miércoles, 26 de noviembre de 2025

VIRGILIO PIÑERA Y EL JUEGO ABSURDO CON EL MIEDO.

A propósito de la puesta en escena de Dos viejos pánicos en Santo Domingo.

Está tan descarnada la realidad, tan obvia, que Virgilio, muerto de miedo cuando era cuestionado, intentaba arroparla con metáforas como quien apaga un cuerpo en llamas.

Del 21 al 30 de noviembre en el Teatro Nacional Eduardo Brito de Santo Domingo, Elvira Taveras y Orestes Amador estarán presentando la obra Dos Viejos Pánicos, de Virgilio Piñera, una obra que fue Premio de Teatro Casa de las Américas en 1968. Como tengo la intención de ir a alguna de esas funciones, estuve repasando el texto, el contexto, y mis recuerdos de aquellos años, cuando ya en Cuba todo era un secreto de estado y algunos acontecimientos se susurraban de boca a oído. De ese ejercicio previo a la experiencia de volver a enfrentar la obra en la escena, hice estas anotaciones que cuelgo en mi blog por si hay alguien a quien pueda interesar.

Cuando se alcanza a ver la realidad que enfrentó Virgilio Piñera (1912-1979) mientras escribía Dos Viejos Pánicos (1967), cuando se desgarra el velo de la magia, y se muestran las flores del mal de «esa crápula invulnerable»[1], cuando se adelanta hacia el proscenio la prosaica existencia de quien cargaba en su mochila todos los delitos condenados por la nueva tiranía, la metáfora se esfuma, se pierde entre el difumino de la poesía, la palabra, y la realidad. Cuando el absurdo adquiere la categoría de lógico, la metáfora se ensuelve y la realidad juega a ser metáfora.

Virgilio Piñera y Fidel Castro @Fuente Externa

Piñera vio sentarse a su lado al nuevo tirano y le escuchó, con sus propios oídos, barajar palabras como naipes y mostrar, con su lógica irracional, que el camino al paredón era el único posible para quienes le adversaran; entonces Virgilio, en su desatino, con la fuerza de los débiles, solamente dijo: «Yo lo que quiero decir es que yo no sé por qué, pero yo tengo mucho miedo»[2].

«Hemos fusilado y seguiremos fusilando», había dicho el argentino Guevara en las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964, cuando ya en la fortaleza bajo su mando se había visto la muerte y el miedo, el miedo y la muerte en cientos de rostros que cargaban en sus mochilas los mismos delitos que Virgilio Piñera.

La metáfora se desgarra al saber que en 1961 el tirano advirtió a los que estaban en su contra que, para seguir respirando de ahí en lo adelante, deberían lucir con orgullo una marca estampada con hierro candente sobre sus almas que rezaría: «Con la tiranía todo, contra la tiranía ningún derecho»[3]. Con otras palabras, pero fue lo que dijo.

Virgilio Piñera temía porque vio cómo se infunde el terror; sin embargo, un desenfreno brutal le provocaba el deseo de venganza, el deseo de burlar el miedo, de no olvidar que «había pasado años con las manos en alto frente al cañón de una pistola», y jugaba entonces a no tener miedo, y entonces escribía, ensartaba palabras como centellas en lo obscuro, y se negaba a hacer de su arte un arma de la dictadura. Se negaba a entrar por el aro y se entregaba a jugar a perder el miedo ante el paredón donde era acribillado con palabras como estas:  

Si uno se pregunta de dónde sale tanto miedo y trata de explicarse esta obra, teniendo en cuenta el medio social revolucionario en que se produce, no va a encontrar respuesta posible. Nada más lejos de la Revolución que esa atmósfera, sin salida posible, en que Virgilio Piñera ha volcado sus pánicos. La nueva sociedad no ha influido en la obra, no ha sido por lo menos, entendido, por un autor, que se aferró a viejas frustraciones que carecen de razón. Ni siquiera una ráfaga del mundo nuevo entra en el viejo mundo de Piñera. Su frustración se amarró de tal manera a sí misma que la obra resulta extemporánea, totalmente ajena a nosotros, extraña a esa manera de hacer cubanos que Piñera ha defendido alguna vez como característica de su teatro[4].

La osadía le valió el Premio de Teatro Casa de las Américas, y la condena al ostracismo y a no ver nunca el estreno de su obra, la que fue censurada mientras los inquisidores esperaban que perdiera el poder de generar catarsis y a que el autor muriera de miedo. Y tanto tardaron en morir él y la catarsis que no fue hasta 1990 que subió a escena por primera vez en Cuba la obra galardonada.

