intención de tomar un autobús, se encontraron con un sorpresivo paro en el transporte público. Integrantes de la Federación de Transporte la Nueva Opción (FENATRANO), alegando solidaridad con familias que serían desalojadas del sector Brisas del Este quemaron gomas, realizaron actos vandálicos y dejaron sus guaguas apagadas. Lo mismo sucedió el sábado y como el conflicto entre los empresarios del transporte y las autoridades pasó a mayores, ahora la amenaza que se nos viene encima es la de un paro en todo el país.
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En la República Dominicana los malhechores adquirieron tanto poder, que son dueños de las calles y por lo tanto de una considerable porción de la libertad de los individuos. Alcanzaron fortuna sacándoles el jugo a sus empleados y treparon a puestos de poder político mediante acciones de dudosa moralidad, y vaya usted a saber por qué constantemente le tuercen el brazo a la Ley.
No es saludable para el cuerpo de ninguna sociedad, que los valores se subviertan de tal modo que quienes en realidad son prósperos capitalistas, se autodenominen sindicalistas, se disfracen de justicieros y tomen cualquier excusa como bandera para alcanzar sus intereses materiales, atropellando las libertades de todos. No es saludable para nuestra sociedad que un grupo de contumaces violadores de la Ley se erijan en defensores a ultranza de la justicia social.
Se hace inconcebible, para el común de los ciudadanos, que los propietarios de medios de transporte que no cumplen con las más mínimas condiciones técnicas, que emplean un personal absolutamente inepto para brindar servicios que conllevan riesgo para la vida humana, se les permita estar en las calles.
No hay capacidad, no la hubo en ningún gobierno de ningún color, porque si Balaguer inventó el disparate del Plan Renove –palabra que no aparece en el diccionario-, Leonel no fue capaz de desalojar la chatarra de la vía pública, y a Hipólito ni le pasó por las mientes que eso era un problema ciudadano.
A ninguno le ha parecido adecuado meterle el pecho al problema del transporte público, y en lugar de hacer cumplir la Ley, han prohijado a un grupo de villanos; en lugar de sacar la chatarra de la vía, han sido indolentes y corruptos haciendo de la vista gorda con los miles de vehículos que no pasan la revista y circulan lindamente. En lugar de resolver la convivencia en la vía pública de superficie, se fueron a los elevados y a los subterráneos, donde no está la solución del problema.
Nadie ha querido contratar a una, dos, tres, diez compañías de solvencia que desplieguen por toda la ciudad los millares de ómnibus necesarios para transportar a los ciudadanos de manera económica, ecológica, segura y decente. Las autoridades competentes, desde los excelentísimos señores presidentes, hasta el de menor rango en todos los gobiernos, han preferido hacer bien a villanos que es echar agua en el mar.
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