lunes, 25 de noviembre de 2024

EDUARDO BRITO. El cantante nacional

Clásicos populares en discos increíbles (*)

Mientras haya un cantor, mientras se oiga una canción, tú vivirás en el alma del pueblo dominicano (**)

La línea Torre, del sello discográfico Kubaney, tiene en su colección una de las piezas más importantes para el acervo musical dominicano. Es un registro, restaurado en formato de disco compacto, que contiene dieciséis piezas interpretadas por una de las voces más deslumbrantes del continente. Una voz, que quizás por haber salido de tan modesto lugar geográfico, permanezca aun oculta para muchos. En este disco increíble, podemos disfrutar de la fabulosa voz de Eduardo Brito.

Muy lejos del bullicio de las urbes, por las que corre el tráfago sin límites de las artes y la civilización; lejos de los medios de trasmisión de la cultura artística. Apartado de los escenarios, en los que rutilantes estrellas impresionan con sus voces a públicos fanáticos; en un pobrísimo paraje, conocido como El Higo, en la provincia de Puerto Plata, al nordeste de la República Dominicana, nació el 21 de enero de 1905 Eduardo Brito.

Vino al mundo sólo con la herencia de su cultura americana y el maravilloso don de su voz. Tan imperceptibles riquezas no le dieron lujos, ni dineros para gastar en escuelas, ni posibilidades para emprender, durante sus primeros años de vida, el largo camino del aprendizaje de las artes. Sin embargo, nadie cantó como él.

Tendría unos diez años de edad cuando dejó atrás el hogar campesino y llegó a vivir a Puerto Plata. Allí comenzó a ganarse el sustento en cualquier cosa, y al descubrir la vida encontró el prodigio que su garganta atesoraba. Adolescente aún, comenzó a esparcir su voz a los cuatro vientos. Y en 1924, al resultar ganador de uno de aquellos concursos patrocinados por firmas comerciales, su nombre comenzó a viajar cada vez más lejos. Aquel premio le posibilitó al joven Brito, entrar en contacto con destacados músicos profesionales, entre ellos, don Julio Alberto Hernández, quien sería uno de sus principales guías en el aprendizaje académico de la música. Tanto era su talento y tanto su deseo de llegar que en 1928, cuando la Victor vino al país para grabar algunas voces dominicanas, entre aquellas estuvo la suya.

Al año siguiente, formando parte del Grupo Dominicano, que integraban además Bienvenido Troncoso, Luis María Jiménez y Enrique García, viajó a los Estados Unidos para realizar una serie de grabaciones. En 1930 y 1931, también con la Victor, apareció junto a la orquesta del cubano Eduardo Vigil, y con El Canario y su Grupo de Puerto Rico.

En 1932 conoció a Eliseo Grenet, quien al frente de su compañía de zarzuelas, estaba de paso por los Estados Unidos rumbo a Europa. Grenet, solicitó los servicios de Eduardo Brito y fue así que el público español le conoció, le aplaudió hasta el delirio y lo adoró. Al llegar a Barcelona integró el elenco de La Virgen Morena, de Grenet y Riancho, y de inmediato sus interpretaciones del Lamento esclavo y Mi vida es cantar, se convirtieron en favoritas del público, que le pedía que repitiera aquellos números una y otra vez. Los teatros Tívoli, Paralelo y Nuevo Teatro supieron de sus maravillas vocales.

La selección que aparece en la línea Torre con el título EDUARDO BRITO, El Cantante Nacional, contiene obras que fueron grabadas tanto en América como en Europa. Según aparece en la Discografía, recopilada por el cantante e investigador Arístides Incháustegui, las piezas Siboney (corte No.1), de Ernesto Lecuona; Lamento gitano (c-2), y Te quiero dijiste (c-3), de María Grever; Aquellos ojos verdes (c-4), de Nilo Meléndez; Lamento esclavo (c-6), de Grenet y Riancho; Martha (c-7), de Moisés Simons, y Capullito de Alelí (c-8), de Rafael Hernández aparecieron en España editadas por la firma ODEON en dos discos de 45 RPM.