Está tan descarnada la realidad, tan obvia, que Virgilio, muerto de miedo cuando era cuestionado, intentaba arroparla con metáforas como quien apaga un cuerpo en llamas, Piñera pretende explicar su obra -aunque sabe que el arte no se explica con palabras- y echa mano a la estética del teatro del absurdo, a teorías y dramaturgias, intenta salvarse y salvarla porque ya han sido condenados por la «crápula invulnerable». Virgilio y su obra han sido borrados, han sido condenados a morir en vida.

Según nos dice Alba Saura Clares:

En Dos viejos pánicos conoceremos la historia de Tota y Tabo, dos ancianos, de unos sesenta años, que se sienten ante las puertas de la muerte. Desde su habitación, solos y desplazados del mundo, dialogan y pasan el tiempo en espera del momento en que la muerte llegue, pero aterrorizados por este hecho. En su lucha por la supervivencia, estos viejos piñerianos juegan a recrear el momento de la muerte, a representarlo, para pasar el tiempo y liberarse de sus terrores, así como planean, de forma recurrente, acabar con el miedo, matarlo; pero el miedo es más fuerte y más grande que ellos, más poderoso y agresivo, y nunca podrán vencerle[5].

Esa es la punta del témpano de hielo en el océano, ese es el visón en llamas con el que pretende Virgilio Piñera apagar el cuerpo que flamea, ese cuerpo, que es el suyo, el que fue a dar con sus huesos al calabozo real acusado de pederastia, que fue acosado por la muerte en vida, el cuerpo en llamas desde el que una voz en desatino atinó solamente a decir que tenía miedo.

Abilio Estévez, rememorando el fin de año de 1978 que habían celebrado juntos, nos dice que:

Hacía poco más de un año que la seguridad del Estado nos había prohibido que nos viéramos. Por su amistad conmigo, a Piñera se le había tachado de «desviar ideológicamente a la juventud, de corromperla». Asimismo, se nos había impedido regresar a Villa Manuela (Piñera la había rebautizado como «la Ciudad Celeste»), la casa del pintor Yoni Ibáñez[6].

Y todos estos miedos aún perduran entre millones de cubanos. A esta hora, en este minuto, el pánico que sintió Virgilio aún tiene quienes lo infundan y quienes lo sufran. Así nos lo dice Dagoberto Valdés en el siguiente párrafo de un artículo publicado hace apenas unas horas:

El miedo campea en Cuba. Miedo a las enfermedades y a la muerte. Miedo al hambre y a la miseria. Miedo a los ciclones y al desamparo. Miedo a la violencia. Miedo a la represión y a la cárcel. Miedo a la mentira y a la difamación. Miedo al régimen y a la corrupción. Miedo a la incertidumbre del presente y al qué pasará en el futuro[7].

Piñera no pretendía que el público cerrara los ojos ante una escena, sino que los abriera ante la realidad aterradora de que en Cuba campeara el miedo como lo hace hoy. Y con todos estos apuntes iré al TN Eduardo Brito a ver la puesta en escena de Dos viejos pánicos, de Virgilio Piñera. 26/XI/2025. Residencial Millenium V-IX, Santo Domingo, RD.

Artículos recomendados: 

Historia del miedo virgiliano, por Manuel Sosa 

Virgilio Piñera, al señor Fidel Castro


[1] Cfr.: El vino del asesino, poema CVI del poemario «Las Flores del Mal», de Charles Baudelaire, p 158 [En línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Baudelaire,%20Charles%20-%20las%20flores%20del%20mal.pdf  

[2] Cfr.: Virgilio en la Ciudad Celeste. Documental de Eliezer Pérez Angueira. minuto 9:23. [En línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=k8l8PYaOpN8

[4] Ávila, Leopoldo. 1968. «Dos viejos pánicos». En revista Verde Olivo, n. 47, La Habana, 28 de octubre, p 19 [En línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://rialta.org/leopoldo-avila-dos-viejos-panicos/

[5] Saura Clares, Alba. «El teatro de la crueldad y el metateatro en la obra de virgilio piñera: dos viejos pánicos frente a las criadas de jean genet». En Cuadernos del Hipogrifo. Revista de Literatura Hispanoamericana y Comparada ISSN 2282-4030 (Roma) 205-206 [En línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en:  https://www.revistaelhipogrifo.com/wp-content/uploads/2013/04/202-2154.pdf

[6] Estévez, Abilio. 2012. «Virgilio Piñera. Centenario de un maldito». En Cuadernos Hispanoamericanos, 741, marzo pp 49, 56 [En línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://www.cervantesvirtual.com/buscador/?q=virgilio+pi%C3%B1era.+centenario+de+un+maldito  

[7] Valdés, Dagoberto. 2025. «El que controla el ego, controla el miedo». En Convivencia. Centro de Estudios. [En línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en:  https://centroconvivencia.org/23978-2/

viernes, 7 de noviembre de 2025

UNA HISTORIA LLENA DE PLACENTEROS DESCUBRIMIENTOS. Un libro de Antonio Gómez Sotolongo.

