Deploro a esos exploradores
que van a Cuba como a las pirámides de Egipto, que lucen el asombro cómplice en
el rostro y contemplan la isla como al oro de los faraones que cinco mil años
después aun brilla.
Deploro a los exploradores
que no van a ver lo nuevo y maravilloso, lo moderno que debería brindarle la
isla a sus habitantes, sino a subrayar las reliquias que sobrevivieron al
vómito candente del Vesubio.
Deploro a los turistas de
dictaduras ajenas, quienes con su irresponsable lenguaje certifican y ponen marca país en lo que debería ser vergüenza.
Deploro a los exploradores
que miran a mi patria como a una tribu de rumberos que se la pasan alegres,
como buenos salvajes, felices alrededor del tirano.
Deploro que para referirse a una dictadura
utilicen la palabra Cuba.
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Están permitidos todos los argumentos, sobre todo los que están en contra de los expresados en este blog. No están permitidas las ofensas personales por innecesarias para defender una idea. Así que me tomaré el trabajo de censurarlas.