Ecos de
la VII Cumbre de las Américas
La VI
Cumbre de las Américas legitimó a la dictadura más antigua del continente y
bloqueó la posibilidad de presionarla para que reconozca a la oposición interna
y respete los principios democráticos que se expresan y definen en la Carta
Democrática Interamericana.
Con lo visto y leído antes, durante y después de la
VII Cumbre de las Américas realizada en Panamá, los días 10 y 11 del mes de
abril, entiendo que la presencia de la delegación oficial de Cuba en ese
cónclave, marcó el principio del fin de estas reuniones, creadas para velar por
el buen estado de la democracia representativa en el continente americano.
Las delegaciones cubanas -que fueron dos; una, la
que se presentó como protocolar, amistosa y tolerante, aprovechando la
oportunidad de “el pie de igualdad” que se le brindó, presidida por el General;
y otra, la que estuvo allí como “tropa de choque”, comandada por los oficiales
de la SE, haciendo valer la “intransigencia revolucionaria” y con el deseo de imponer
el monólogo que impera en la isla-, fueron a Panamá a reventar la cumbre. Allí,
cada cual combatió desde la “trinchera” que le fue asignada, cada
“revolucionario” cumplió con su “misión”, y todos, teniendo en cuenta los resultados
alcanzados, lo hicieron perfectamente.
Aunque el tema es largo y la paciencia corta,
trataré de centrarme en exponer las causas por las que en mi criterio, la
aceptación de Cuba en este foro, es el principio del fin de estas reuniones -o
por lo menos la vía de sumir este foro en el desprestigio- y la apertura de una
puerta hacia la beligerancia en la región.
De acuerdo a los discursos -que por lo general no
tienen la menor trascendencia en otros foros y en este mismo antes de contar con
la representación de todos los países de América-, los líderes de la región no
llegaron a un consenso y no hubo resolución final, pero en esta oportunidad,
como nunca antes, este desacuerdo pudiera magnificarse y ser utilizado por los abanderados
del “socialismo del siglo XXI” como prueba de que habría que cancelar este organismo
y de paso anular la OEA.
En la primera sesión plenaria se presentaron 15 oradores;
entre ellos, a no dudarlo, los más llameantes. Pero vamos por orden. En sus
palabras de bienvenida, Juan Carlos Varela (1963), presidente de Panamá y
anfitrión del evento, en un discurso sereno, protocolar y conciliador abogó por
el diálogo entre los países y afirmó que el poder que le dan los pueblos a sus
Presidentes debe ser usado para el beneficio de todos, y que no se debe buscar
en los asuntos externos las causas de nuestros problemas, cuando estos se
originan dentro de nuestras fronteras.
Sin mencionar el santo, fue fácil descubrir que el
castrismo y sus acólitos ponen sus males en los EEUU y gobiernan para los
“revolucionarios”, y la oposición, según el verso oficial, está integrada por “mercenarios”,
y, según las declaraciones de Abel Prieto -asesor personal del General Raúl
Castro y quien presidió la delegación que intentó reventar el Foro de la Sociedad Civil en el
marco de la VII Cumbre-, legalizar la oposición en Cuba es como legalizar a
Al Qaeda.
Seguidamente Juan Manuel Santos (1951), Presidente
de Colombia, con serenidad, y un lenguaje corporal relajado elogió la presencia
de Cuba en la Cumbre, se refirió al cambio climático, a los acuerdos de paz y
propuso un sistema regional de educación.
Vino después el Presidente de Ecuador, Rafael
Correa (1963), y este fue el primer discurso de barricadas, encendido,
improvisado para restar importancia al tiempo y al protocolo, e incluyó
violencia corporal y verbal, y, echando por tierra toda formalidad, se dirigió
reiteradas veces directamente al Presidente Obama, desconsiderando al
Presidente de la Asamblea; además, calificó a la OEA de inservible, que en su lugar se debería utilizar
la CELAC y que, apartando a los Estados Unidos, se debería
crear un sistema latinoamericano de Derechos Humanos. Este fue, sin dudas, el
primer intento por reventar la reunión. Correa criticó con acritud la prensa
independiente y la libertad de expresión, palabras que después Obama iba a
responder en su discurso.
Dilma Rouseff (1947), Presidenta de Brasil, fue
presentada a continuación y en su discurso quedó bien con todos, más o menos. Felicitó
las conversaciones entre el General cubano y el Presidente de los Estados
Unidos, abogó por el fin del embargo de los Estados Unidos contra el régimen de
La Habana, rechazó la sanción de Obama contra Venezuela, y abogó por el Estado
de Derecho en ese país.
