viernes, 1 de mayo de 2020

LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO ¿EN PELIGRO DE EXTINCIÓN?


La necesidad de que el currículo vuelva a tener algún significado

Es urgente que se acabe el espectáculo como civilización y que acabemos de una vez por todas de aceptar, como seres pensantes que somos, que cada cual debe estar en el lugar que se haya ganado a través del mérito de sus obras.

Vargas Llosa, el genial escritor peruano Vargas Llosa, de ideas clarísimas, estupendas novelas y artículos macanudos, describió, como nadie que yo haya podido leer, la realidad de celofán que nos ha rodeado y que por momentos intenta engullirnos, y que aunque no lo logre del todo, nos magulla constantemente y sus consecuencias nos hacen sufrir.

Su obra, la obra de Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo, es un ensayo que pudiera quedar como historia de un pasado al que nadie querría volver, quizás eso sea posible si todos esos predictores -de esos que ahora abundan y se multiplican como la pandemia y no pretenden derrotar a la muerte, ni sobrevivir en sus palabras en el futuro, ni seguir fascinando lectores en los tiempos futuros-, sino que fabrican predicciones, análisis del estado actual del mundo y de los mejores remedios contra la epidemia como productos «para ser consumidos al instante y desaparecer, como los bizcochos o el popcorn», si esos predictores, digo, desaparecieran y dejaran su espacio a las personas que se han gastado los ojos en los laboratorios, en los cuerpos de guardia de los hospitales, si esos predictores de buenas intenciones, digo, dejaran el espacio a quienes han puesto su vida en riesgo para salvar vidas, si esos que son quienes tienen el conocimiento, digo, ocuparan el espacio que les fue escamoteado por los que por su popularidad en cualquier espectáculo tienen la palabra, si esos que no saben de lo que hablan fueran echados, quizás, digo, la Humanidad tendría una oportunidad de reconstruir una civilización más humana.

Si fuera cierto que seremos capaces de vencer la pandemia por esa capacidad de resiliencia que tenemos, si eso fuera cierto, digo, es urgente, para lograrlo, que se pongan al mando quienes realmente saben del tema, que cada lugar lo ocupe quien se lo haya ganado por su sabiduría, en ello nos va la vida o al menos la calidad de la vida futura.

Es urgente que se acabe el espectáculo como civilización y que acabemos de una vez por todas de aceptar, como seres pensantes que somos, que cada cual debe estar en el lugar que se haya ganado a través del mérito de sus obras, que cada cual divulgue lo que ha estudiado largamente, que los clientes de la política o quienes ganaron fama en el circo no traten de utilizarla para sustituir a quienes la han ganado en los laboratorios, en los consultorios y en las guardias médicas.

Es urgente que se acabe el espectáculo como civilización y quizás, digo yo, esta debacle que es implacable nos obligará a todos a afinar la puntería y a no olvidar el viejo adagio que reza: zapatero a tus zapatos. Es inadmisible que se incendie un basurero en Santo Domingo y el humo inunde la ciudad que sufre una epidemia que ataca ferozmente las vías respiratorias, es inadmisible que en Santiago de Chile unos delincuentes hagan desastres en la plaza Baquedano, es deplorable que en Columbus, Ohio, se manifiesten, sin el menor pudor a la pandemia, contra el confinamiento, es intolerable que los servicios sanitarios en más de medio mundo hayan sido insuficientes para enfrentar una situación muy parecida a una guerra biológica. Si en esta no afinamos estaremos en peligro de extinción y acabaremos de forma espectacular con una civilización que nos costó miles de años construir.

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