A propósito de la puesta en escena de Dos viejos pánicos en Santo Domingo.
Está tan descarnada
la realidad, tan obvia, que Virgilio, muerto de miedo cuando era cuestionado,
intentaba arroparla con metáforas como quien apaga un cuerpo en llamas.

Cuando se alcanza a ver la realidad
que enfrentó Virgilio Piñera (1912-1979) mientras escribía Dos Viejos
Pánicos (1967), cuando se desgarra el velo de la magia, y se muestran las
flores del mal de «esa crápula invulnerable»[1], cuando se adelanta hacia
el proscenio la prosaica existencia de quien cargaba en su mochila todos los
delitos condenados por la nueva tiranía, la metáfora se esfuma, se pierde entre
el difumino de la poesía, la palabra, y la realidad. Cuando el absurdo adquiere
la categoría de lógico, la metáfora se ensuelve y la realidad juega a ser
metáfora.
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| Virgilio Piñera y Fidel Castro @Fuente Externa |
«Hemos fusilado y seguiremos
fusilando», había dicho el argentino Guevara en las
Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964, cuando ya en la fortaleza bajo su
mando se había visto la muerte y el miedo, el miedo y la muerte en cientos de
rostros que cargaban en sus mochilas los mismos delitos que Virgilio Piñera.
La metáfora se desgarra al saber que
en 1961 el tirano advirtió a los que estaban en su contra que, para seguir
respirando de ahí en lo adelante, deberían lucir con orgullo una marca
estampada con hierro candente sobre sus almas que rezaría: «Con la tiranía
todo, contra la tiranía ningún derecho»[3]. Con otras palabras, pero
fue lo que dijo.
Virgilio Piñera temía porque vio cómo
se infunde el terror; sin embargo, un desenfreno brutal le provocaba el deseo
de venganza, el deseo de burlar el miedo, de no olvidar que «había pasado años
con las manos en alto frente al cañón de una pistola», y jugaba entonces a no
tener miedo, y entonces escribía, ensartaba palabras como centellas en lo
obscuro, y se negaba a hacer de su arte un arma de la dictadura. Se negaba a
entrar por el aro y se entregaba a jugar a perder el miedo ante el paredón
donde era acribillado con palabras como estas:
Si uno se
pregunta de dónde sale tanto miedo y trata de explicarse esta obra, teniendo en
cuenta el medio social revolucionario en que se produce, no va a encontrar
respuesta posible. Nada más lejos de la Revolución que esa atmósfera, sin
salida posible, en que Virgilio Piñera ha volcado sus pánicos. La nueva
sociedad no ha influido en la obra, no ha sido por lo menos, entendido, por un
autor, que se aferró a viejas frustraciones que carecen de razón. Ni siquiera
una ráfaga del mundo nuevo entra en el viejo mundo de Piñera. Su frustración se
amarró de tal manera a sí misma que la obra resulta extemporánea, totalmente
ajena a nosotros, extraña a esa manera de hacer cubanos que Piñera ha defendido
alguna vez como característica de su teatro[4].
Está tan descarnada la realidad, tan
obvia, que Virgilio, muerto de miedo cuando era cuestionado, intentaba arroparla con
metáforas como quien apaga un cuerpo en llamas, Piñera pretende explicar su
obra -aunque sabe que el arte no se explica con palabras- y echa mano a la
estética del teatro del absurdo, a teorías y dramaturgias, intenta salvarse y
salvarla porque ya han sido condenados por la «crápula invulnerable». Virgilio
y su obra han sido borrados, han sido condenados a morir en vida.
Según nos dice Alba Saura Clares:
En Dos viejos pánicos conoceremos la historia de Tota y Tabo, dos ancianos, de unos sesenta años, que se sienten ante las puertas de la muerte. Desde su habitación, solos y desplazados del mundo, dialogan y pasan el tiempo en espera del momento en que la muerte llegue, pero aterrorizados por este hecho. En su lucha por la supervivencia, estos viejos piñerianos juegan a recrear el momento de la muerte, a representarlo, para pasar el tiempo y liberarse de sus terrores, así como planean, de forma recurrente, acabar con el miedo, matarlo; pero el miedo es más fuerte y más grande que ellos, más poderoso y agresivo, y nunca podrán vencerle[5].