El tango Musa querida (c-9) y El son Tamales calientes (c-10), de Ricardo Fábregas, fueron grabados por primera vez en 1931 y en estas Eduardo Brito tuvo el acompañamiento de la orquesta de Felipe Traversi; Nubes de ensueño (c-11), de Manuel Corona y Cuando cantan las aves (c-12), de Xavier Navarro y Ernesto Mangas, fueron acompañadas por la Orquesta de Eduardo Vigil y se registraron originalmente en 1930. El beso (c-13), un bolero de julio Alberto Hernández, en el que aparecen Fausto Delgado haciendo la segunda voz y algunos de los integrantes de Canario y su Grupo, se produjo en 1930. El bolero Honorina (c-14), de Piro Valerio data de 1929, cuando Brito grabó por primera vez en Nueva York junto al Grupo Dominicano.

Al escuchar este disco increíble, al disfrutar de la bellísima voz del divo puerto plateño, es fácil comprender cómo fue posible que en tan sólo cuatro años, que fue lo que duró su permanencia en Europa, se convirtiera en el favorito de todos los públicos. En las zarzuelas Katiuska, La Tabernera del puerto y La del manojo de rosas de Sorozabal, y también en Los gavilanes, la Virgen Morena o en La Gioconda sus triunfos fueron realmente estruendosos, porque su voz era un prodigio. Entre sus contemporáneos era el de más alto vuelo. Fue su voz tan perfecta que escucharlo es el único modo de creerlo. Brito tuvo una voz potente y bien colocada, sabía utilizar todos los resonadores y empujar el sonido hacia delante, de tan perfecto modo, que ni las imperfecciones técnicas con las que fueron grabadas estas piezas pueden opacar su brillo.

Mientras más se escucha este registro, más inverosímil parece. La clara dicción, la perfecta afinación, el sentido interpretativo y el tono puro de la voz, son más propios de la estética musical de nuestros días, que de aquella que imperaba en los ya lejanos años treinta; época, en la que un ídolo como Caruso permanecía en el recuerdo, y el estigma de su portentosa voz, y también un montón de lacras de mal gusto se empozaban en el público. Al escuchar este fonograma, nos vienen al recuerdo las más importantes voces de nuestro tiempo; sin embargo, tiene muy largos años, y fue un genuino hombre dominicano quien hizo esas maravillas. Escúchesele con atención en esas terminaciones de frases, donde es inconfundible un campesino dominicano, cuando la letra ere o ele se transforma en i. Y el manigüal que escribió Lecuona en Siboney, Eduardo Brito lo convierte en “manigüai”; el dolor se torna en “doloi”, y el amor en “amoi”. Fueron palabras que ni los más encumbrados públicos del mundo pudieron quitarle al divo. Y aunque su vida se extinguió un 5 de enero de 1946, su identidad no desapareció nunca. Su cuna fue tan humilde como un pesebre, y su voz, como la de los grandes Dioses, no se extinguirá jamás. (Santo Domingo, Ahora. 4 sep. 2000) (Revisado para el Tren de Yaguaramas 2da. Época. 4 nov. 2024)

(*) Hace más de veinte años que bajo el título «Clásicos populares en discos increíbles»,  publiqué una serie de reseñas de discos en diferentes medios de prensa en Santo Domingo, entonces había que comprar el disco; sin embargo, hoy solamente hay que tener la app Spotify, o YouTube es por eso que me he animado a subirlos nuevamente al Tren para que mientras leas puedas ir escuchando cada  una de las piezas.

(**) Héctor J. Díaz (Diario La Nación, 5 de enero de 1947) De la Tarjeta Póstuma citada por J. T. Tejeda en Fichero Artístico Dominicano.

