jueves, 12 de febrero de 2009

CACHAITO SE FUE SIN DESPEDIRSE, PERO ESTARÁ EN EL PRÓXIMO TUMBAO.

Cuando lo conocí, a principio de los 70’s, él era Cachao, el contrabajista de la Sinfónica Nacional y de infinitas descargas en los clubes de La Habana; sin embargo, el 10 de febrero de 2009, cuando decenas de diarios alrededor del mundo daban la noticia de su muerte el día anterior, él era Cachaito. Dicen que el diminutivo del apodo fue necesario para distinguirlo de su tío Israel, el legendario Cachao, y no confundirlos en el mercado del disco, pero ese es un razonamiento demasiado complicado y prefiero pensar que en realidad él se hacía cada vez más joven, que iba de regreso a la semilla.
Su nombre completo era Candelario Orlando López Vergara y había nacido en la capital cubana el 2 de febrero, día de la Candelaria, en 1933. Su padre, Orestes “Macho” López, había sido contrabajista de la Filarmónica de La Habana y una de las estrellas de Arcaño, creador del danzón de nuevo ritmo y otras innovaciones que transformaron la música cubana, así que eso de domar estilos musicales aparentemente disímiles lo traía Orlando de familia.
Cuando se fundó la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, fue contratado para integrarla y en ella estuvo por más de dos décadas, llegando a ocupar la plaza de Principal de los contrabajos durante varias temporadas. Estos repertorios clásicos los alternaba con todos los estilos de la música popular cubana o foránea, integrando diversas agrupaciones y orquestas, entre ellas la Orquesta de Música Moderna y Los Amigos, agrupación esta última que fundó y dirigió Frank Emilio Flynn.
Fue con Los Amigos que grabó la pieza Canta contrabajo, compuesta por su tío Israel, una de las más emblemáticas para ese instrumento escritas en la música popular cubana -basada en la obra clásica Canción triste, para contrabajo y piano de Serguei Koussevitzky-; así como Lázara y Georgina, una descarga compuesta por el propio Cachaito y muchas otras en las que sus solos desbordan sabor y musicalidad.
Además ejerció el magisterio durante muchos años en la escuela de música Guillermo Tomás de Guanabacoa, donde formó a gran cantidad de contrabajistas que en cualquier lugar del mundo ejercen hoy su profesión con notable solvencia.
A mediados de los 70´s llegó a Cuba el Maestro checo Karel Kopriva, quien se desempeñó como Principal de los contrabajos en la Orquesta Sinfónica Nacional, siendo Cachito su asistente. Fue en este tiempo en el que Orlando asimiló las técnicas de la escuela clásica checa para el contrabajo que luego trasmitiría a sus estudiantes.
Participó en las grabaciones de infinidad de bandas sonoras en los estudios del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), tocó óperas, ballets, zarzuelas, música sinfónica y de cámara, todo con la misma gran maestría que los sones, rumbas, guarachas y tumbaos que finalmente le conquistaron la fama alrededor del mundo.
A finales de los 80’s dejó la Sinfónica para integrar el grupo Oru fundado y dirigido por Sergio Vitier y casi una década después, en 1997, participó en el Buena Vista Social Club, la parte de su vida profesional más ampliamente conocida, la del renacer de la música tradicional cubana en los escenarios y el mercado internacional. Fue en este proyecto que finalmente, en 2001, realizó la producción Cachaito, su único disco en primera persona.
Por eso, el 10 de febrero, cuando la noticia volaba como pólvora a los cuatro vientos y le llamaban Cachaito, quise pensar que era porque Orlando Candelario López Vergara, estaba naciendo, llegaba a la eternidad con una descarga, se nos quedaba en el recuerdo para siempre, en el alma del contrabajo cubano, pensé que se acababa de ir sin despedirse, pero que regresará cuando suene el próximo tumbao.

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