sábado, 5 de abril de 2025
sábado, 1 de marzo de 2025
ESTHER BORJA CANTA A DOS, TRES Y CUATRO VOCES
Mateo San Martín, un disquero de fábula.


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Una curiosidad bibliográfica salió al mercado y anda por los anaqueles de algunas tiendas de discos en la ciudad de Santo Domingo. Es un libro que seguramente llamará la atención de quienes de algún modo están ligados a la música, los músicos y el mercado del disco. Es un libro que tiene en sus páginas información de primera mano y que lleva por título: Disquero.
El autor de esta novedad es un pionero en su oficio, un hombre que se inició en la vida laboral cuando los fonógrafos y fonogramas comenzaban a llegar a los mercados del mundo. El autor de esta rareza es el señor Mateo San Martín, nacido en La Habana, Cuba, allá por el año 1930, quien comenzó a bregar en el negocio del disco cuando se comenzaban a vender los primeros artilugios capaces de reproducir la música con alta fidelidad, allá por los últimos años de la década del cuarenta.
Ya desde entonces, Mateo San Martín, quien apenas recién se había graduado de bachillerato y daba sus primeros pasos en el negocio, fue capaz de imaginar un mecanismo para incrementar las ventas de la compañía en la que estaba empleado, fue capaz de imaginar y poner en práctica algo muy común en el mercado moderno y que conocemos hoy como especiales. La anécdota está narrada en el libro Disquero con toda modestia y dicha así, como de paso, pero este suceso es una muestra del hombre visionario y del empresario sagaz que ya desde su juventud era Mateo San Martín. Visionario fue también cuando en 1959 pudo entender que, en Cuba, nunca más el disco volvería a ser lo que en la década pasada, tuvo la premonición de que ese artículo dejaría de formar parte de la vida cotidiana de los cubanos en los años por venir, y no se equivocó. Ya para entonces KUBANEY era un sello prestigioso fundado por Mateo San Martín, con un catálogo de más de veinte títulos. Fue en esa época y bajo esas premisas que el disquero cambió su residencia a los Estados Unidos y desde allí trabajó con lo más importante de la música bailable de América Latina.
En Disquero hay también anécdotas en las que se cuentan las andanzas de personajes protagónicos en el quehacer musical dominicano; anécdotas puramente de farándula, escándalos, amoríos, adoraciones, desplantes y todo tipo de sucesos acaecidos alrededor de Mateo San Martín.
Están contadas, con mucho amor y dolor, las frustrantes conductas adoptadas por el ídolo de multitudes Fernando Villalona, su proverbial informalidad, su relación con las sustancias tóxicas y cómo se convirtió en El Mayimbe. Están también contadas las estrecheces económicas del joven Johnny Ventura y sus resonantes triunfos por todo el mundo. Se narra también de cómo Cuco Valoy, ya en su segundo álbum, sufrió un ataque de «vanidad». De los Hermanos Rosario y la tragedia de Pepe, quien fue apuñaleado por una admiradora. De cómo Pochy Familia y su Cocoband dio origen a Kinito y la Rokabanda.
Disquero es un cuento contado por el abuelo, es la historia de una vida y un oficio que nacieron y crecieron en la misma época. Disquero es una curiosidad bibliográfica que pasará, de los anaqueles de algunas tiendas de discos, a las bibliotecas de estudiosos de la música americana, a las bibliografías de futuros estudios sobre la música bailable americana. Disquero es un trabajo que, por su contenido, circulará tanto en manos de especialistas como de faranduleros.
Disponible en Incredible CD’s, Calle El Conde, Santo Domingo.
En Internet: http://www.kubaney.com
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[…] se me presentó Luis Carbonell, quien, conociendo de mi relación con Montilla, me informó de un proyecto que él tenía con Esther Borja […], en el cual ella grabaría un disco cantando a dos, tres y cuatro voces, con acompañamiento de dos pianos, uno ejecutado por Numidia Vaillant y el segundo por él mismo, así como un bajo y la percusión correspondiente. Le presenté la idea a Montilla y ésta le gustó, ya que en 1952 él le había grabado un disco a la Borja en España bajo el título «Rapsodia de Cuba» (Montilla #M-121). Esta producción tuvo un gran éxito. Sin embargo, él consideró que, por lo complejo de la grabación, ésta debería ser realizada en New York, lo cual requeriría el viaje de Esther Borja y Luis Carbonell a dicha ciudad.
[…] en lo referente a la parte económica él estaba dispuesto a pagar los siguientes valores. Un pago único a Esther Borja de quinientos dólares. Un pago, también único, a Luis Carbonell de doscientos dólares. Además, el pasaje aéreo y el pago del hotel para ambos. En lo referente a las dietas, la cifra de diez dólares diarios para Esther y cinco dólares diarios para Luis. Cuando le informé a Luis sobre la misiva de Montilla, ese mulato cambió de colores. No sé si se puso más «prieto» o más blanco. Sus primeras palabras, cuando se recuperó de la primera impresión, fueron «¿Qué se habrá creído ese boricua sin Patria, qué yo me como las sobras de Esther?, si cuando yo salgo con ella me gasto el dinero para comer filete. Dile a este señor que no hago la producción con él a ningún precio». Luego me dijo «Mateo, vamos a hacerla contigo». Yo me quedé titubeando. En primer lugar, yo no tenía el más mínimo conocimiento sobre cómo hacer una grabación, y, por otro lado, me encontraba «más pelado que una mazorca de maíz». De todas formas, no tenía muchas alternativas, pues Mateo y compañía se encontraba al borde de la quiebra y yo tenía que hacer algo.
Más adelante Mateo San Martín nos cuenta lo siguiente acerca de la grabación del disco:
Fruto de mi estadía en Sonido y Proyección se estableció una amistad entre Ovidio Fernández, dueño de Radio Progreso, y yo, ya que ellos nos compraban muchos equipos para la estación de radio. Le planteé a Ovidio la situación de que necesitaba efectuar unas grabaciones y que requeriría un tiempo reservado, así como un precio asequible. Él se limitó a decirme «No hay problema, todo lo que quieras y me pagas a treinta pesos la hora».
Le informé a Carbonell y todo quedó concertado. Contratamos a Bol, el bajista, hermano del «Negro Vivar» el trompeta, a Laserie en las pailas, conseguimos los dos pianos y se citó a los participantes para comenzar a grabar en octubre de 1955, no recuerdo qué día, pero sí la hora, a las diez de la noche.
Llegó la fecha, y cual no sería la sorpresa del ingeniero de sonido Medardo Montero y mía, cuando siendo ya la una de la madrugada, tan solo se habían presentado la Borja, Numidia y Carbonell. Luego nos enteramos de que el problema estaba en que los músicos trabajaban en el Tropicana y no podían ausentarse hasta que el show no hubiera terminado.
[…] La primera sección se terminó a las seis de la mañana, grabándose en un solo canal de un cuarto de pulgada. Era una grabación directa, diferente a como se realizan en la actualidad, en las que se graba por partes y luego se efectúa el mezclado. […] En tres secciones más terminamos el disco.
