La muerte es lo más natural que nos ocurre a todos los seres vivos. “La realidad es nacer y morir”, dice un bolero. Es lo único realmente cierto; sin embargo, los seguidores, esos a quienes les faltaría el aire que respiran si les falta quien les diga lo que en cada momento deben hacer, y quien les separó un espacio en la mesa, no quieren asistir nunca a la última cena.
A él lo necesitan vivo porque saben, aunque sean incapaces de decirlo, que en cuanto cierre los ojos para siempre, sus vidas no serán las mismas. Unos, los más listos y menos comprometidos no esperarán a que el gallo cante tres veces para negarlo cientos, y no esperarán al tercer día para enarbolar nuevas consignas y vestir otras casacas.
Lo necesitan vivito y coleando para meterle miedo al coco. No hay otra explicación para que su salud tenga rango de seguridad nacional, ni para que quieran loar el vigor del moribundo. Lo necesitan vivo para poder seguir con los pies bajo su mesa.
Y no es que lo digan los caracoles ni los astros, es lo que siempre sucede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Están permitidos todos los argumentos, sobre todo los que están en contra de los expresados en este blog. No están permitidas las ofensas personales por innecesarias para defender una idea. Así que me tomaré el trabajo de censurarlas.