El Dr. Moreau los deja salir
para observar lo que hacen… y…
Mantener
oculto para los de adentro todo lo que afuera suceda es lo más importante,
ellos han lidiado con éxito contra la información, así que ahora también lo
intentarán.
La táctica siempre fue el
destierro, tanto para amigos como para enemigos, por múltiples razones los
regresos nunca fueron del todo amables, que lo diga si no Tortoló. Sin embargo,
ahora hay un experimento en curso: se le ha permitido a los opositores, hasta
donde alcanza la vista, salir de la isla y regresar, cual si no pasara nada,
vaya, como si fueran ciudadanos libres.
A estas alturas, ya algunos
renombrados opositores tienen el pasaporte, documento que en los países en que
se respetan un poquito los derechos, es un instrumento al que tienen acceso
todos los ciudadanos, sin ningún asterisco ni cláusula que lo impida.
Hasta donde alcanza mi
memoria, todos los presos políticos fueron expulsados del país y quienes
regresaron temporalmente lo hicieron bajo la lupa. El caso de Menoyo es
aislado, excepcional y confirma la regla. No le ha sido posible a la dictadura
tolerar que los cubanos vayan, denuncien, reciban sus premios, cobren sus
publicaciones en medios internacionales criticando al régimen y después, tan
campantes, regresen a contar cómo fue.
El caso más emblemático que
recuerdo de persecución y muerte pública de un ciudadano cubano por hacer
declaraciones contrarias al régimen en el extranjero, es el del cantante y
compositor Pedro Luis Ferrer. Hace varias décadas, cuando yo aun creía y
militaba, me pusieron en las manos una hoja de papel con una diatriba de
defunción en la que se culpaba al artista de haber “injuriado a la revolución
cubana”. El documento no tenía firma, pero circuló por todas las instituciones
del Ministerio de Cultura y a partir de entonces al cantante, cual muerto
súbito, no se le volvió a ver en largo tiempo.
Esos han sido los métodos y
en realidad no siento que estén dispuestos a cambiarlos. Entiendo que es un
paso pragmático, y que están en condiciones de hacer lo mismo de siempre: mantener
bajo la lupa, asediar y si fuera el caso, provocar hasta hacer trastabillar a
quienes, levantando su voz en el lugar y el momento oportuno, pongan en peligro
las manos que sostienen el mango de la sartén.
Mantener oculto para los de
adentro todo lo que afuera suceda es lo más importante, ellos han lidiado con éxito
contra la información, así que ahora también lo intentarán. Pondrán en el
portaobjeto las muestras, cierto que son nuevas muestras, pero con el viejo andamiaje
aislarán, clasificarán, identificarán y concluirán.
Es un reto que asume el
régimen y lo hacen con un resguardo, entiendo que como siempre, lo han tomado
porque tienen en ristre la respuesta rápida que han utilizado contra otros
grupos opositores residentes en el exterior. Ya deben tener en medio mundo a
sus muchachos esperando a que lleguen los viajeros para levantar sus carteles
de protesta, o peor aun, usar su extenso arsenal, que incluye desde minas
orales de inocuas salvas, hasta letales zancadillas.
Unas serán colocadas en la
ida y otras tantas, según hayan sido los comportamientos y sus consecuencias, a
la vuelta. Nada sucederá en voz alta, así que habrá que estar muy atentos a lo
que pudiera resultar de este nuevo experimento, en el que sin dudas, todos los
muchachos del "aparataje" estarán a una para cuidar que, pase lo que pase, el
mango de la sartén no pase a otras manos.
La oposición tiene el reto
de hacer un uso inteligente de esta oportunidad, debe tratar de unir fuerzas,
tocar los resortes más importantes y propiciar con estos viajes, antes que los
vuelvan a eliminar, llevar a la opinión pública internacional un mensaje
contundente, que derrumbe la cortina que oculta la lamentable realidad cubana.
En la isla hay un nuevo experimento en camino, y, como todos los demás, es
imposible saber cuáles serán sus resultados.