Con copia a la sección de objetos perdidos
Todo parece indicar que alguien perdió un cañón del siglo XVIII, no es posible suponer otra cosa después de ver en los jardines de la Plaza de la Cultura, sin más señas que su propia figura, uno de estos objetos, perteneciente sin duda al acervo cultural de la Nación Dominicana o quizás más complicado aún, adquirido como préstamo a través de alguna de sus instituciones culturales.
Teniendo en cuenta que lo más grande es lo que con más facilidad se “extravía”, muda de lugar o dueño, quiero por este medio avisar a la sección de objetos perdidos que una pieza de artillería, fundida en 1768, con un valor histórico incalculable, está aparentemente fuera de lugar, por lo menos constituye un objeto anacrónico. Mal situado además, porque según dicen, esas armas de muerte nunca dejan de ser lo que fueron, por lo que quienes están responsabilizados con su conservación y exhibición al público deben cumplir ciertos protocolos, entre ellos que no apunte hacia ningún lugar vulnerable, por si acaso, y este que digo apunta directamente al ala este del Teatro Nacional Eduardo Brito.
Según su figura es semejante al Cañón tigre, una pieza hermosísima y en perfecta salud que se encuentra expuesta al público que visita el Museo del Castillo de San Cristóbal situado bajo la Plaza de España de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife.
Y como existen antecedentes recientes, que dan fe de que estos objetos están siendo depredados por manos mezquinas y mentes pobres, y que al menos se reportan dos intentos de fundirlos como hierro viejo, lanzo este aviso A QUIEN PUEDA INTERESAR, para evitar que este pedazo de historia sea, por estar fuera de lugar, presa fácil para esa banda de recogedores de fierro, esos padres de familia que por “ignorancia” toman lo que no es suyo para convertirlo en “cuartos”.
Hace poco atraparon a uno que llevaba seis cañones para que fueran fundidos, lo agarraron “raramente”, llevándose el Patrimonio Nacional como carne de cañón, intentaba borrar por unos pesos nuestros más valiosos objetos, los que dicen quienes somos y de dónde venimos.
En abril, el periódico El Nacional calificó como insólito el intento de robo de “tres cañones de hierro que estaban desde hace más de 40 años en el mar”. En este caso lo insólito es que el Estado Dominicano, guardián del Patrimonio Nacional, no haya tenido tiempo para rescatar esos tres cañones y ponerlos en exhibición en algún museo para que los dominicanos y los turistas extranjeros que nos visitan puedan apreciarlos y en ellos una parte viva de nuestra historia.
Es de suponer, como en la tesis de los ratones, que por cada uno de estos intentos fallidos que menciona la prensa dominicana, varios han conseguido su objetivo, así que no es difícil entender que una de las causas por las cuales nuestro Patrimonio es cada vez más flaco es por esto, porque unos lo dejan mal puesto y otros se lo llevan como carne de cañón al mercado negro.
Si fue usted quien lo dejó regado, por favor, recójalo y póngalo en su sitio. Gracias.
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