“Desde luego, él cantaba con
todos; era imposible hacer otra cosa”. G. O. 1984
El calendario trae cosas inimaginables, las casualidades
son muchas y a veces abrumadoras, tanto que un 29 de noviembre murió Ernesto
Lecuona en Tenerife, escapando de lo que se veía venir en Cuba, y ese mismo
día, pero del año 46, en un pueblito cerca de La Habana, nació Silvio Rodríguez
Domínguez, otro hacedor de canciones quien, por no escapar de lo que vino
después, quedó unido a Lecuona más allá de las nimiedades del calendario:
Silvio hizo las canciones que Lecuona no quiso.
Dicho así pudiera
parecer una herejía, y quizás lo sea, pero si Lecuona hizo cantar al mundo con
acentos cubanos durante la primera mitad del siglo XX, Silvio Rodríguez lo
hizo, de manera insólita, durante el resto de la centuria. Y ahora, cuando el
siglo XXI nos decepciona por su insuficiente concordancia con las predicciones en
las que creímos por haberlas leído en tantos relatos de ciencia-ficción, se nos
aparece el «El elegido», con una nominación al Grammy Latino.
Sospecho que eran otras las lecturas
que debimos dar por posibles, debimos creer más en George Orwell que en Julio
Verne, debimos creer en el Big Brother
que nos acecha, debimos entender que Él, El
Big, es metáfora y no ciencia-ficción porque Él, ora hace reflexiones en su
tabloide, ora habla desde el más allá a través de una Médium, se revela entre el
humo del tabaco dentro de los calderos y no nos quita el ojo de encima, sus
oídos no se apartan de nuestras palabras, tiene el control de nuestro libre albedrío
y alguien le canta al más allá en el que se encuentra cual si no pasara nada.
Bendito Orwell que
estás en 1984, porque a partir de este noviembre de 2007, me iré despidiendo de
todo credo pasado, presente y futuro, me entregaré a tus predicciones-metafóricas,
y en un esfuerzo supremo le cantaré al Big
Brother con los acentos cubanos de Silvio Rodríguez Domínguez:
Ojalá pase algo que te borre de pronto
una luz cegadora
un disparo de nieve
ojalá por lo menos
que te lleve la muerte
para no verte tanto
para no verte siempre
en todos los segundos
en todas las visiones.
una luz cegadora
un disparo de nieve
ojalá por lo menos
que te lleve la muerte
para no verte tanto
para no verte siempre
en todos los segundos
en todas las visiones.
Tomado de Al son son y al vino vino. Lulu 2011
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