martes, 9 de agosto de 2011

SE FUE EL CAÑON DEL SIGLO XVIII

Debió ser por arte de encantamiento, debió ser que un mago convirtió el cañón en hojarasca, o que un gigante se lo llevó en andas. Lo cierto es que el arma con la que me topé el viernes 5 en los jardines de la Plaza de la Cultura, ya el lunes 8 en la tarde se había desvanecido. Esas cosas suceden, hubiera dicho Don Quijote desde su enorme pedestal.

Ojalá que a estas horas la antigua máquina de guerra esté en el museo del que nunca debió salir, y que nadie haya encontrado la oportunidad de venderlo por mucho menos de lo que vale su historia. Ojalá.

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