Con esas matrices grabadas en Radio Progreso -continúa contando Mateo-, debió viajar a New York para realizar los cortes en los estudios de la RCA, y cuando los tuvo le pidió a Montilla que, «usando su crédito, le mandara fabricar cinco mil álbumes […], y que se los enviara a Cuba antes del primero de diciembre».
De regreso en La Habana, Mateo presentó el disco en La Feria del Sonido, «que era algo que él había instituido cuando se encontraba en Sonido y Proyección» y la «reacción fue tan positiva que los pedidos cubrieron casi la totalidad de lo ordenado a Montilla en aquellos momentos.
Finalmente, los discos llegaron a principios de diciembre de aquel año 1955, y para el 6 de enero ya habían vendido los cinco mil discos bajo la marca «Antilla Records» que ya para esa fecha Mateo había establecido, lo que sirvió para que Esther Borja, Luis Carbonell y el propio Mateo lograran su primer éxito.
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Luis Carbonell escribió en la contraportada del disco lo siguiente:
DR. RAÚL GUTIERRES S
(...como de un mar en diástole,
Como de un mar en sístole
Como de un mar concéntrico
De un mar como en si mismo derramado.
(Elegía Cubana, de Nicolás Guillén)
Los ideales son formaciones naturales. Aparecen cuando la función de pensar alcanza tal desarrollo que la imaginación puede anticiparse a la expresión. No son entidades misteriosamente infundidas en los hombres, ni nacen del azar. Se forman como todos los fenómenos accesibles a nuestra observación. Un ideal es un punto y un momento entre los infinitos posibles que pueblan el espacio y el tiempo. (José Ingenieros)
Aprovecho las frases del eminente filósofo argentino para dedicar a usted, doctor, este trabajo que nos ha tenido preocupados por algún tiempo, y el que nos ha proporcionado muchas alegrías, ansiedades y esa inquietud emocionante que se apodera del individuo cuando va realizando poco a poco alguna obra que espera ansiosamente ser terminada.
Del presente empeño usted fue de los primeros, junto con el inestimable Vicente Herrero, en conocer y alentar.. Luego es estímulo de amigos y maestros como Gonzalo Roig y Félix Guerrero, contribuyeron a insistir y a crecer en nosotros la fe en nuestro propio esfuerzo, gestos todos que nunca agradeceremos bastante
Paréntesis.
ESTHER BORJA. -Calidad, cualidad sinceridad artística, dominio absoluto de sus facultades, sensibilidad exquisita, conocimiento amplio de nuestra música, y, en una palabra: oficio. Se entregó de lleno a la realización del presente trabajo -y. Créame sinceramente, solamente una artista como ella, con una capacidad técnica absoluta de su habilidad, sería capa de enfrascarse en l estudio de TODAS y cada una de las voces y combinaciones que componen los arreglos vocales que aquí le mostramos-, y lo ha conseguido después de un verdadero esfuerzo con olvido absoluto del tiempo; y lográndolo, además, de manera tan sugestiva.
NUMIDIA VAILLANT.-Pianista absoluta, completa. Joven y con conocimiento definitivo del instrumento que ejecuta. Le hemos sugerido nos construyera para dos pianos los acompañamientos de las presentes inspiraciones en el clima en que se produjeron aquellas. Lo consigue: se acerca deliberadamente a la guitarra y mira hacia Cervantes. Creemos que tiene un luminoso porvenir.
«Toda la música de mi país de verde», dice maravillosamente Ernesto Víctor Matute en su “Elogio de un poeta a su Isla Antillana”.
Hay como un constante resucitar romántico en nuestras páginas más perdurables. Nos parece, al oírlas, que palpamos con tacto invisible nuestro suelo, nuestro sol, nuestras palmas, nuestras mujeres; parece que algo se nos pega a la piel con calor imponderable. Es una primavera constante. El romanticismo de muchas de nuestras canciones es de una ingenuidad cubanamente universal.
TE ODIO y ¿ME ODIAS?. Criollas. (Dos y cuatro voces) -Muy pocas veces se ha dado el caso en nuestra música, en el que una composición del género «contestación a...» -estilo por demás, de muy frecuente recurrencia por nuestros autores-, haya logrado un plano de popularidad igual a la composición original. Este es un caso singular. Ernestina Lecuona («¿Me odias?») lo logró afortunadamente utilizando inclusive el mismo formato armónico que Félix B. Caignet («Te odio»). Ambos números alcanzaron en su época un «rating» elevadísimo. La super-imposición que logra Esther Borja al final de ambos números (interpretándola a cuatro voces) me parece de interés considerable.
EN EL SENDERO DE MI VIDA. Bolero (Dos voces) -Oscar Hernández acaba de obtener un premio en el Concurso anual del «Dia de la Canción Cubana» con un bolero precioso. «Justicia de amor», en el que se comprueba cómo el genuino sabor nacional, el mismo estilo, y una invariable gracia profunda se manifiesta a través de toda la obra del autor -obra que abarca casi lo que va de este siglo-. En su principio, «En el sendero de mi vida» fue realmente titulado por el autor «Ella y yo».
DANZA CUBANA. (Dos pianos: Numidia Vaillant y Luis Carbonell) -«Ignacio Cervantes Kawanagh fue el músico más importante del siglo XIX cubano. Nadie pudo situarse más algo que él en lo que se refiere a la solide del oficio, a un buen gusto innato -distinción en las ideas, elegancia en el estilo, cabal sonido- que se manifiesta, incluso, en sus obras menores. Estaba particularmente dotado para hablar el idioma de su isla. De ahí que sus célebres Danzas para piano constituyan la mas auténtica expresión de su temperamento. Como ciertos músicos noruegos, españoles y eslavos. Cervantes acababa siempre por volver al acento del terruño, aun cuando aspirara a expresarse en un lenguaje exento de localismos» (Alejo Carpentier en su libro La Música en Cuba).
NOCHE AZUL. Danza (Tres voces) -Del Maestro Ernesto Lecuona -a quien tanto le debe la música de nuestra isla- ya se ha dicho mucho, aunque no lo suficiente. Guía y estímulo. Punto de referencia. Pauta. El bajo obstinadamente rítmico, (estilo, personalísimo en sus danzas) apoya una melodía inolvidable.
ES EL AMOR LA MITAD DE LA VIDA. Canción. (Dos voces) -Durante los primeros años del presente siglo el teatro cubano tuvo un auge extraordinario. Muchas obras, revistas, sainetes y zarzuelas se estrenaron, que fueron fijando poco a poco los diversos géneros de nuestra música tradicional. Hemos tomado de la zarzuela «El Brujo» una hermosa selección que por el lirismo de sus estrofas y por el hálito romántico que se desprende de su música, es ejemplo puro de una «canción cubana». Su autor, José Marín Varona, que utilizó los versos de J. R. Barreiro, nos ha dejado múltiples y gratísimas inspiraciones.
AUSENCIA. Bolero, (Dos voces) -Esta es otra de las páginas que vivirán por mucho tiempo todavía en nuestros corazones y recuerdos. Su autor, Jaime Prats, ha contribuido no poco a extraer de nuestra cantera bien cinceladas y hermosas culminaciones.
