La violencia vale lo mismo
en Cristo Rey que en El Vedado, por eso indigna ver a un héroe de origen cubano
y a algunos turistas y alentadores de dictaduras y violencias ajenas entre los
protagonistas de la recolección de “Un
millón de firmas a favor de la no violencia contra la mujer”. Al parecer en
este acto la señal que se está enviando es que en Cuba no pasa nada, allá no se
violentan los derechos, allá no existen las Damas de Blanco.
Ni en las mentes ni en las
palabras de los propulsores de tan acertado evento, aquellas mujeres, al
parecer, califican para que la solidaridad llegue hasta ellas. Ellas en Cuba
sufren atropellos físicos cada semana y sus casas son asediadas por turbas
paramilitares pagadas por el Ministerio del Interior y la Policía; pero ellas,
seguramente son “mercenarias” porque así el régimen las califica, porque si los
héroes que luchan contra la violencia de género en La República Dominicana no
las mencionan, seguramente ellas, aunque pacíficamente sólo pidan democracia y
libertad, no existen.
Se torna cuesta arriba
mencionar el nombre de un héroe, quien tuvo la osadía de llegar a estas tierras
en sus años juveniles con la ilusión de derrocar al tirano Leonidas Trujillo, y
hoy mira a otra parte cuando de derrocar otra dictadura se trata. Sería odioso
sacar ahora quien pagó
aquella gesta del 14 de junio de 1959, quien entrenó a aquellos hombres y
tratar de opacar la Historia con semejante mojigatería.
Quienes se enfrentan a los dictadores siempre son objeto de vejámenes insospechados, si a las Damas de Blanco se les acusa hoy de “mercenarias”, a los expedicionarios del 14 de junio Trujillo los acusó de cosas peores, pero la Historia siempre se ocupa de colocar las cosas en su sitio, por más que el Hombres se empeñe en todo lo contrario y haga a veces el de la vista gorda.
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