Disponible en Amazon

miércoles, 20 de noviembre de 2024

CARTA CON RESPUESTA RÁPIDA Laritza Camacho-Díaz Canel

La expresentadora de la TV cubana Laritza Camacho, según los medios, envió carta a Díaz Canel

Laritza Camacho @Fuente externa

Según CubitaNow del 16 de noviembre del 2024, la presentadora Laritza Camacho dirigió una carta a Díaz Canel; sin embargo, ya el Periódico Cubano había publicado esa misma carta el 16 de julio del año 2021. El mismo medio publica una nota el 23 de julio de 2021 en la que se especula acerca de la cancelación del contrato de Laritza con Radio Ciudad de La Habana, así que a estas alturas suponía yo que las consecuencias de tan temeraria misiva estarían a la vista, pero no, al parecer me equivoqué, porque con fecha 2 de septiembre del 2024 OnCuba News publica una entrevista con la remitente en la que no se toca ni con el pétalo de una rosa la epístola de marras y mucho menos si hubo consecuencias.

A pesar de eso, quise tomar como nueva la carta, porque entre otras cosas, la tiranía se las arregla de tal modo con los efectos especiales producidos a través de su propaganda, que esta insistente publicación de una carta con fecha remota, y la entrevista de la remitente con fecha cercana, pueden ser advertencias para posibles nuevos remitentes, un: «Atente a las consecuencias si escribes fuera del papel» o un «Tentealla», y es por eso que acabo de escribir lo siguiente:

Es un riesgo muy grande el que corre y ella lo debe saber, por eso es valiente, porque ha sido capaz de enfrentar el miedo que esta tiranía castrista nos ha instalado en el tuétano a todos los cubanos. Peor aún, a muchos les ha hecho creer que el llamado Estado Socialista, en el que unos son la vanguardia y tienen el derecho de dictar e imponer la ley del más fuerte, es perfectible, que el estado terrorista que impera en Cuba desde hace 65 años se puede corregir. Incluso, muchos que no aguantan más, siguen considerándose «revolucionarios» y creen fervientemente en que las «críticas constructivas» en el «momento oportuno» son el modo correcto de «perfeccionar la revolución». Pero esa es una falacia construida sobre las miles que cada día nos imponen por todos los medios hegemónicos del PCC..

Laritza Camacho @Fuente externa
A otros remitentes de similares misivas le han hecho tragar literalmente las páginas y les han condenado a duros años de cárcel, torturas físicas y psicológicas. Y ella lo debe conocer, es una persona valiente por eso. Y también sabe que la han escuchado, y será en la respuesta donde ella encontrará el punto de inflexión. ¿Vale la pena creer en los remiendos de la crítica «revolucionaria» o vale la pena arriesgarlo todo por derrocar a la tiranía castrista? Solo le deseo lo mejor para ella y su familia, y sí, claro que sí: Tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe.

Entiendo que, si la apartaron de los medios en los que tanto éxito tuvo -algo que sí queda claro en la entrevista de OnCuba-, no fue casual y mucho menos por decisión propia, fue obligada a hacerlo. Así que, a estas alturas, entiendo claramente que la carta original de 2021 desató el acoso contra la presentadora, fue cancelada de su empleo y silenciada, como lo demuestra la entrevista del 2 de septiembre pasado, y la reedición de la carta el pasado 16 de noviembre, un recordatorio de lo que le sucede a quienes bajo la tiranía castrista deciden hacer «críticas constructivas» en «el momento menos apropiado».

Es posible, que a estas alturas, millones de cubanos hayan desatado el nudo y sepan en qué vale la pena arriesgarlo todo: Remendando o derrocando. 

BILLO’S CARACAS BOYS. Con sus cantantes Cheo García y Felipe Pirela

Clásicos populares en discos increíbles (*)


Según aparece en el pequeño Larousse ilustrado, la palabra clásico o clásica, es un adjetivo, y, entre otras acepciones, sirve para calificar al escritor o a la obra que se considera como modelo en cualquier literatura. Dice también el Larousse que clásica es alguna obra muy notable y digna de ser imitada. Finalmente acepta como clásico aquello que no pasa de moda.