LA TARDE. Bolero (Tres voces) -Sindo Garay, ese viejito cariñoso de ojos cuyos párpados tan unidos solo dejan ver dos puntos pequeñísimos escrutadores, agudísimos, inteligentes y soñadores -que parece no percibir el paso de los años, conservando su espíritu tan alerta y juvenil como todas sus composiciones -de la que es vivo reflejo- nos a dado inspiraciones inmortales. Su música vivirá y palpitará eternamente en la historia de nuestra Isla.
LA HIJA DE ORIENTE (Contradanza para piano de J. Marín Varona. (Arreglo para dos pianos de Numidia Vaillant) -Le transcribo aquí un párrafo del libro «La Música en Cuba» que a mi juicio es una obra trascendental en nuestra cultura general. Su autor, Alejo Carpentier, nos dice a propósito de las contradanzas de Manuel Saumell: «Hay que ir más lejos, leyendo y seleccionando. Se penetra entonces en una zona de preocupaciones más hondas, poblada de páginas tiernas, emocionadas, finísimas, o, por el contrario, dinámicas, agitadas y nerviosas en las que se advierte siempre la presencia del buen músico. Muchas de las contradanzas no fueron compuestas para el baile. Es evidente que se escribieron para ser tocadas y oídas».
OJOS BRUJOS. Criolla capricho. (Tres voces) -Uno de los géneros desgajados de la Contradanza es este de la criolla, en el que su autor, nuestro Gonzalo Roig, cubanísima ceiba de tronco añoso prodigiador de sombra bondadosa, de ramaje innumerable, de raíces con temblor de patria sabor eterno ha elevado su inspiración a altísimas esferas de lo hermoso. Hemos añadido (con aprobación del autor) una cadencia «a capella», como para recrearnos un poco más en los temas que forman una de las páginas privilegiadas de nuestra lírica musical.
LONGINA. Canción romántica, (Tres voces) -Aun vive, Sí, aún vive la que «En el lenguaje misteriosos de sus ojos hay un tema que destaca sensibilidad».
¡Cuántos ensueños no florecerán en un recuerdo! Romanticismo eterno, sortilegio apasionado. Manuel Corona entretejió en su trovadoresca canción todo un estilo, toda una época, todo un mensaje.
Y nada más, doctor. Volviendo al principio, al ideal, queremos que sepa que el nuestro ha sido tratar de que no caigan en el olvido tantas páginas hermosas que han escrito nuestros autores, que en nuestras razones se encuentran sus propias razones.
A usted, siempre afectuoso, siempre atento, a usted, sin más dedico el presente trabajo. Usted merece más. LUIS CARBONELL.
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En resumen, para contar la historia de este fonograma excepcional en la extensísima discografía cubana de la época republicana, considero que los datos que mejor se pueden documentar son los siguientes.
Productor: Mateo San Martín
Autor del proyecto: Luis Carbonell
Lugar de grabación: Radio Progreso, La Habana, Cuba.
Fecha de las grabaciones: Octubre 1955
Cortes y edición: Estudios de la RCA, New York.
Impresión de los Lps.: New York
Cantidad de discos impresos en la primera tirada: 5,000
Intérpretes de las grabaciones: Esther Borja, voces; Numidia Vaillant y Luis Carbonell, piano; Bol, contrabajo; Rolando Laserie, percusión.
Grabador: Medardo Montero
Sello que lo introdujo en el mercado: Antilla Record
Año de salida al mercado: 1956
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En Cuba Canta y Baila. Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana 1925-1960, Cristóbal Díaz-Ayala anota lo siguiente:
Lp Antilla 101 reeditado casi inmediatamente como Kubaney 101. «Esther Borja canta a dos, tres y cuatro voces» La Habana, 1955. Acompañada al piano por Numidia Vaillant y Luis Carbonell. Notas de Luis Carbonell. Reeditado como CDK-354 en 1993.
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domingo, 23 de febrero de 2025
El FILING DE PANCHO CÉSPEDES EN EL TEATRO NACIONAL
Desde mi atril
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Fuente externa @Pedro J. Bonilla |
22. 02. 2025. Santo Domingo. Enrique Ramil, invitado; Banda de FC; Amaury Sánchez, dir; Orquesta Filarmónica de Santo Domingo.
Pues sí, lo hicimos otra vez, la Filarmónica de Santo Domingo, conducida por Amaury Sánchez acompañó otro espectáculo en el Teatro Nacional, pero este fue muy distinto, esta vez el artista fue Francisco Céspedes, que no es lo mismo ni es igual. Y voy a contar lo que vi y escuché desde mi atril y por qué digo que Céspedes no es lo mismo ni es igual. Por supuesto, con eso no quiero decir que Pancho tenga una calidad distinta a todos los demás, NO, quiero decir, que en el estilo de Pancho, no habíamos acompañado a ningún artista.
Y no se apure, que se lo explico en pocas palabras.
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Orden del programa |
Todo el mundo conoce, que cuando se monta un show con música en vivo, la orquesta, sea del formato que sea, necesita coordinar las acciones, es decir, seguir un guion y ensamblar un repertorio, tanto con los cantantes como con los bailarines, actores o presentadores que puedan aparecer a través del espectáculo. En la concreta, hay que ensayar para que las cosas salgan bien y el público aplauda. Eso es lo estándar, pero Pancho, el estilo de Pancho Céspedes está muy pegado a lo que en Cuba se ha conocido como Feeling, o más cubanizado aún, filing.
¿Y esto qué cosa es? Pues según nos dicen algunos investigadores, este fue «uno de los movimientos más interesantes en la historia de la música popular cubana del siglo XX» y que tuvo sus inicios en La Habana durante la década del 40. Su «nombre, surgió cuando (algunos de sus iniciadores) escucharon el número I gotta feeling interpretado por la cantante afronorteamericana Maxine Sullivan» (Leonardo Acosta). Nos dicen además, que los cultores del filing o filineros, volvieron «la espalda a la rima estable, (y utilizaron) letras que rayaban en la prosa o que se servían de consonancias», y lo más importante, tenían «un modo de interpretar letra y melodía cuasi parlando, con pausas profusas». En síntesis, tenían «la huella del jazz, la canción norteamericana, y del impresionismo musical, (y todo eso) pasado por el agua de lo cubano». (Helio Orovio).
Por eso, este fue un show muy distinto para la Orquesta, la que, en manos de su director, siguió a Pancho en sus improvisaciones, latidos, murmullos, alargamientos de frases, sus cuasi parlando, sus rubatos, y toda su agógica filinesca.
Por todo eso, digo yo, el Francisco Céspedes Sinfónico que el público aplaudió a manos llenas en el Teatro Nacional. fue muy distinto.
