… algunos estaban muy escépticos conmigo, porque yo
era muy joven, muy delgado y a algunas personas no les pareció que, por mi
apariencia, yo fuera un músico respetable, pero eso comenzó a cambiar….
El primer concierto en Santo Domingo: los
prejuicios y los juicios
AGS: ¿Cómo fue que llegaste a la República Dominicana?
RGA: Bueno, fue idea de la profesora Nereida Sánchez Tío, quien daba clases
de guitarra en el Conservatorio Nacional de Música (CNM), en Santo Domingo. Entonces ella era la única profesora que había aquí. En ese centro de estudios, que estaba en esa época en la calle Rosa Duarte, esquina a Cesar Nicolás Penson, en Gazcue,
también trabajaban, desde 1991, los Maestros cubanos Reinaldo Pérez, oboísta y
Roberto Medina clarinetista, quienes vinieron contratados en 1991 para tocar en
la Orquesta Sinfónica Nacional. La profesora Nereida les pidió que le
recomendaran algún profesor que pudiera colaborar dando clases aquí y le hablaron de mí, entonces se hicieron los trámites de lugar y vine por primera
vez en el año 1993.
Vine invitado por el CNM, en la persona de Floralba
del Monte, quien entonces era la Directora, y el objetivo era que yo impartiera
algunas Clases Magistrales a los estudiantes del Conservatorio y a todos los
que se quisieran sumar, fueran o no alumnos de la institución. Recuerdo que
daba esas clases nada más que los miércoles, desde las dos de la tarde hasta la
noche y aquello se llenaba, al punto que llegué a tener hasta treinta
estudiantes en una clase. Entonces comenzaron a llegar personas mayores,
profesionales de muy variadas carreras, pero que tenían la guitarra como
afición y que no eran alumnos del Conservatorio… muchos de esos me han seguido
hasta el día de hoy, algunos son mis amigos y siguen tomando clases conmigo.
Recuerdo que llegué a Santo Domingo un 21 de
febrero de 1993, y el día 1 de abril, cuando llevaba aquí mes y medio hice mi
primer concierto. Hasta ese momento, algunos estaban muy escépticos conmigo,
porque yo era muy joven, muy delgado y a algunas personas no les pareció que,
por mi apariencia, yo fuera un músico respetable, pero eso comenzó a cambiar
cuando toqué en la Sala de la Cultura del Teatro Nacional, donde estuvo
presente don Julio Ravelo de la Fuente, profesor del Curso de Cultura Musical
que ofrecía entonces el Teatro Nacional; Rafael Villanueva, director de la
Sinfónica Nacional; doña Floralba y todas las autoridades de Bellas Artes. La
sala estaba repleta y toqué un programa tremendo, muy
fuerte, que resultó un éxito rotundo, una actuación de la que don Julio Ravelo escribió:
Sin duda alguna Rubén
González Ávila es un guitarrista que hace honor a su patria, Cuba, posee todas
las condiciones de un gran artista: Logra sacar a su instrumento una sonoridad
de gran belleza y calidad; explota con destreza los recursos expresivos de la
guitarra; utiliza los matices muy artísticamente; sus armónicos son brillantes
y afinados; posee una depurada técnica que le permite ejecutar con gran nitidez
los más difíciles pasajes de las obras que ejecuta. Si a todo esto le agregamos
su gran sensibilidad musical, ¿qué más podría pedirse de un artista?
Después comenzaron a mirarme de otra manera. Fue a partir de ahí que también surgió la idea de que yo viniera a tocar con la Sinfónica. Villanueva y
Ravelo se ocuparon de hacer los trámites para que yo viniera a tocar con la Sinfónica, así que me fui en julio de 1993
para Cuba, y la idea era regresar en 1994, pero sucedió que unos refugiados
cubanos se metieron por la fuerza en la Embajada de México y ese suceso
lamentable enturbió los trámites para mi visado. Entonces don Julio Ravelo
habló para que se re programara el concierto y se cambió la fecha para septiembre
de 1996, cuando finalmente se hizo efectivo mi viaje. Vine a tocar el Concierto Elegíaco, de Leo Brouwer, y el
director invitado fue Álvaro Manzano.