Los estetas, en numerosos tratados, abordan el adjetivo, lo escudriñan y lo definen. Muchos son los enfoques que existen sobre lo bello como categoría estética en el arte clásico; sin embargo, todos se unen en el punto quizás más elemental: clásico es lo que no pasa de moda, es lo que gusta siempre, clásico es lo más depurado de la creación humana. Clásico es, a veces, el gusto de las élites.

Los estudiosos, partiendo de premisas formales y de estilo, se enfrascan en discusiones infinitas por definir qué es lo culto y qué lo popular. Hoy, algunos se inclinan por clasificar la música de acuerdo con su función práctica; así, lo clásico y lo popular no se excluyen. Si la música popular se define por su función social, por ser música para ser actuada, para ser bailada, para que el destinatario interactúe con ella, esa música popular y bailable puede convertirse también en música clásica, puede convertirse, por sus valores estéticos excepcionales, en música clásica popular. El disco «Billo’s caracas boys con sus cantantes Cheo García y Felipe Pirela», del sello Kubaney, es una de esas obras clásicas del género popular bailable.

Luís María Frómeta Pereyra, nació en Santo Domingo el 15 de noviembre de 1915, y desde muy joven comenzó a conocérsele como un músico excepcional. Integró la Santo Domingo Jazz Band y se desempeñó como fagotista de la Orquesta Sinfónica de Santo Domingo; fue, además, director de la Banda de Música del Cuerpo de Bomberos de la capital.

El 31 de diciembre de 1937, en el Roof Garden del Hotel Madrid, en Caracas, Venezuela, debutó Billo Frómeta con su orquesta, lo que fue el inicio de una larga carrera en la que cosechó innumerables éxitos. Como compositor escribió piezas de diversos géneros, en las que cantó de un modo estremecedor a sus más grandes amores: Quisqueya y Caracas.

Venezuela fue escenario de sus grandes éxitos, fue donde la banda gigante Billo’s Caracas Boys comenzó a dejar hondas huellas en la música americana. A este formato, integrado por saxofones, trompetas, trombones, bajo y batería, utilizado en Norteamérica para interpretar el jazz, se le habían sumado instrumentos de la percusión cubana. Benny Moré, allá por los primeros años de la década del cincuenta, probó la efectividad de una buena banda para tocar los ritmos caribeños. Billo, se unió a la larga lista de creadores que, a través de un formato foráneo, fue capaz de sonar como el alma latina.

Cada una de las once piezas que aparecen en el registro «Billo’s Caracas Boys, con sus cantantes Cheo García y Felipe Pirela», es una joya de altísima calidad. Cada una de ellas es emblemática. El disco, contiene los principales géneros musicales del Caribe, contiene once joyas clásicas de la música popular bailable. La conga, el bolero, el danzón, el danzonete, el merengue, el cha-cha-cha, el mambo, el son -y hasta un paso doble para recordar la madre patria- están interpretados de manera impecable, con arreglos, tan bien concebidos, tan creativos y modernos que parecen hechos ayer, arreglos que tienen la vigencia de una pluma de gran talento.

Los textos son de lo mejor que se ha escuchado en la música bailable, todas las letras de las piezas están llenas del gracejo popular, de la imaginería del bailador, de la mejor poesía.

Para cantarte a ti puse al arpa

todas las cuerdas de oro

Para cantarte a ti mi garganta

recogió un ruiseñor

Para cantarte a ti mi caracas

he pedido al poeta

que le ponga a mi canto

toda su inspiración...