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martes, 18 de febrero de 2025
EL AGENTE 007 SE ANUNCIA EN LA HABANA, pero…
Licencia para matar…
¿Cómo fue? No tengo la menor idea, no recuerdo por qué este artículo se me quedó en ristre y no lo publiqué ocho años atrás, cuando se anunciaba la llegada de Bond, de James Bond a La Habana; sin embargo, como en Cuba la noria de sangre no se detiene y siempre lleva a los mismos lugares -sin siquiera bombear agua-, hoy, como ayer, tiene una vigencia innegable. Mire usted, sumidos en la peor crisis económica, política y social, la tiranía castrista no tiene nada mejor que hacer que profundizar el genocidio espiritual de los cubanos, y esta vez no será Bond en una sala de cine infernal, sino perpetrando nuevamente barrios debates antimperialistas, en infernales barrios equipados como los más conspicuos campos de exterminio.
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Fuente externa. @Jeniree Segando almas con la oz y el martillo |
Y dice así...
Para miles de personas, ingenuas o tontas, la proyección en Cuba de algunas películas del Agente 007 -¡¡¡a estas alturas del siglo XXI!!!-, pudiera ser la muestra de que los cambios democráticos y las libertades ciudadanas son perceptibles en la Isla. Pero esto, como todo lo de allí, hay que agarrarlo con pinzas. Los muchachos de la orientación ideológica o la propaganda oficial son muy listos.
Bond, James Bond llegó a la pantalla grande en La Habana. Con un retraso de más de medio siglo ya está en la capital de Cuba, pero antes, muchos días antes, Granma, como órgano oficial, y Cibercuba, como repetidor, explicaron quién era el Agente 007 mediante unas concisas y contundentes notas al margen. En las que se le enjuaga el cerebro al público afirmándole que: «las versiones cinematográficas, [basadas en las novelas de Ian Fleming] conservaron, el sexismo, la oda al machismo y a los valores occidentales, [una] abundante acción, lo último de la tecnología, e intrigas internacionales».
En ellas, en esas notas lavativas, hicieron saber que Bond es un genio del mal, es por supuesto capitalista y anticomunista; vamos, todo lo que un cubano no ha sido, ni querrá ser jamás, y, que ni se le ocurra.
Capítulo aparte merece Bohemia, que muestra un tono poco «combativo» y se limita a describir al personaje sin juzgarlo, lo que me hace pensar que el redactor de PL, quien hizo la nota, no recibió a tiempo las «sugerencias» del Departamento de Orientación Revolucionaria, o como quiera que se llame la oficina que se ocupa de la propaganda oficial a estas alturas del Partido.
Por otra parte, aunque no sé si de manera sincrónica o diacrónica, hicieron una jugada que no le pasaría por las mientes ni al mismísimo James: repartieron la nota en multitud de medios al rededor del mundo, como si esto fuera el descubrimiento de la vacuna contra el cáncer, los beneficios de la moringa, la muerte del dictador Fidel Castro, o la amenaza del fin de fiesta de su hermano.
Conociendo el paño, entiendo que la causa de tamaña propaganda no está en hacer valer el derecho a la información o el interés por promover el entretenimiento. No está en que las taquillas reporten en Cuba, como en todas partes del mundo, millonarias sumas que contribuyan a mejorar la calidad de las salas de cine, la vida de sus empleados y pagar a quienes corresponda los derechos de autor sobre esos filmes.
Nada de eso. Este es un recurso de expansión ideológica con dos sentidos; uno, hacia adentro; y otro, hacia afuera. En ambos sentidos tiene como objetivo confundir, desestabilizar e ilusionar las mentes del público -mire usted cómo La Jornada, El Nuevo Día, y El Clarín mordieron el anzuelo-, apartarlos del bullicio de Venezuela y del desastre cubano, utilizando, mire usted, las películas que ellos mismos califican de enajenantes. Las utilizan, como un morboso instrumento, para enajenar a propios y extraños del trágico destino de las democracias en Cuba y Venezuela, para alejarlos del deterioro cada vez mayor de la calidad de vida en ambos países.
Hacia afuera, va destinado a esas asociaciones de «progres», de los llamados amigos de Cuba -quienes en realidad son amigos del dictador-, para que vean que en Cuba ya no hay censura... Ya los cubanos pueden ver las películas del Agente 007 ¿y para qué tanto anuncio?, pues para confundir, para echarle más leña al fuego del cambio fraude, para que los «progres» del mundo vean que ahora sí están construyendo el socialismo del siglo XXI en Cuba, que están «actualizando el modelo» y que eso significa desbordar de libertades el sistema, incluso, darle a los ciudadanos la libertad de poder ver las películas del Agente 007... ja, pero mira tú, sucede que en agosto, en el cine donde se está proyectando la saga del enemigo de los comunistas, según informó 14 y Medio.com, no funciona el aire acondicionado... ¿Casual?, pues no, casual si fuera La Cenicienta de Walt Disney, Liberación o Mi hermano Fidel, con esas pelis sí sería posible que el aire estuviera roto o apagado para ahorrar electricidad, pero con Bond, con James Bond no hay casualidad.
Así que hoy, como ayer, el Ministerio para la Ilustración Popular y Propaganda del PCC, o como quiera que se llame ese departamento a estas alturas del Partido, está perpetrando el mismo genocidio espiritual, llevando a cabo su solución final. Hoy, como ayer, las miradas cómplices siguen esquivando a Cuba, siguen convenientemente sin dar crédito a los testimonios de millones de Vrba y Wetzler, quienes con pelos y señales han puesto ante los ojos del mundo lo que se muere en la Isla.
Hoy, como ayer, la tiranía tiene licencia para matar, pero lo hace con tanta «gracia», con tanto «garbo», que, tanto dentro de la alambrada, como fuera, a los espectadores les parece pura ficción, les es convenientemente difícil a estas alturas dar crédito y siguen preguntando: «¿Cómo saber que no son fantasías?»
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viernes, 14 de febrero de 2025
EL DISCO DE ORO DE CUBA. sus boleros, canciones y cantantes
Clásicos populares en discos increíbles (*)
María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo, Miguelito Cuní y El Conjunto Chapotín, Esther Borja, América Crespo, Numidia Vaillant y Luis Carbonell, Gonzalo Roig, Ramón Veloz, Roberto Faz, Tata Ramos, Celina y Reutilio, Luisa María Güell, Orlando Contreras, Bola de Nieve, Zoraida Marrero y las Hermanas Martí son nombres imborrables en la música cubana del siglo XX.
Se nos ofrecen en estos dos discos, increíbles canciones y boleros que vieron la luz en producciones hechas, casi todas, entre los años 1955 y 1959. Boleros y canciones que vencieron el tiempo, obras discográficas que se convirtieron en clásicos populares y que Kubaney reúnen ahora bajo el título de «El disco de oro de Cuba. Sus boleros, canciones y cantantes».
Veinte años (d1-1) es una joya que proviene del disco «María Teresa Vera» (K-MT-109), un fonograma en el que las voces y guitarras de María Teresa y Lorenzo Hierrezuelo cuentan con el acompañamiento del conjunto de Nene Allué. Con esta bella muestra de la canción cubana se inicia el compacto número uno.
Cuando en 1949 Arsenio Rodríguez decidió radicarse en Nueva York, el conjunto que él dirigía en La Habana, uno de los más importantes en la década del cuarenta, quedó en las manos expertas del legendario trompetista Félix Chapotín, para entonces hacía mucho tiempo que Miguelito Cuní era uno de los grandes cantantes de aquella agrupación. Vendaval sin Rumbo (d1-2) y Para qué hablar de amores (d2-7) son dos boleros estelares interpretados por el inconfundible Cuní, un cantante que hizo época en todo el continente.
