miércoles, 21 de noviembre de 2018

EEUU PIDE A CUBA ELIMINAR DECRETO 349

Sacando agua en canasta

Es cosa ingenua pretender que, a estas alturas, el que ella llama «gobierno cubano», se inmute ante tales peticiones del «imperio». Lo que sí pudiera recomendar Breier a su propio gobierno es que prohíba la entrada de artistas cubanos en Estados Unidos con pasaportes oficiales.

Buenavista Social Club. Carnegie Hall de NY. 1998

La gran mayoría de los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos que son designados como secretarios de Estado para Latinoamérica y el Caribe, no le atinan jamás -aunque jamás sea mucho tiempo-. Durante las últimas seis décadas, casi todos han reprobado el tema, sobre todo el acápite «Cuba».

La nueva incumbente, la señora Kimberly Breier, quien acaba de jurar el cargo el pasado 7 de noviembre, afirmó a través de su cuenta de Twitter que «El gobierno de Cuba debería deshacerse del Decreto 349, que exige a los artistas un permiso oficial para realizar actividades en espacios públicos o privados».

Más parece una frase a la moda, o una consigna de finalista de concurso de belleza que la opinión de un alto mando de la política norteamericana. Y así lo digo, porque Breier debió estar enterada de que, durante los últimos sesenta años, que son muchos años, eso no ha tenido la más mínima variación: la libertad de expresión en Cuba comenzó a desparecer el 1 de enero de 1959 y en 1962 ya había sido devastada. Desde entonces acá, el arte ha sido «un arma de la revolución».

Es cosa ingenua pretender que, a estas alturas, el que ella llama «gobierno cubano», se inmute ante tales peticiones del «imperio». Más le corresponden estas críticas a los organismos internacionales, como lo acaba de hacer en agosto pasado Amnistía Internacional, que a un funcionario del gobierno de los Estados Unidos. Lo que sí pudiera recomendar Breier a su propio gobierno es que prohíba la entrada de artistas cubanos en Estados Unidos con pasaportes oficiales, documentos que en el caso de los artistas gestiona gratuitamente el Ministerio de Cultura y que luego de pasar la inspección de aduanas, el jefe de delegación -o comisario- les guarda celosamente «para evitar que se les pierdan» -los artistas, no los pasaportes-. Exigir además que los artistas cubanos en suelo de los Estados Unidos, porten siempre, como identificación, su pasaporte privado.

Eso sí pudiera controlarlo el Estado Norteamericano y beneficiaría de alguna manera el libre tránsito de los cubanos. También pudiera recomendar extender visas a los familiares más cercanos de los artistas -esposas, esposos e hijos-, que viajen a los Estados Unidos para realizar un trabajo y exigirles a los empresarios que le paguen íntegramente los honorarios a cada artista y no extender cheques o dinero en efectivo a un representante, quien, quieras que no, será siempre un representante de lo que ella llama «gobierno cubano».

Esto es más o menos lo que acaba de proponer «Bolsonaro el Terrible» en Brasil con los médicos cubanos y ha puesto a la dictadura -la que Breier llama gobierno cubano-, con el culo a dos manos aun sin emitir un decreto o sentar a los negociadores a una mesa. El dictador dio la estampida por respuesta.

Esto lo puede hacer el Estado Norteamericano con los artistas, los académicos, los deportistas, todos los cubanos procedentes de la isla que van a realizar trabajos en los Estados Unidos incluso los que pasan por no remunerados y llevan un regalito por la izquierda… Ah, y si para eso tienen que variar la Ley del Embargo, esa sería una buena causa, lo otro es sacar agua en canasta o echarle guindas al pavo.

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