Así canta a Caracas Billo Frómeta; así, en ese altísimo vuelo poético está hecho el disco. Un registro que en el catálogo de Kubaney lleva el número 477-2 y que, en ese grande y exquisito tesoro musical de Mateo San Martín, es una joya entre las joyas. (Mundoclasico.com, 2 may. 2000 / Santo Domingo, [A]hora, 15 may. 2000) (Revisado para el Tren de Yaguaramas 2da. Época. 4 nov. 2024)

(*) Hace más de veinte años que, bajo el título «Clásicos populares en discos increíbles», publiqué una serie de reseñas de discos en diferentes medios de prensa de Santo Domingo, entonces había que comprar el fonograma; sin embargo, hoy solamente es necesario tener la app Spotify, o YouTube, es por eso que me animé a subirlos a Facebook y a mi blog, algunos con la Playlist del álbum original y otros en YouTube, como en el caso de esta disco de Billo Frómeta que aún no aparece en Spotify. 

viernes, 15 de noviembre de 2024

FANTASÍA CUBANA Roberto Sánchez Ferrer

Clásicos populares en discos increíbles (*)


Roberto Sánchez Ferrer (La Habana, 1927), era en 1958 director Musical del canal 2 de la TV cubana. Por entonces ya sus cualidades como arreglista y director de orquesta lo señalaban como uno de los jóvenes músicos más prominentes de su generación. Al frente de una orquesta de más de cincuenta músicos interpretaba, en la naciente televisión de la mayor de las Antillas, obras del repertorio popular en versiones de gran complejidad y belleza.

En ese mismo año Mateo San Martín (La Habana, 1930-Miami 2014) tuvo la feliz idea de producir algunos discos con buena parte del repertorio de aquella magnífica orquesta dirigida por Sánchez Ferrer y fue entonces que aparecieron los fonogramas «La música de Osvaldo Farrés», «Alegría pascual», «Esther Borja» y «Fantasía cubana», este último disco resulta ser una verdadera joya de la discografía cubana, una pieza que contiene títulos imprescindibles en el catálogo de la música popular americana y que nos llega ahora en una presentación del sello Kubaney.

Pero, además, los integrantes de la orquesta que se presenta en este fonograma y quienes interpretaron las diez piezas preciosas que contiene, fueron renombrados músicos que integraron la Orquesta Filarmónica de La Habana y agrupaciones bailables de primera línea por aquellos años. Artistas criollos y de otras latitudes, dejaron su impronta en los surcos de este disco increíble, una pieza que ahora, gracias a las modernas tecnologías, nos llega renovado.

Entre ellos, podemos escuchar al violinista Alexander Prilutchi, quien brilló en el puesto de Concertino de la Filarmónica, institución con la que interpretó además grandes obras del repertorio concertante, bajo la dirección de maestros de la altura de Frieder Weissmann, Erich Kleiber y Massimo Freccia. Un músico de esta envergadura es el Concertino de esta orquesta que dirige Roberto Sánchez Ferrer, es Alexander Priluchi quien interpreta los solos de María la O (C-1), Almendra (C-4), Que rico Mambo (C-5) y Panamá (C-7)

Está también en este disco increíble José Antonio Fajardo (1919-2001) flautista, compositor y director quien integró, entre otras, las orquestas de Neno González, Paulina Álvarez, Arcaño y sus Maravillas, Antonio María Romeu y quien fuera creador de su propia orquesta, Fajardo y sus Estrellas. Es este el solista que escuchamos en Son de la loma (C-2) y La engañadora (C-3).

Las maderas de la Orquesta Filarmónica de La Habana gozaron siempre de altísimo prestigio y aún ruedan leyendas en Cuba que dan cuenta de la admiración que sintieron renombrados músicos al escucharlas. En La bayamesa (C-8), Roberto Sánchez Ferrer escribió el dúo de Sindo Garay para las voces del oboe y el corno inglés, que son interpretados por Duane Voth y Onofre Servera respectivamente. En Amorosa guajira (C-6) aparece el virtuoso clarinetista Juan Jorge Junco, y en No puedo ser feliz (C-9) el solo está adjudicado al fagotista Louis Salomons.