De la producción «Esther Borja canta a dos tres y cuatro voces» (#MT-101), aparecen las canciones Ausencia (d1-3), Longina (d1-6) y Noche azul (d1-13). Esta producción fue todo un acontecimiento en su época, puesto que la tecnología aún no era lo que es hoy. El grabador Medardo Montero, consiguió hacer en los Estudios de Radio Progreso, en La Habana, un milagro que pocos creían posible: regrabó la voz de Esther Borja hasta cuatro veces en una cinta de un cuarto de pulgada.
Están también en este disco increíble las canciones Quiéreme mucho (d2-5), una pieza que apareció originalmente en el fonograma «Gonzalo Roig – con América Crespo y Esther Borja» (MT-121) y Ahora que eres mía, tomada de la producción «De nuevo Esther Borja», un fonograma dedicado a las canciones de Ernesto y Ernestina Lecuona.
Están también incluidas en este disco increíble dos mosaicos del Conjunto Casino en los que cantan Roberto Faz, Ribot y Espí. Tiene también el bolero Miseria en la voz de Orlando Contreras, El amor de mi bohío, interpretado por Ramón Veloz y otras tantas hasta llegar a veintiséis. (Santo Domingo, El Siglo. 15 jul. 2000) (Revisado para El Tren de Yaguaramas 2da. Época 28 nov. 2024)
(*) Hace más de veinte años, bajo el título «Clásicos populares en discos increíbles», publiqué una serie de reseñas de discos en diferentes medios de prensa de Santo Domingo, entonces había que comprar el fonograma; sin embargo, hoy solamente es necesario tener la app Spotify, o YouTube, es por eso que me animé a subirlos a Facebook y a mi blog, algunos con la Playlist del álbum original y otros en YouTube, como en el caso de este Disco de Oro de Cuba que aún no aparece en Spotify.
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domingo, 9 de febrero de 2025
EL CANELO MIENTE
Debe recordar que en las sierras del
Escambray y Los Órganos y eventualmente en otros lugares intrincados de la isla
hubo «alzados» contra el castrismo y en 1961 una expedición intentó derrocar la
dictadura, pero alguien que había prometido ayudar se acobardó. Decir que los
cubanos apoyan el castrismo es como aceptar que el pueblo alemán apoyó a
Hitler. El pueblo cubano ha sido sometido por la fuerza física, además, el
castrismo, mediante un eficaz «lavado de cerebro» ha perpetrado un genocidio cultural sistemático, el que a su vez ha creado una sociedad con un profundo daño antropológico, dejándola indefensa, pero a pesar de todo eso es capaz de
moverse después de 66 largos años de oprobiosa tiranía y a estas alturas
guardan injusta prisión cientos de jóvenes cubanos en las cárceles castristas.
No señor, el pueblo de Cuba no apoya al castrismo, aunque calle, como no apoya
a su carcelero el reo que muere en silencio en una celda.
https://www.cibercuba.com/noticias/2024-12-14-u1-e207888-s27061-nid293793-regimen-afirma-mayoria-cubanos-apoyan-revolucion
viernes, 7 de febrero de 2025
16 GRANDES ÉXITOS DEL SEPTETO NACIONAL DE IGNACIO PIÑEIRO
Clásicos populares en discos increíbles (*)
«El Septeto Nacional murió y nació muchas veces, por él pasaron muchos músicos y cantantes notables. Etapas distintas también tuvo bastante. ¿Cómo? ¿El Septeto sin Ignacio? No, no, nunca» Esta afirmación rotunda la hizo Lázaro Herrera, trompetista que estuvo en la agrupación en todas las épocas y a quien la vida le hizo el regalo de la longevidad (**).
El Septeto Nacional, según apunta Sergio Santana Archbold, salió a la calle por primera vez el 27 de enero de 1927 y fue disuelto diez años después. En 1940, Miguelito Valdés volvió a reunir al Septeto para grabar algunos temas y luego, pasarían 20 años de silencio. No es hasta 1954, a instancias del musicólogo Odilio Urfé, que la agrupación vuelve a la palestra para entrar en los estudios de grabación y hacer radio y televisión.
Estas dieciséis piezas clásicas en el repertorio popular vienen en el cantar de Carlos Embale, un sonero de voz increíble, de voz perfectamente afinada, de amplio registro, potente, de un timbre arrullador y capaz de improvisar los más inusitados malabares rítmicos con la poesía. (Santo Domingo, El Siglo 3 jun. 2000 / Mundoclasico.com, 23 may. 2000) (Revisado para El Tren de Yaguaramas 2da. Época, 17 nov. 2024)
(*) Hace más de veinte años, bajo el título «Clásicos populares en discos increíbles», publiqué una serie de reseñas de discos en diferentes medios de prensa de Santo Domingo, entonces había que comprar el fonograma; sin embargo, hoy solamente es necesario tener la app Spotify, o YouTube, es por eso que me animé a subirlos a Facebook y a mi blog, algunos con la Playlist del álbum original y otros en YouTube, como en el caso de este fonograma de 16 Grandes Éxitos del Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro que aún no aparece en Spotify.
(**) Entrevista concedida a Félix Contreras, en La música cubana una cuestión personal. Ediciones UNIÓN. La Habana, Cuba. 1999.
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viernes, 31 de enero de 2025
LA HEGEMONÍA DE LA MÚSICA CUBANA DESDE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIX (3 de 3)
El cocoyé se pasea por La Habana y la zarzuela se instala en el Tacón
No escapó el palacio de los Capitanes Generales, la quinta del Excmo. Sr. Capitán General, del influjo arrollador de las danzas y del popular Cocoyé.
En 1847,
Laureano Fuentes Matons estrenó su Potpourrí cubano que incluía María de
la O, y este «fue el
que adaptó para banda y amplió el músico mayor del Regimiento de la Unión,
Manuel Ubeda, y que fue estrenado por la banda del Regimiento de Isabel II en
julio de 1849[1], bajo la
dirección de Julián Reynó».
Según la siguiente nota, aquella música oriental
había llegado a uno de los más importantes salones de bailes de La Habana:
Nueva danza. (DM, 1
abr. 1852). Sabemos que en uno de los bailes que en los días de Fiestas Reales se
darán en Escauriza se tocará una danza que está llamada a figurar tanto como El
Cocoyé. La nueva danza, que se titula María de la O. Soguendo, ha sido sacada
por el señor Reynó del Potpourrí que en la noche del sábado pasado tocó en la
Plaza de Armas la excelente banda de música de Isabel II, de que es músico
mayor dicho señor, y su melodía está basada sobre la de una canción muy en boga
en Santiago de Cuba. Pero no es eso todo, sino que la María Soguendo será
ejecutada con acompañamiento de marimbas, güiros y demás instrumentos que usa
en sus bailes la gente de color. Indudablemente la mencionada danza va a causar
verdadero furor en los bailes de máscaras de Escauriza.
