31.07.2009. Xalapa, Veracruz, México. Teatro del Estado. Ópera Santa Anna. Libreto, Carlos Fuentes. Composición, José Ma. Vitier. Director concertador, Fernando Lozano. Dirección de escena, Lorena Maza. Fernando de la Mora (tenor), Santa Anna. Lourdes Ambriz (soprano), Inés. Verónica Alexanderson (mezzosoprano), Tosta. Grace Echauri (Mezzosoprano), La Nana. Hernán del Riego (tenor), La Muerte. Orquesta Universitaria de Música Popular. Director, Mateo Oliva.
Pocas veces en la historia de la ópera un libreto y su autor van en busca del músico, por lo general sucede lo contrario, el compositor elige un argumento ya existente para ponerlo en escena, sea de una novela o una obra de teatro, y solicita a un libretista que realice la adaptación, también es común que algunos compositores creen sus propios textos y que el autor de la música ocupe el primer lugar en los créditos; sin embargo, Carlos Fuentes, uno de los escritores más importantes del siglo XX, creó un libreto y buscó a un músico para que compusiera la partitura de la Ópera Santa Anna.
El estreno tuvo lugar el pasado 20 de noviembre de 2008, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, como uno de los festejos por el cumpleaños 80 de Carlos Fuentes; el día 1 de diciembre se presentó en Guadalajara, en el marco de la Feria Internacional del Libro; y en Xalapa, Veracruz, subió a escena en el contexto de la creación de la “Cátedra Carlos Fuentes” en la Universidad Veracruzana.
De tal modo, la puesta que vimos aquí fue apenas la tercera, un dato de gran peso para establecer un criterio acerca de la obra, sobre todo, si tenemos en cuenta que este es un género que se consolida únicamente ante el público, es en la escena donde se depuran los elementos que funcionan y lo artísticamente valioso, cada representación es una prueba en la que el compositor, los cantantes, el libretista, el escenógrafo, el coreógrafo y todo el equipo tienen la posibilidad de comprobar lo que funciona y lo que no, para entonces corregir, editar, eliminar y adicionar lo que sea más adecuado.
Sin dudas el texto y la construcción dramática de la historia tienen un gran valor; sin embargo, no se le puede despojar de la música, puesto que es ella la que amarra todos los elementos y los convierte en un todo, la música hace valer la escena, incluso en los parlamentos, porque concierta el ritmo general de la obra. El libreto, que cuenta una historia decimonónica utilizando los recursos de la literatura del siglo XX, la hilaridad y desparpajo de la zarzuela y el sainete, tiene la música del mismo jaez.
El Maestro José María Vitier creó la música utilizando técnicas modernas y post modernas, arias en las que sobresalen las disonancias -que contrastan en ocasiones con acompañamientos distendidos-, melodías construidas con intervalos áridos que exigen mucho de los solistas. Sin embargo, las armonías se van suavizando en la medida que avanza la obra… -¿o será que el oído se va acostumbrando?-. Vitier no perdió la oportunidad de evocar la canción, la romanza y la habanera, géneros obligados en la zarzuela, como tampoco fue parco en el uso de elementos musicales de las diversas culturas que pueblan nuestro continente, obviamente están los sones veracruzanos, pero mucho más que eso hay en el entramado de toda la obra.
Los solistas y el coro tuvieron una noche magnífica, pero mención aparte merece Hernán del Riego en su papel de La Muerte. Su figura, movimiento escénico, maquillaje, vestuario, voz y actuación trasmitieron la magia, provocaron conmociones y su personaje llevó al auditorio por infinitos recovecos emocionales.
En la Ópera Santa Anna que se vio en Xalapa hubo elementos suficientes como para poder afirmar que más que una ópera es una zarzuela; entre otros, sobresalen la hilaridad, el desenfado, la irreverencia, y el localismo de los textos; el desparpajo de escenas como la guerra de los pasteles, abundantes y largos parlamentos desbordados de chanza, la ausencia total de recitativos y más canciones y habaneras que arias.
La tercera puesta en escena aun estuvo falta del hechizo que debe provocar esta obra, el que está planteado en su esencia, el que se consigue con la magnificación de efectos musicales y escénicos que no salieron de la “lámpara”. Ah, y si el chile jalapeño no es de Xalapa, ni el habanero de La Habana, nada raro debe haber en que la Ópera Santa Anna sea zarzuela.
Sinopsis (Escrita por Carlos Fuentes)
Antonio López de Santa Anna, once veces presidente de México, vive su vejez en un retiro solitario donde su mujer, María Dolores Tosta, recluta mendigos de la calle para hacerle honores al Señor Presidente de la República.
Santa Anna y su mujer miran al pasado y recuerdan al joven gallero jarocho, al héroe de Tampico, al hombre que rehusaba la banda presidencial y acabó por ocupar la silla del águila once veces.
Derrotado en la guerra de Texas, llevado cautivo a la capital norteamericana, derrotado nuevamente en 1848, exiliado, gallero de vuelta a los palenques de Colombia, Santa Anna resume la trágica historia de una nación con independencia, pero sin estado.
Al final de sus días le toca a Santa Anna ver cómo Benito Juárez echa las bases de un Estado Mexicano. Para Santa Anna es demasiado tarde…
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