Después vino el esperado discurso
de Barack Obama (1961), Presidente de los Estados Unidos, y algunas de sus
frases aun retumban en aquel salón; entre ellas, su afirmación de que Los
Estados Unidos de Norteamérica y Cuba deben ser “aliados en pie de igualdad”,
con lo cual se conseguirá, según su opinión, “más oportunidad para el pueblo
cubano”. Por otra parte, sin entender que el pasado estaba allí, en el presente
y sentado frente a él, dijo que “Los Estados Unidos no será prisionero del
pasado” y que en las conversaciones bilaterales deberían primar “los intereses
comunes, entre ellos la dignidad”.
También dijo que no le interesaban las
argumentaciones teóricas, hizo mención de la Carta Democrática
Interamericana y afirmó que no podíamos “pasarnos la vida hablando de
agravios, porque eso no es lo que resolverá el problema”, sin darse por
enterado de que este es el proyecto táctico de los que se oponen a los
intereses políticos y económicos de los Estados Unidos en la región, que estos
enemigos del “imperio” serán capaces de empujar su proyecto de magnificar los
agravios cometidos por el “enemigo común”, con el fin de eliminar la influencia
de la gran nación del norte en la región; sea, utilizando las instituciones
democráticas para destruir la democracia, o por la vía de la “lucha
armada”.
Respuesta de Obama a los dichos de Correa sobre la libertad de expresión. |
Obama hizo una mención directa a las opiniones de Correa en cuanto a la libertad de expresión y a los medios que según el mandatario ecuatoriano lucran con la noticia. El presidente norteamericano replicó diciendo que “quizás el Presidente Correa pueda distinguir entre la prensa buena y la mala, y aunque yo creo que hay mala prensa, aunque me critica sigue existiendo esa prensa, porque yo no confío en que solamente una persona sea quien haga esa determinación, pienso que si creemos en la democracia debemos estar de acuerdo en que todo el mundo tenga la oportunidad de hablar para defender sus ideas. Es justo rezar, tener un credo y organizarse y reunirse tal y como piensen que sea apropiado, siempre y cuando no obren con violencia”.
A continuación tomó
la palabra el General Raúl Castro (1931), quien dejó bien claro que los
polvos de la Historia provocaron que su hermano y él enristraran el “derecho a la insurrección contra un gobierno ilegítimo y totalitario” y que después de alcanzar el poder, las “agresiones del imperio” justificaron que, su hermano y él, se aferraran al poder durante
más de 56 años.
El General en su discurso repitió que José Martí organizó
la “guerra necesaria” de 1895 […] para fundar una República “con todos y para
el bien de todos” y alcanzar así “la dignidad plena del hombre”, reafirmando, una
vez más, que solamente su hermano y él han podido hacer realidad aquellos
ideales, una vez más se agarra a la idea de que Cuba es para los “revolucionarios”
y el resto, todos los que no comulgan con los credos del castrismo deben
abstenerse de sus derechos. Perversa interpretación del martiano ideal de una
patria “con todos y para el bien de todos”.
Seguidamente le tocó el turno a Cristina Fernández (1953), Presidenta de
Argentina, y lo más destacado de su discurso fue que no entendió lo que dijo
Barack Obama respecto a la Historia: el mandatario norteamericano dijo que le
gustaba mucho la Historia, pero la mandataria argentina entendió todo lo
contrario, y, en un lenguaje violento, saltando el protocolo, fustigó
directamente a Obama y le reprochó su falta de interés por la Historia
americana.
Otto Pérez Molina, Presidente de Guatemala |
Otto Pérez Molina (1950), Presidente de Guatemala, felicitó las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, abogó por el fortalecimiento de la OEA como organismo regional y no atacó a Barack Obama, ni hizo mención de la orden con la que se prohíbe la entrada a los Estados Unidos de algunos funcionarios del gobierno venezolano, a los que acusa de violar los derechos humanos.
Dos horas después de comenzada la primera sesión
plenaria le tocó el turno a Nicolás Maduro (1962), Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, y aquí sí que se rompieron todos los moldes, nadie lo
pudo igualar. Improvisó en su estilo coloquial encadenando incidentales, usó la
Historia cual evangelio y su lenguaje corporal fue violento y beligerante.