Y lo que caracterizó el contenido del Cocoyé que recogió y arregló Juan Casamitjana en
Santiago de Cuba, fue el llamado cinquillo cubano, una fórmula
rítmica que consiste en cinco figuras en dos tiempos, lo que provoca un
irresistible bamboleo en el ritmo, y que consiste en:
corche-semicorchea-corchea-semicorchea-corchea.
Estos contenidos de la música de transmisión oral no hubieran tenido la
menor trascendencia en la cultura cubana si no hubieran sido elaborados por los
músicos académicos y llevados a la estética de la música occidental. Es en eso
en lo que radica la trascendencia de la síntesis de músicas de diferentes
culturas que se produjo en Cuba a la que algunos autores se refieren como
«africanía de la música cubana», fundamentalmente Fernando Ortiz, la cual se
hubiera diluido en los barracones y en los solares si no se registra en
partituras y fonogramas, y si no se convierte en un producto capaz de ser realizado
en el mercado y reconocido como danzas cubanas, y como música
cubana.
En cuanto a la forma, podemos encontrar una nota que nos alerta de la
novedosa introducción de dos primeras partes en una danza:
Danzas. (DM, 23 abr. 1852). Sabemos que para
satisfacer los deseos de muchas personas se van a litografiar cuatro de las
últimas danzas compuestas por el conocido profesor D. Salvador Palomino, las
cuales ofrecen la novedad de tener dos primeras partes diferentes. Entre estas
danzas parece figurar la denominada La India que se tocó en el gran baile de disfraces dado en el teatro
de Tacón a favor de la Sociedad de Beneficencia de naturales de Cataluña, y que
contribuyó en gran manera a que el público quedase satisfecho de la orquesta que
lo desempeñó.
Y unos meses después, en otra nota, podemos leer acerca de otra danza
con dos segundas partes:
Danza. (DM, 2 may. 1852). Nos consta
que en uno de los establecimientos de música de esta ciudad aparecerán dentro
de tres o cuatro días dos bonitas danzas compuestas por un apreciable joven
filarmónico de esta ciudad y dedicadas al señor don José Fernández de Coca,
autor de la conocida danza Los
miércoles. Las mencionadas composiciones ofrecen la novedad de tener dos
segundas partes cada una.
No he podido
ver estas danzas; sin embargo, entre las contradanzas de Manuel Saumell
(1817-1870), tan divulgadas en el siglo XX, está La Celestina como anoté
en párrafos anteriores. Esta danza está escrita en 6/8 y tiene forma
(A-B), es decir una parte A y una B, que se repiten; sin embargo, otras danzas
del mismo autor; por ejemplo, Dice que no, dedicada a Gottschalk (Giro
1981, 53), tiene «dos primeras partes» y «dos segundas», por lo que su forma
sería (A-A´ B-B´) repetidas, y esta danza pudiera ser posterior al año
1854, que fue la fecha en la que este destacado pianista norteamericano llegó a
Cuba. Por lo que, según estos datos, hasta que se demuestre lo contrario, la
inclusión de nuevas partes y repeticiones en las danzas fue una práctica
de los compositores desde los primeros años de la década del 50 del siglo XIX y
probablemente antes.
En otra nota (DM, 5 may. 1852), se da a
conocer el título de otras seis danzas
litografiadas en el establecimiento de los Sres. Edelmann y compañía, entre las
que se menciona El Cucuyé, arreglada
fácilmente para guitarra por Tomás Medel, y María de la O. Soguendo, por J.
Reynó.
El mismo número, en otra columna da a conocer que por ausencia del
señor Rodríguez, director de la orquesta de bailes del Liceo, le sustituiría
el señor Trias, quien había preparado seis danzas nuevas para el próximo baile de la
institución, y añade que el distinguido músico fue discípulo del conservatorio
de Barcelona y que se le conocía en La Habana por su gusto en componer danzas.
Volviendo a Julián Reynó, la siguiente nota
no deja nada que desear en cuanto a diluir la extendida idea de que tal o cual
género musical cubano llegó tal o cual día, a tal o cual lugar y que lo
llevaron los señalados fulanos o menganos. Así como esta música oriental era
noticia en La Habana, todas las músicas viajaban todo el tiempo por la Isla, en
la que nunca hubo región alguna que quedara completamente aislada durante
lustros, décadas o siglos:
Publicación musical. (DM, 23
may. 1852). Accediendo a las instancias de sus amigos el conocido
profesor D. Julián Reynó, músico mayor de la brillante banda del regimiento de
Isabel II, ha resuelto publicar en un cuaderno las composiciones suyas que más
popularidad han alcanzado. Si no estamos mal informados parece que dicho
cuaderno contará de las cuatro piezas siguientes: un precioso vals de fácil
ejecución y por consiguiente al alcance de las principiantes en el piano; el
celebrado pot-pourri de canciones y tangos bayameses, que tanto gustó en la
Plaza de Armas cuantas veces lo ejecutó dicha banda de Isabel II; una linda
canción cuya letra es de Villergas y por último cuatro danzas de las
irresistibles. La litografía del Comercio está encargada de la publicación a
que nos referimos.
Y de la
popularidad que alcanzó el Cocoyé cubano habla la
siguiente nota:
El Cocoyé cubano. (DM, 9
jun. 1852). Varias damas partidarias decididas de las retretas en el
salón O`Donnell[2], así
como de la buena música, nos han suplicado días hace manifestemos por conducto
de nuestra Crónica el gusto con que oirían tocar a la excelente banda del
Regimiento de Isabel II el ya popular Cocoyé Cubano, compuesto por su digno
músico mayor y que tanto ha agradado las veces que se ha ejecutado en la plaza
de Armas. Nosotros a fuer de galantes cumplimos gustosos el encargo de nuestras
amigas y a la amabilidad de la persona a quien la súplica se dirige nos hace
confiar en que serán complacidas.
Y la súplica fue
complacida y el cronista lo describió así:
Retreta. (DM, 15 jun. 1852). A pesar de la
lluvia que cayó el sábado durante el día y de lo no muy apacible que se
manifestó la noche, la retreta verificada en la Alameda de Paula atrajo una
concurrencia bastante numerosa llevada allí indudablemente por el deseo de oír
entre las variadas piezas del programa el delicioso Potpourrí cubano de que
son puntos salientes el Cocoyé y María de la O. Ese poema músico, que se debe
al talento filarmónico del Sr. Reynó, fue tocado con mucho gusto por la banda
de música Isabel II, de que es aquel digno director. Por nuestra parte volvemos
a dar las gracias al Sr. Reynó por su condescendencia a nuestra indicación.