También, los cornos de la Filarmónica alcanzaron muy alto nivel técnico y artístico para su época, y he aquí que podemos escuchar al legendario Maestro Fernando Bencomo, en el solo de ¿Y tú qué has hecho? (C-10)

Integrada por músicos de gran solvencia, la orquesta de Roberto Sánchez Ferrer se presenta en esta «Fantasía cubana» como un testimonio del alto nivel que había alcanzado ya, en los últimos años de la década del 50, la producción musical en la mayor de las Antillas. En este disco increíble tenemos un documento de gran valor histórico, un testimonio que nos da a conocer, de primera mano, los derroteros de la música popular cubana y de cómo los géneros bailables pudieron estilizarse y llegar a producciones de muy alta elaboración instrumental. (Santo Domingo, [A]hora, 30 jul. 2001) (Revisado para el Tren de Yaguaramas 2da. Época 4 nov. 2024)

(*) Hace más de veinte años que, bajo el título «Clásicos populares en discos increíbles», publiqué una serie de reseñas de discos en diferentes medios de prensa de Santo Domingo, entonces había que comprar el fonograma; sin embargo, hoy solamente es necesario  tener la app Spotify, o YouTube, es por eso que me animé a subirlos nuevamente al Tren, algunos con la Playlist del álbum original y otros en YouTube, como en el caso de esta «Fantasía Cubana» que aún no aparece en Spotify. 

Disponible en Amazon

miércoles, 6 de noviembre de 2024

CONJUNTO MATAMOROS CON BENNY MORÉ

Clásicos populares en discos increíbles (*)

Este fonograma del sello Tumbao Cuban Classics (TCD 020) contiene diecisiete piezas, ocho de ellas grabadas en México. El origen del registro se remonta al año 1945, fecha en la que, Miguel Matamoros, al frente de su Conjunto, viajó al país azteca para presentarse en bailes, teatros, cabarets y programas de radio.

Para esta gira, se sumó una voz que ya comenzaba a destacarse en el ambiente musical cubano: Maximiliano Bartolomé Moré. Fueron estas, unas de las primeras apariciones discográficas de quien se convirtió, en la década del cincuenta, en el legendario Benny Moré, conocido en la historia de la música popular cubana como El Bárbaro del Ritmo.

Fue a partir de este viaje, que Benny comenzó una vertiginosa carrera, que lo llevó a lo más alto de la popularidad. Su excepcional talento y su incomparable voz le permitieron crear una obra perdurable, una obra que está en el acervo musical americano. Este disco, recoge ocho piezas que se originaron en los albores de esa monumental carrera. Los otros nueve números fueron grabados entre 1946 y 1947, y constituyen, cada uno de ellos, obras antológicas. Son, obras indispensables en el repertorio sonero. 

En este fonograma, podemos disfrutar de un formato instrumental que tomó del big band norteamericano instrumentos como el piano, el contrabajo y las trompetas. El son, utilizó en principio un instrumental de sonoridades íntimas; pero, al llegar a La Habana, rodeado de orquestas trepidantes, que escandalizaban ritmos foráneos, debió aumentar su caudal sonoro. El piano y los instrumentos de viento metal fueron tomados y puestos en función de los ritmos autóctonos, en un formato que se denominó conjunto, donde la sonoridad del grupo se abrió aún más y el son siguió creciendo. (www.mundoclasico.com, 15 may. 2000 / Santo Domingo, [A]hora, 29 may. 2000) (Revisado para el Tren de Yaguaramas 3 nov. 2024)

Para escuchar la Playlist del disco pincha aquí

(*) Hace más de veinte años que bajo el título «Clásicos populares en discos increíbles», publiqué una serie de reseñas de discos en diferentes medios de prensa de Santo Domingo, entonces había que comprar el disco; sin embargo, hoy solamente hay que tener la app Spotify, es por eso que me animé a subirlos nuevamente al Tren con la Playlist del álbum original, para que mientras leas puedas ir escuchando cada una de las piezas.