Como preludio de este discurso, él y otros miembros
del ALBA, visitaron la zona de El Chorrillo, zona
panameña en la que según su criterio la población fue masacrada durante la
llamada invasión norteamericana a Panamá. Allí, Maduro aceptó la encomienda -o
se la inventaron sus asesores- de entregar a Obama una carta suscrita por las
víctimas de aquellos sucesos, en la que exigían una indemnización a los EEUU.
Maduro afirmó ante el plenario que democracia es
igualitarismo y no solamente votar, es hacer que nuestros países participen de
la distribución de las riquezas. Se jactó de tener la más perfecta democracia
del mundo y dijo “nunca nuestro país había vivido un proceso tan democrático”,
pero seguidamente arremetió contra la oposición a la que descalificó llamándola
“oligarquías políticas”. Acusó a los medios de todos los países representados
en la Cumbre de haber iniciado una campaña de manipulación y de mentiras para
decir que el comandante Chávez era un dictador.
Dijo que “Venezuela tiene el sistema electoral más
transparente y moderno que se pueda conocer en nuestra Historia” y arremetió
contra lo que él llama “decreto peligroso” defendiendo la honorabilidad de los
funcionarios sancionados por la mencionada orden ejecutiva. Dijo que no es antiestadounidense, sino
antiimperialista, y para probarlo se declaró admirador de Jimi Hendrix y Eric Clapton, dando con esto otro motivo de risas, pues como es
sabido, Clapton es británico.
Maduro hace ondear la bandera panameña en el barrio El Chorrillo |
Según entiendo, Nicolás Maduro reventó la VII Cumbre durante cuarenta minutos, utilizó treinta y dos más de los estipulados para cada discurso, despotricó contra los Estados Unidos durante más de diez minutos; y sin embargo, entre sus palabras lapidarias estuvo la frase con la que algunos quisieran abolir la Carta Democrática Interamericana: “Nadie debe intervenir en los asuntos de otro”. Declaró que entregaría a Obama millones de firmas contra el llamado decreto y que Cuba le había llevado tres millones de firmas solidarias. Esas firmas de Cuba en favor de Maduro y esa carta de los panameños que Maduro estuvo dispuesto a entregar a Obama no significan, según la lógica de Maduro, una intervención en los asuntos de otro.
Según los hechos y las declaraciones de Maduro, se
puede leer con claridad que para él y sus partidarios “nadie tiene derecho a
exigirle a nadie el cumplimiento de la Carta Democrática Interamericana” y con
esto está minado el fundamento de las Cumbres de las Américas.
A continuación Kamla Persad (1952), Primera
Ministra de Trinidad y Tobago leyó un discurso protocolar, conciliador y aunque
abogó contra el decreto y a favor de Venezuela, no atacó al Presidente Obama.
El Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández
(1968), como todos los mandatarios, se solidarizó con el pueblo Chileno por los
desastres naturales que por esos días estaban enfrentando. Hernández, en un
discurso equilibrado, se centró en los logros y retos de su país y solo al
final de su intervención dio la bienvenida a la delegación de Cuba.
Ollanta Humala (1962), Presidente de Perú, le
siguió en la palabra y también se centró en el tema de la reunión. Habló del
cambio climático, la eficiencia del gasto y la calidad de la inversión, pero no
se pronunció contra Obama ni habló de la Carta Democrática.
A continuación le tocó el turno a Evo Morales
(1959) Presidente de Bolivia, y aquí volvió a flamear el verbo, regresó al
plenario el gesto iracundo del cuerpo, y un pequeño dedo acusador batió el aire
como estoque letal. El presidente boliviano rememoró los atropellos cometidos
por los colonizadores sin tomar en cuenta que aquellos sucesos deplorables no
pueden servir de excusa a los líderes de América Latina para imponer ideologías
o sistemas antidemocráticos, sino que por el contrario tienen el deber de
proteger las libertades, la alterabilidad en el poder y el pluripartidismo.
Morales dijo que debemos vivir en paz y con
respeto, que “los imperios perecen y las democracias son eternas”, pero no
mencionó la Carta Democrática, sino que por el contrario afirmó: “No queremos
que nos vigilen”, en franca discrepancia
con lo que manda la OEA como organismo encargado de promover la democracia y garante
de las libertades ciudadanas.