Y lo dicho: compuesto, interpretado, impreso
y vendido, esa fórmula de mercado pocas veces era interrumpida. En la siguiente
nota es posible, además, conocer más criterios del cronista acerca del tan
popular Potpourrí cubano y del impacto que tenían las partituras en los
hogares habaneros de la segunda mitad del siglo XIX, cuando no existía más que
la música en vivo y el piano era el instrumento favorito en Cuba:
Potpourrí cubano. (DM, 23
jun. 1852). Las bellas filarmónicas que con tanto placer han oído en las
retretas esa deliciosa «olla podrida musical» (traducción literal) se alegrarán
al saber que pronto se dará a luz bellamente litografiada y arreglada para
piano, de modo que en esas agradabilísimas noches de la estación en que las nubes no se
cansan de llorar desde el oscurecer hasta el amanecer las aficionadas a la
retreta podrán quitarse el mal humor ejecutando en su favorito instrumento el Potpourrí Cubano al
compás de las susurrantes palabras de algún querido amigo a quien el aguacero
obligue a alargar su nocturna visita, lo cual es muy frecuente, porque los
tales queridos
amigos tienen siempre un tacto particular para entrar de visita en las casas
cinco minutos antes de llover. Sabemos que en la primera retreta en que toque
la excelente banda de Isabel 2ª se ejecutará otra vez el Potpourrí.
Y sigue María de la O causando danzas, esta vez es la contestación de don Claudio
Brindis de Salas -quien estaba a punto de tener un hijo que llevaría el
apellido a las cortes de Europa y le llamarían el Paganini Negro-, a una danza que otro famoso
compositor habanero había compuesto con el título de La Muerte
de María la O:
El marido de María de la O. (DM, 27 jun. 1852). Se nos informa que
el acreditado cuanto simpático director de la orquesta denominada «La Concha de
Oro», Claudio Brindis de Salas, ha compuesto con objeto de que no muera la
danza denominada María de la O., una cuyo nombre encabeza estas líneas y de
la cual se nos habla muy favorablemente. Parece que el maestro Brindis, fiel a
su propósito de hacer que no muera la mencionada danza, compondrá varias que se
denominarán «El hijo de María de la O.», «El nieto de María de la O.» y así
hasta los retataranietos etc. Creemos que esta noticia será recibida con el
mayor placer por los entusiastas por la danza que lleva el nombre de la que quiere manillas de oro.
No escapó el palacio de los Capitanes Generales, la quinta del Excmo.
Sr. Capitán General, del influjo arrollador de las danzas y del popular Cocoyé. Según el anuncio (DM, 12 ago. 1852), en la retreta que tendría lugar el jueves 12 de
agosto, en el augusto lugar, «la
excelente música del Regimiento de Artillería» tocaría las piezas siguientes:
1ª. Gran final del segundo acto de la ópera Los Mártires. 2ª.
Introducción y aria
de tenor de la ópera I Masnadieri. 3ª. Jaleo de
Viña. 4ª. Verdadero
Cocoyé cubano. 5ª. Paso doble.
En enero de 1853, subió por primera vez a la escena del teatro Tacón una zarzuela, e
inmediatamente el género se apoderó del favor del público. El Duende, con música de
Rafael Hernando (1822-1888) y libreto de Luis Olano (1823-1863)
fue la primera, a la que le seguirían a todo tren La Castañera, con
música de Mariano Soriano Fuentes y libreto de Mariano Fernández; El tío
Caniyitas, con música también de Soriano y libreto de Sanz Pérez; y Buenas
noches, señor don Simón.
Tanto prendió la zarzuela en el público cubano, que el género apasionó
de inmediato a los compositores y salieron todos en estampida a componer
zarzuelas, a cantarlas y a integrar compañías. La siguiente nota publicada por
el Localista un año después del estreno de la primera zarzuela en el Gran
Teatro de Tacón, da una idea de lo que sucedió en Cuba con el género.
La zarzuela. (DM, 6 may. 1854). Como era de
esperarse, este espectáculo, que con tan buen éxito se inoculó en la Habana, en
el corazón de la isla ha ido difundiéndose por las principales poblaciones y
alcanzado en todas partes, según parece, el favor del público. Las antiguas y
errantes compañías dramáticas, un tanto enemigas al principio de la zarzuela,
han acabado por alistarse bajo sus banderas, salvadoras y siempre victoriosas
sobre las doradas y plateadas huestes de los bolsillos del público. La zarzuela
además ha logrado lo que no pudo alcanzar la comedia, hacer desaparecer las
preocupaciones de jóvenes de ambos sexos que con felices disposiciones para el
canto y la declamación no se procuraban a favor de ellas un bienestar seguro,
positivo, porque de hacerlo así los retraían aquellas. Muchos son ya los
aficionados que han ingresado en compañías de zarzuelas y muchos más creemos
que ingresarán a medida que se generalice en toda la isla el espectáculo.
Cárdenas lo cuenta ya también entre sus públicas diversiones gracias a la
compañía del señor Parladorio, de la que forma parte el conocido joven don
Andrés Pastorino, aplaudido en nuestras sociedades.
Ocuparon la
escena y arrebataron al público, lo que no interfirió para nada con la afición
por las danzas, las que entonces encontraron nuevos temas de
inspiración, como la que compuso «el acreditado aficionado D. José L. Fernández
de Coca» con el título Todos los locos (DM, 11 mar. 1853), dedicada a José María Freixas, autor
de la música de la zarzuela del mismo título que se había estrenado en el Tacón
el día 3 de marzo (DM, 5 mar.
1853). De ese mismo compositor aficionado se imprimieron y vendieron varias
colecciones bajo el título Flores de Cuba, conteniendo, la tercera de
ellas, cuatro danzas tituladas: «Tus lunares, El Carnaval del Liceo,
El tío Caniyitas y La Bagatela (DM, 18 mar. 1853). Y otros muchos compositores
completamente desconocidos en el siglo XXI, como Francisco Briseño, compusieron
danzas por docenas dedicadas a todo, así, el mencionado compositor
también dedicó alguna de ellas a la zarzuela. Según la nota, el joven había
compuesto dos danzas nuevas; una, Pepe Pistola; y otra, Júrgalo
Paco, «la última de las cuales está basada sobre un motivo de la zarzuela Paquillo
el Gaditano, que se presentó en la Sociedad Isabel II de Guanabacoa»
(DM, 14 abr. 1853).
Entre esos
compositores desconocidos hoy, que crearon danzas al por mayor, y que
contribuyeron a que estas se apoderaran de los salones de baile de medio mundo,
se menciona a José Fernández de Coca, popular por su música en los salones de
bailes habaneros y aclamado en los periódicos y revistas cubanas durante la
década del 50 del siglo XIX, quien fue a residir en México, y allá «sus
composiciones musicales merecieron el mismo favor que en La Habana» (DM, 7 jul. 1854).
Es muy interesante leer los atractivos que de aquellas danzas
resaltaba el vendedor en los anuncios, porque estos eran, no pocas veces,
cualidades formales o de contenido de las piezas que se ponían a la venta. Ya
había mencionado danzas con dos primeras y dos segundas partes, ahora,
en el siguiente anuncio se menciona el canto de algunas palabras en la segunda
parte:
Nuevas danzas. (DM, 8 abr. 1853). Acaba de publicarse una con el
título de «La caída del nanito y María la O» compuesta por el profesor de piano
don Ramón Aguabella. En la segunda parte se cantan varias palabras alusivas al
título de la danza. Se halla de venta en las litografías de Cuesta, calle de
O’Reilly, n. 8, y de la Reina número 13.