El concierto fue el 18 de septiembre de 1996, y
estando aquí, tuve una entrevista de trabajo con doña Floralba, quien me
propuso un contrato como profesor del Conservatorio, ya no para dar clases
magistrales como en años anteriores sino como profesor de la cátedra de
guitarra. Porque ella necesitaba impulsar la guitarra, pero no tenía un
profesor graduado, y el único que estaba como profesor en ese momento era
Eulogio, porque ya en ese momento Nereida se había ido a los Estados Unidos a
estudiar, porque ella también estudiaba chelo. Floralba necesitaba que alguien
graduara a Eulogio. También estaba Scalfullery, quien también se fue a estudiar
al extranjero.
Yo acepté la propuesta, pero antes de comenzar
formalmente como profesor de la cátedra de guitarra del Conservatorio se
reactivaron las clases de los miércoles con el auspicio de la entonces
Secretaría de Educación que era la que atendía las instituciones culturales, y
volvieron muchísimos estudiantes, por lo que me quedé aquí hasta noviembre o
principios de diciembre, cuando me fui a Cuba y regresé a Santo Domingo en
enero de 1997 para firmar un contrato como profesor del CNM, y desde esa fecha
hasta la actualidad he mantenido esa plaza.
AGS: ¿Qué te encontraste en el Conservatorio?
Al llegar me dieron dos estudiantes, uno que estaba
por graduarse: Carlos Smith, a quien gradué y es profesor en la Escuela
Elemental de Música y el otro que no terminó. Pero al primero que gradué fue a
Eulogio, quien estaba como profesor de guitarra antes de que yo llegara.
Entonces comenzó la captación de estudiantes,
también comencé a trabajar en la Academia Diná, comencé a hacer conciertos, el
público que me había conocido en los viajes anteriores se enteró que yo estaba
de regreso y los conciertos se llenaban. Los conciertos en el Conservatorio se
llenaban siempre, y por otra parte mi clase también, incluso llegué a crear una
orquesta de guitarras, que no existía, y era la base para la práctica de
conjunto que no se daba como asignatura, no se daba tampoco Historia de la
Guitarra y comencé a darla también como asignatura que se imparte hasta el día
de hoy.
Tuvimos una orquesta de dieciséis guitarras, aunque
había veinticinco estudiantes en la cátedra, pero los que podían tocar en la
orquesta eran dieciséis. En estos años, 98, 99 también comencé a trabajar en el
ICA en Santiago de los Caballeros, y lo mismo que hacía en la capital lo hacía
en Santiago, tanto desde el punto de vista docente como mis conciertos, y todo
eso ayudó a promocionar la guitarra. En total estuve ocho años trabajando en el
ICA, y en el año 2000 me di a la tarea de crear el Primer Concurso Nacional de
Guitarra.
AGS: Antes de que me hables del Concurso. ¿Cuántos estudiantes graduaste de
guitarra en todos esos lugares en los que trabajaste?
Aquí en Santo Domingo he graduado, además de a
Eulogio y Smith, a Felipe Báez, quien también se pudo graduar en una
universidad en New York. Anthony Ocaña, quien está haciendo carrera como
guitarrista en el extranjero. Karel Kalaff, que vive en Inglaterra y Eduardo
Domínguez, que es profesor en varias academias de música. Esta es más o menos
la lista de los estudiantes que he graduado.
AGS: En Cuba también trabajaste en la enseñanza, ¿llegaste a graduar a algún
estudiante?
RGA: Sí, trabajé en la enseñanza,
dos años en Holguín y después me fui a Matanzas como ya te dije, pero no gradué
a nadie porque trabajaba en el nivel elemental y en la Escuela de Superación
Profesional, aunque sí varios estudiantes míos obtuvieron premios en concursos.
AGS: Entonces, resumiendo, has graduado a diez estudiantes, con tu trabajo
propiciaste que aumentara la matrícula en la cátedra, a tal punto que pudiste
crear una orquesta de guitarras, incluiste en el currículo del Conservatorio
las asignaturas Historia de la Guitarra y Práctica de Conjunto, y además, el
método que has utilizado es el de la Escuela Cubana de Guitarra, me refiero a
los métodos, las metodologías, el repertorio, con lo que te conviertes también
en el promotor de esa manera de tocar en la República Dominicana. ¿Es así?
RGA: Así es. Continuará…
Artículos y vídeos relacionados: