Orestes Urfé (1922-1990) |
Pero la historia venía de
más lejos, en aquella época Urfé se desempañaba como profesor de contrabajo en
la Escuela Nacional de Arte, en el reparto Cubanacán, en La Habana. Él había
sido de los fundadores de aquel experimento, que con más sueños que presupuesto
marcó el trecho de la segunda mitad de la centuria en la historia de la música
cubana.
Programa de mano de la OFLH, Temporada de verano 1956 |
Por entonces, quienes le conocimos y compartimos con él muchas horas de clases y cuentos multicolores, sabíamos de algunas de sus hazañas, pero ninguna que hubiéramos leído, que hubiéramos podido conocer legitimada en las páginas de alguna revista. Sabíamos de él que había tocado en la Filarmónica de La Habana, que había sido el Principal de los contrabajos en aquella mítica orquesta, sabíamos que había estudiado con Koussevitzky y que la parte de contrabajo por la que estudiamos ese concierto casi todos en aquella época, estaba autografiado por el autor, dedicado por Serguei a su querido alumno Orestes.
Eran leyendas, muchas
leyendas, de las que solíamos creer una parte solamente. Casi todos teníamos
nuestras dudas porque aquel hombre era tan cercano, tan conversador y tan
aficionado a la pelota y a las mujeres, que no debía haber realizado cuantas
hazañas se solían contar de él.
Quizás por eso un buen día
Urfé se apareció en la casa que entonces ocupaba la cátedra de cuerdas -una de
las que demolieron años después para plantar el Palacio de las Convenciones-, y
comenzó a sacar, de unas cajas que extrañamente había traído ese día, fotos y
más fotos, como álbumes de Facebook. Pero aquellas no eran fotos cualquiera,
eran fotos de verdad. En ellas estaba el joven Orestes con los más refulgentes
astros de la música del siglo XX, piense usted en cualquiera de ellos, casi
todos, algún día, se tomaron una foto con aquel joven negro, alto y de manos
enormes.
No creo que ninguno de los
que tuvimos el privilegio de estar en aquella sesión de fotos la haya podido
olvidar, es difícil, y hoy, mirando los centenares de imágenes que todo el mundo
publica y comparte, como una fiebre global por perpetuar el momento, recordé a Orestes, aquel contrabajista cubano que tomó
clases con Koussevitzky y sin imaginarlo siquiera nos acompañó en nuestro primer paseo por Facebook.
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