Y en el siguiente se menciona una danza «sacada del canto de los
morenos» que se emplean en la producción de azúcar «y con las mismas palabras»:
Flores de Cuba. (DM, 23 abr. 1853). La cuarta entrega de esta
colección de preciosas danzas, que con tanta aceptación publica el joven don
Lino Fernández de Coca, saldrá de un día a otro según nos informan, lo que nos
apresuramos a noticiar para calmar el ansia de las bellas suscriptoras de esta.
Entre las danzas de esa entrega se cuenta una muy original titulada «El peso
del azúcar» sacada del canto de los morenos que se emplean en esa operación, y
con las mismas palabras que ellos dicen.
En otra nota
acerca de la misma colección, refiriéndose a la danza El peso del
azúcar, dice que «tiene por motivo el canto de los pesadores de azúcar en
los almacenes de Regla».
Y por
supuesto, comenzaron a venderse las piezas más populares que integraban las
zarzuelas, así que, entre muchas otras, el dúo de Cecilia y Susana en el primer
acto de la zarzuela Las Colegialas son Colegiales, de José Freixas, fue
un éxito de ventas en el almacén de música de Maristany en mayo de 1853 (DM, 5 may. 1853).
Como he mencionado, los anunciantes emitían sus criterios acerca de las danzas,
y aunque no tenga la partitura en las manos puedo hacerme una idea del
contenido de algunas de ellas al leer notas como la siguiente:
Dos danzas. (DM, 6 may. 1853). Se han publicado
recientemente dos, una titulada «Los recuerdos», dedicada a las Srtas., de
Mantilla y O`Farril por D. Jorge de Sequeira, y otra «El de las gafas que se
las quite», dedicada al Sr. D. Antonio Martínez por Francisco de Armas. La
segunda parte de esta última tiene por motivo el monótono canto con que en la
Plaza de Toros se da vaya al infeliz prójimo que cae en gracia a la
concurrencia como sucedió al bien conocido individuo de las gafas. Es lástima
que se dé el nombre de danza cubana a la melodía mística con que se canta la
Salve. Desde que a cierto director de orquesta y compositor extranjero se le
ocurrió hacer una danza del Di tanti palpiti[3] la verdadera danza cubana, esa melodía que
tiene carácter puramente original, va desapareciendo o refundiéndose en otro
género de música distinto. Ambas danzas citadas se venden en el almacén de
pianos de Esperez y hermano.
Y aunque el
motivo no fuera el mejor para una danza, si gustaba, no faltaban las
contestaciones, tanto así que aquella de El de las gafas que se las quite,
tuvo pronto la suya en El de las gafas que se las ponga, compuesta por
las señoritas Dª. D. E. y Dª. D. B., dedicada al administrador de la plaza, danza
que al parecer hizo cambiar de opinión al Localista, porque de ella dijo
que: «las amables autoras de la nueva danza supieron sacar todo el
partido posible del motivo suministrado por la gente crúa,
haciendo su composición digna de figurar en la colección de las aficionadas al
piano» (DM, 20 may. 1853).
El Cocoyé, que no decaía en popularidad, llegó también
al escenario del Tacón. En las funciones del 7 y 8 de abril de 1853, se
presentó la zarzuela Las Colegialas son Colegiales y, como era
costumbre, en el intermedio hubo baile, esta vez los hermanos Pavía y don F.
Robreño presentaron un Paso Tártaro, y para el final, una comparsa de
negritos[4] bailó El Cocoyé (DM, 10 abr. 1853).
Las danzas
con referencias al negro no fueron cosas raras, según una nota publicada
el 6 de julio de 1853, acababan «de publicarse en el establecimiento musical de
Edelmann y Cª., dos danzas para piano tituladas Abasun sun-sun y Los
negritos o María la O en el salón del Campo de Marte».
Como es
posible confrontar en las notas, crónicas y artículos, solo del DM,
desde los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX las contradanzas
cubanas se mencionaban ya apocopadas como danzas cubanas; leyendo La
Matilde (1829), El Abufar (1830), El cocoyé (1836) y La
Tedezco (1847) se constata que tenían en sus contenidos el ritmo de tango
o habanera, el cinquillo cubano y las células B y C según la
relación de células rítmicas de procedencia africana detectadas por Obdulio
Morales; se utilizaban temas tanto de óperas y zarzuelas, como de las músicas
de transmisión oral de diversas culturas incluida la africana; se habían
introducido instrumentos de percusión de origen africano y los títulos trataban
de evocar sucesos que sobresalían en la cotidianidad, lo que sus músicas
trataban de describir; se había mencionado al menos una vez la palabra danzón
en una nota periodística, lo cual es un indicio de que esa palabra, adjudicada
a una danza de mayores dimensiones que las acostumbradas, estaba al uso;
y las formas A-A` B-B` se había estandarizado, por lo que las contradanzas
de Saumell y las danzas de Cervantes, tan divulgadas durante las últimas
tres décadas del siglo XX, no fueron ni las primeras ni las últimas que usaron
estas formas y estos contenidos, sino que fueron el resultado, como se puede
documentar, de la creación de cientos de compositores, muchos de los cuales el
tiempo fue borrando, no siempre por causas justamente musicales.
Tanto se posicionó la danza habanera en la cultura
occidental que se estableció en la Península con carta de naturalización, donde
se incorporó a las zarzuelas, y viajando más allá, le dio a Bizet una habanera para Carmen (1875), un aria
para su ópera en francés, L`amor est un oiseau rebell; y en Nápoles, y
en napolitano, les dio a Capurro y di Capua un hit que hoy, cuando el siglo XXI ha culminado su
segunda década, continúa en el mercado, escrita en el más elegante estilo de
las danzas habaneras, y que lleva por título: O sole
mio (1898); y en los
Estados Unidos, en Broadway, en la que fuera famosísima revista musical
«Ziegfeld Follies», en 1922, se escuchaba, entre sus aplaudidos números, «la
clásica Paloma, cantada en perfecto castellano por una encantadora chiquilla» de
nombre Hilda Moreno, quien había nacida en Cuba, donde se le vio «trabajar en
el teatro de Zulueta y Dragones» (Massaguer 1922, 56).
El siglo XIX perteneció a las danzas, las que se bailaron, cantaron, corearon y se escucharon en las salas de conciertos con el más lucido empaque académico. Autores ilustres las crearon por docenas durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras del XX; pero, además, una multitud de compositores, criollos y extranjeros, desconocidos hoy, las hicieron llegar hasta los oídos de millones de bailadores alrededor del mundo y esos fueron los que provocaron el posicionamiento de las danzas cubanas en el mercado, convirtiéndolas en productos tan cotizados en el mercado como el azúcar, el ron y los puros habanos.
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[1] Lapique
no cita la fuente, por lo que no me es posible investigar si se tocó en el 49 y
después en el 52, o es un error en la fecha que ella da.
[2] Por un
tiempo a la Alameda de Paula se le llamó el Salón O`Donnell.
[3] Se
refiere sin dudas a la danza Tancredi, de Arditi.
[4] Esta comparsa
de negritos bailando el Cocoyé cerró innumerables espectáculos en el Tacón,
alcanzando un gran éxito en cada una de sus presentaciones.