jueves, 21 de septiembre de 2017

MIENTRAS MARÍA ARRASA EN EL CARIBE SE ME OCURRE UN ELOGIO AL RADIO DE PILAS D Y AL FAROL DE CHUCHERO

Un consejo sano a los milenians

Cuando la energía eléctrica falla por varios días, ningún dispositivo moderno está a salvo, todos quedan descargados, por lo que un radio pequeño de dos pilas D puede mantenernos al tanto de las noticias.

©ags
Durante el último medio siglo los cambios tecnológicos se han producido a una velocidad nunca vista en la Historia de la Humanidad, y esta afirmación no la voy a documentar porque; por una parte, así lo han hecho serios especialistas en Historia de la Tecnología; y por la otra, porque lo he visto con mis propios ojos.

Durante mi vida he podido ver el uso del telégrafo y el teletipo porque soy hijo y nieto de telegrafistas; el primer teléfono que usé en mi casa era de manigueta y tenía un par de pilas gigantes que se colocaban en una cajita clavada a la pared; usé zapatos con contrafuerte; vi que los trenes que llevaban la caña al central Perseverancia y Covadonga eran de vapor; escuché discos de vinilo en tocadiscos y victrolas; tomé leche pura de vaca que vendían en litros de cristal y que el lechero traía a la puerta de mi casa montado a caballo; tomé agua de la llave sin necesidad de hervirla; y el primer televisor que vi era en blanco y negro y con una antena muy alta con unos bigotes felinos -que atrapaba los rayos con mucha frecuencia, pero esa es otra historia-.

La lista pudiera ser muy extensa, pero ya es suficiente para este rápido comentario, solo me faltaría agregar que en época de huracanes, lo primero que mi abuelo y mi padre ponían a punto era el radio de pilas y el farol de chuchero. Pero hoy, al parecer, esos artículos no son tenidos en cuenta a la hora de avituallarse para enfrentar una tormenta, algo que en mi opinión es un error. Cuando la energía eléctrica falla por varios días, ningún dispositivo moderno está a salvo, todos quedan descargados, no así un pequeño radio de dos pilas D, un aparato muy económico que puede mantenernos al tanto de las noticias; además de eso, si se acompaña de un farol, es posible tener lumbre durante varias noches con solo una botella de keroseno.

Pero -y aquí viene un pero importante-, en Santo Domingo, a pesar de que las autoridades recomiendan el radio de pilas entre los útiles necesarios para hacer frente a los huracanes durante y después de su paso, encontrar uno en el mercado no es cosa fácil. Por años he buscado, como quien no quiere la cosa, un radio de baterías no recargables en las tiendas dominicanas, pero siempre fracasé. Sospechaba, y al parecer con razón, que este artefacto había caído en desuso; sin embargo, hace unos pocos días, cuando anunciaron a Irma, hice una nueva búsqueda y, justo donde menos lo imaginaba, lo encontré: en La Gran Vía de Plaza Central, y aunque no es bien visto que se haga promoción gratis, en este caso el asunto pudiera tener un matiz humanitario.

Allí había unos pocos ejemplares, parece que desde hacía mucho tiempo -de hecho, el primero que tomé estaba dañado-, y el joven que me lo vendió no se mostró muy diestro en su manejo, así pensé que, aunque mis sospechas no eran del todo ciertas, quizás el radio de pilas, aunque no estaba en total desuso, sí figuraba en la lista de los menos buscados, esta idea me llevó a preguntarle al vendedor cuántos había realizado en el último mes y entonces su cara de desconcierto lo dijo todo. Insistí después en mi curiosidad con la cajera, pero tampoco recordó haber vendido nunca un radio de pilas.

La tecnología no es una moda, no viene a darnos estatus de modernos ni mucho menos, solo viene en auxilio nuestro, por eso, pretender que el radio de pilas D, o el quinqué han sido enterrados por el celular y las redes sociales, es un error que pudiera costar sustos o cuando no la propia vida.


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