Disponible en Amazon

domingo, 3 de noviembre de 2024

MARÍA TERESA VERA Y RAFAEL ZEQUEIRA. El legendario dúo de la trova cubana

Clásicos populares en discos increíbles (*) 

«María Teresa Vera y Rafael Zequeira. El Legendario Dúo de la Trova Cubana». Grabaciones históricas 1916-1924. M.ª Teresa Vera, voz y guitarra; Rafael Zequeira, clave. Sello Tumbao Cuban Classics. Recopilación y producción, Jordi Pujol. TCD-090

De todas las formas musicales que por diversas vías llegaron a Cuba procedentes de Europa, la Contradanza y la Canción fueron las que adquirieron carta de ciudadanía en la mayor de las Antillas. Llegadas a un ámbito en el cual toda música era sometida a una dialéctica lujuriosa, la primera, derivó en contradanza habanera, y de ahí en danzón y los géneros que de él se desprendieron; la segunda, asumió el entorno criollo en sus textos y alcanzó mayor fluidez en sus melodías, se entrelazó con los modos de hacer africanos y entonces se convirtió en canción habanera, y en los diversos géneros de la canción cubana.

En las postrimerías del siglo XIX, ya había en Cuba una gran hornada de cantores que le cantaban a su tierra, utilizando recursos tomados de la ópera italiana, la romanza francesa y la Canción napolitana, cantores que guitarra en ristre deambulaban cantando canciones propias y ajenas. Había surgido el género de la Canción trovadoresca, y las melodías, cantadas a dos voces por terceras y sextas, eran acompañadas por guitarras y clave fundamentalmente.

Entre aquellos cantores, que se conocieron como trovadores quizás por su similitud con quienes al sur de Francia contaban las historias acompañados de algún instrumento en el medioevo, en 1911, apareció en el Teatro Politeama de La Habana, María Teresa Vera, una jovencita de 16 años, quien había llegado de Guanajay, una localidad cercana a la capital cubana. A partir de aquella presentación su carrera se expandió enormemente y su voz viajó en discos por todo el orbe.

La Victor, que se había instalado en La Habana desde 1906, contrató al dúo de María Teresa y Rafael Zequeira y hasta 1924 les grabó 193 números. De ese arsenal inmenso, el sello Tumbao Cuban Classics nos ofrece en este disco increíble una antología sustancial para el conocimiento de la canción trovadoresca cubana, un documento que nos muestra el quehacer musical cubano durante las primeras décadas del siglo XX, en lo que a canción popular se refiere, y su vínculo con los géneros bailables. Ahí están el bolero, la clave, la canción, y la criolla como exponentes antológicos de los géneros que integran la Canción cubana, y están también la picaresca en los textos, y los esquemas rítmicos de la rumba, los textos amatorios en ritmo de bambuco, el son, la clave y la guaracha. Están contenidas en este disco, veinte piezas indispensables en la discografía de la música cubana. (Santo Domingo, [A]hora, 13 ene. 2003) (Revisado para el Tren de Yaguaramas 2da. Época 3 nov. 2024)

Para escuchar la Playlist del disco pincha aquí

(*) Hace más de veinte años que bajo el título «Clásicos populares en discos increíbles»,  publiqué una serie de reseñas de discos en diferentes medios de prensa en Santo Domingo, entonces había que comprar el disco; sin embargo, hoy solamente hay que tener la app Spotify, es por eso que me he animado a subirlos nuevamente al Tren con la Playlist del álbum original, para que mientras leas puedas ir escuchando cada  una de las piezas.

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BIENVENIDO GRANDA con el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro

  Clásicos populares en discos increíbles  (*) Ignacio Piñeiro nació en la Habana, Cuba, en el año 1888 y ya en 1906 se le conocía como uno ...