Por Iván Acosta (*)

En esta extraordinaria obra de Gómez Sotolongo, no solo van a ampliar sus conocimientos sobre la cultura musical, sino que también van a disfrutar de 364 páginas de lectura exuberante, en todos los sentidos de la palabra.

Disponible en Hypermedia
y en Cuesta Libro

Existen varios libros dedicados a investigar, preservar y exponer la historia de la música cubana. En mi colección privada tengo el placer de contar con más de una decena de ellos. Siempre me ha fascinado sumergirme entre los ensayos, estudios y cuentos sobre la vasta cantidad de ritmos cubanos; parte de mis horas de ocio disfruto mucho tomar un libro, y mientras escucho un disco (porque soy de esa especie rara que aún tocadiscos de vinilo o CD), me pierdo en los laberintos musicales a ritmo de las danzas de Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona o Leo Brouwer, y de pronto, como una película en “fast forward”, paso a explorar historias y narrativas sobre el creador y único Rey del Mambo, Maestro Dámaso Pérez Prado, o el inconfundible, Arsenio Rodríguez, o Julio Gutiérrez, creador de las legendarias descargas cubanas.

Son tantos los estudios que se han publicado sobre la maravillosa música cubana, que uno puede perder la noción del tiempo al leer tantos trabajos literarios sobre la diversidad de los ritmos musicales que ilustran el extenso pentagrama musical de Cuba.

Entonces, he tenido la dicha de obtener un libro que todo el mundo, músicos, estudiantes, académicos, investigadores y amantes de la música, debe de leer. Historia de la Música Popular Cubana, con el apetecedor subtítulo, De las Danzas Habaneras a la Salsa (1829-1976) del Lic. Antonio Gómez Sotolongo.

Como productor de conciertos, discos y libros, he tenido el honor y privilegio de haber compartido con un sinnúmero de artistas, músicos, cantantes y compositores; como Chico O’Farrill, Cándido Camero, Mario Bauzá, Paquito D’Rivera, Mongo Santamaria, Marco Rizo, David Oquendo, Tito Puente, Eddie Palmieri, Bobby Sanabria, Gato Barbieri, Ray Mantilla, Alfredo Triff, Andy González, Ray Barretto, Celia Cruz, José Fajardo y Omar Sosa.

Creyendo que solamente iba a ampliar mis conocimientos sobre nuestra música, sorprendentemente comencé a viajar con Antonio Gómez Sotolongo, a través de sus brillantes ensayos sobre la complicada historia de la República, desde el siglo 17, hasta la patética realidad de los terribles años de la década de los 70; de la actual tiranía.

Yo, que no soy músico, ni historiador, ni crítico, me atrevo a asegurarles a todas las personas, seriamente, interesadas en ampliar sus conocimientos sobre la historia musical, geopolítica y social de Cuba, que en esta extraordinaria obra de Gómez Sotolongo, no solo van a ampliar sus conocimientos sobre la cultura musical, sino que también van disfrutar de 364 páginas de lectura exuberante, en todos los sentidos de la palabra.

Finalmente los invito a que abran este tesoro literario: Historia de la Música Popular Cubana. De las danzas habaneras a la salsa (1829-1976), les auguro una experiencia llena de placenteros descubrimientos, gracias a su autor, Antonio Gómez Sotolongo. 

Enhorabuena, Maestro.

Iván Acosta

Autor, Dramaturgo, Cineasta


(*) Iván Acosta nació en el barrio de Los Hoyos, en la ciudad de Santiago de Cuba. Dramaturgo, director de cine y teatro, director creativo publicitario, compositor y productor de conciertos y discos de jazz latino, escapó de la isla en barco en agosto de 1961 con sus padres y su hermana. Ha escrito doce obras de teatro, de las cuales nueve han sido publicadas. Su obra teatral, El Súper, estrenada el 5 de noviembre de 1977, le valió reconocimiento internacional, lo que dio lugar a la película homónima filmada en 1979. Esta obra es considerada la más importante de los exiliados cubanos, tanto en teatro como en cine, y ha ganado más de veinte premios internacionales. Iván Acosta es el fundador del Centro Cultural Cubano de Nueva York (1972).

VIRGILIO PIÑERA Y EL JUEGO ABSURDO CON EL MIEDO.

A propósito de la puesta en escena de Dos viejos pánicos en Santo Domingo. Está tan descarnada la realidad, tan obvia, que Virgilio, muerto...