Evo, al igual que Correa, Castro, Cristina y Maduro, rompió el protocolo y dirigió sus palabras directamente a Barack Obama, haciendo a un lado al Presidente de la Sesión. Evo le dijo al Presidente de los Estados Unidos que no tenía derecho a hablar de Derechos Humanos, que debía resarcir a Cuba por los daños ocasionados mediante el embargo y le acusó de espía y agresor.
Hasta aquí, los hechos estaban prácticamente
consumados, la VII Cumbre de las Américas legitimó a la dictadura más antigua
del continente y bloqueó la posibilidad de presionarla para que reconozca a la
oposición interna y respete los principios democráticos que se expresan y
definen en la Carta Democrática Interamericana. En la VII Cumbre se le dio una
estocada letal al «derecho a la insurrección
contra un gobierno ilegítimo y totalitario», el cual ha sido esgrimido y
utilizado como estandarte por más de uno de los actuales mandatarios
latinoamericanos en su ascenso al poder, incluidos Daniel Ortega, Ollanta Humala
y los hermanos Castro; y se repudió a la oposición política de Cuba y Venezuela
acusándolas de «mercenaria» y «oligarca» respectivamente.
Hasta aquí, cinco de los 15 oradores, –Correa, Castro, Fernández, Maduro y Morales-,
rompieron el protocolo con discursos encendidos e intolerantes. Su objetivo
estuvo centrado en proclamar sus ideologías como las únicas válidas en el
hemisferio y remarcar el interés de este grupo -integrantes del ALBA con la
excepción de Fernández-, por reventar la Cumbre de las Américas y hacer a un
lado a los Estados Unidos, al que
insisten en calificar como «imperio».
La segunda sesión fue más calmada, porque dejaron
solo a Daniel Ortega, quien en consonancia con sus acólitos de la mañana,
arremetió contra Obama y defendió la intolerancia a cualquier precio.
Finalmente no se llegó a una resolución final, no hubo consenso, y según declaraciones del Canciller de Costa Rica, las causas de este desencuentro estuvieron en que,
cuando el documento final estaba listo y era de conocimiento de todos los
participantes en la VII Cumbre, un grupo de mandatarios, a quienes no quiso
identificar por conocidos, propusieron incluir una repulsa contra la mencionada
orden ejecutiva, algo que la mayoría no aceptó por improcedente.
Protestas en Brasil piden la renuncia de la Presidenta Dilma Rousseff |
Después de la VII Cumbre, muy temprano; Cristina, viajó a Rusia; en el Estrecho de Ormuz, la Guardia Revolucionaria Iraní apresó a un carguero que en principio se identificó como norteamericano y que involucró al pentágono en un confuso incidente; Obama, enfrentó en Baltimore un apocalíptica explosión social causada por conflictos raciales; Otto Pérez, fue recibido con un escándalo de corrupción que toca directamente a su vicepresidenta; Dilma, tuvo en las calles de Brasil a miles de manifestantes contra su gobierno; en Colombia, las FARC rompió de mala manera el alto al fuego y provocó once bajas al ejército; pero, en medio de este berenjenal global, en medio de este drama, lo que presentó la prensa oficial cubana fue solamente el esplendor del desfile del día 1 de mayo, en el que según las imágenes se desbordó la felicidad y se reafirmó una vez más la adhesión de los cubanos a “su socialismo”, a pesar de que en Cuba, por esos días, se agudizó aun más la represión contra los opositores y La Habana sufrió una catástrofe natural muy parecida a la que devastó Chile.
En Cuba celebran con «entusiasmo y alegría» el 1 de mayo, «marchan por el socialismo» y por la fidelidad del pueblo a quienes ostentan el poder desde hace más de 56 años. |
Todas estas noticias, por tomar unas pocas, ponen
en duda muchos de los argumentos presentados por los oradores en la VII Cumbre,
estos hechos empujan a pensar, que si los países llamados bolivarianos bajo la
órbita castrista se alejan de los Estados Unidos y se acercan a Rusia, y por
transición a Irán, no tendremos que esperar mucho tiempo para que volvamos a
tener sobre nosotros la amenaza cierta de una crisis de
misiles recargada, sin disponer en la región, ahora sí, de la OEA, la ONU,
o cualquiera de aquellas organizaciones internacionales, y quizás no contemos tampoco
con líderes sensatos -a última hora pero sensatez al fin- como JFK y NJ, que en octubre de 1962
propiciaron que el mundo no reventara como un globo de Cantoya. Ojalá
que me equivoque. Ojalá.
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