Abilio
Estévez, rememorando el fin de año de 1978 que habían celebrado juntos, nos
dice que:
Hacía poco más de un año que la
seguridad del Estado nos había prohibido que nos viéramos. Por su amistad
conmigo, a Piñera se le había tachado de «desviar ideológicamente a la
juventud, de corromperla». Asimismo, se nos había impedido regresar a Villa Manuela
(Piñera la había rebautizado como «la Ciudad Celeste»), la casa del pintor Yoni
Ibáñez[6].
Y todos estos miedos aún perduran entre millones de
cubanos. A esta hora, en este minuto, el pánico que sintió Virgilio aún tiene
quienes lo infundan y quienes lo sufran. Así nos lo dice Dagoberto Valdés en el
siguiente párrafo de un artículo publicado hace apenas unas horas:
El miedo campea en Cuba. Miedo a las enfermedades y a la muerte. Miedo al hambre y a la miseria. Miedo a los ciclones y al desamparo. Miedo a la violencia. Miedo a la represión y a la cárcel. Miedo a la mentira y a la difamación. Miedo al régimen y a la corrupción. Miedo a la incertidumbre del presente y al qué pasará en el futuro[7].
Piñera no pretendía que el público cerrara los ojos ante una escena, sino que los abriera ante la realidad aterradora de que en Cuba campeara el miedo como lo hace hoy. Y con todos estos apuntes iré a ver al TN Eduardo Brito, la puesta en escena de Dos viejos pánicos, de Virgilio Piñera. 26/XI/2025. Residencial Millenium V-IX, Santo Domingo, RD.
[1] Cfr.: El vino del asesino,
poema CVI del poemario «Las Flores del Mal», de Charles Baudelaire, p 158 [En
línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Baudelaire,%20Charles%20-%20las%20flores%20del%20mal.pdf
[2] Cfr.: Virgilio en la Ciudad
Celeste. Documental de Eliezer Pérez Angueira. minuto 9:23. [En línea]
[Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=k8l8PYaOpN8
[3] Cfr.: Castro, Fidel. 1961. Palabras
a los intelectuales, p 2 [En línea] [Fecha de
consulta 28/11/2025] Disponible en: https://www.presidencia.gob.cu/media/filer/public/2022/05/07/palabras_a_los_intelectuales_1961.pdf
[4] Ávila, Leopoldo. 1968. «Dos viejos
pánicos». En revista Verde Olivo, n. 47, La Habana, 28 de octubre, p 19 [En
línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://rialta.org/leopoldo-avila-dos-viejos-panicos/
[5] Saura Clares, Alba. «El
teatro de la crueldad y el metateatro en la obra de virgilio piñera: dos
viejos pánicos frente a las criadas de jean genet». En Cuadernos del Hipogrifo. Revista
de Literatura Hispanoamericana y Comparada ISSN 2282-4030 (Roma) 205-206 [En línea] [Fecha de
consulta 28/11/2025] Disponible en: https://www.revistaelhipogrifo.com/wp-content/uploads/2013/04/202-2154.pdf
[6] Estévez, Abilio. 2012. «Virgilio
Piñera. Centenario de un maldito». En Cuadernos Hispanoamericanos, 741, marzo pp
49, 56 [En línea] [Fecha de
consulta 28/11/2025] Disponible en: https://www.cervantesvirtual.com/buscador/?q=virgilio+pi%C3%B1era.+centenario+de+un+maldito
[7] Valdés, Dagoberto. 2025. «El que
controla el ego, controla el miedo». En Convivencia. Centro de Estudios.
[En línea] [Fecha de consulta 28/11/2025] Disponible en: https://centroconvivencia.org/23978-2/



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