Rafael:
Discúlpame si no te respondí antes, pero fue ayer
cuando terminé de leer tu carta, entre lo extenso de esta, el trabajo y las
dificultades para mi adaptación aquí, el tiempo se fue volando.
En cuanto a San Pablo, no tengo idea de lo que me
dices, nunca me llevaron a la iglesia, y si me bautizaron fue por aquella
movilización revolucionaria cuando el Papa estuvo allá. En uno de aquellos
maratónicos bautizos me tiraron un poco de agua en la mollera -que ya estaba cerrada
a cal y canto desde hacía mucho tiempo-, y después a la Plaza a escuchar al
Cordero de Dios. Esa es toda mi preparación religiosa; así, que nada te puedo
comentar.
Acerca del muro de Berlín, del asesinato de Guevara, de
la Revolución Rusa, del estalinismo, de la masacre de Tiananmen, y muchas otras
cosas he podido leer aquí, en español porque en danés se me hace muy difícil
todavía.
Alguien me regaló dos libros que deberías conocer, uno
es Mi Lucha, de Adolfo Hitler y el
otro es La Historia me Absolverá,
claro ese último sí lo conocía de oído, pero nunca se me ocurrió leerlo allá, como
sabes cada 26 de julio nos contaban esa historia.
No soy cubano de transición, ni del período especial
como dices, lo primero porque siempre estuve atascado en el mismo lugar, y lo
segundo porque nunca hubo en Cuba un Período Especial, sino una crisis profunda.
A propósito, leyendo 1984, un libro
de George Orwell, comprendí esa manipulación del lenguaje.
Dices que cuando yo era un niño los viejos habían
perdido las ilusiones; sin embargo, yo nunca las perdí completamente, la prueba
es que cuando pude me fui. Y si no decidí luchar allá, fue porque no encontré
la vía, las puertas están cerradas, es difícil descubrir que esos que llaman
“mercenarios” quieren lo mismo que yo.
Con respecto a las epopeyas que mencionas, entiendo
que han sido sucesos muy mal contados ¿cómo habría yo de entenderlos?, quizás
en los próximos años, si se desclasifican los archivos del Comité Central... Y
nada tiene que ver la televisión cubana, ni su reiterativa programación, sino
la falta a la verdad que emana de las “altas esferas”. En resumen, esas gestas nada
tienen que ver conmigo, para mí un país es otra cosa, la gente no tiene que
andar toda la vida haciendo las campañas que se le ocurran a un “máximo líder”.
Tampoco entiendo a qué te refieres cuando dices que
otros antes que yo tuvieron la oportunidad de hacerse proyectos. Al parecer
fueron muy pocos, porque no conocí a nadie que pudiera hacer con su vida lo que
hubiera querido. En realidad, si tú tuviste proyectos, nunca pude verlos
realizados.
Y te juro que sé perfectamente cuándo decidí hacer
algo. Lo decidí cuando me gradué de sexto grado, ¿y sabes por qué?, porque en
la foto que me enseñaste de tu graduación tenías un trajecito que te habían
hecho, según me dijiste, en J. Vallés, y yo no tuve ni foto, ni traje. Ese día,
con mis pocos años, entendí que las cosas iban para atrás, no conseguía entender
las causas pero sabía que los valores estaban trastornados, todos en mi familia
trabajaban y eran revolucionarios pero nunca mejoramos.
Como te digo una cosa te digo otra, nunca pensé que
fuera tan difícil, suponía que alcanzar lo que uno quiere cuesta, pero allá
nadie sabe lo que es trabajar, nadie sabe lo que es ser responsable de uno
mismo y de su familia, y eso lo comprendí el primer día que llegué a casa de mi
prima, donde me atendieron a cuerpo de rey, me dieron las primeras lecciones de
vida y me ayudaron a conseguir un empleo aquí.
A los treinta días ganaba más que tú en un año. Puede
parecer exagerado, pero no lo es. Esa es la cara buena, pero te digo también la
mala: para vivir como yo quiero eso no alcanza. Sin embargo, tengo lo que nunca
pude tener allá: el deseo de ser dueño de un negocio. Si ese sueño se da o no
se da, por mi madre que es lo de menos, lo de más es que tengo planes y motivos
para trabajar por mi futuro, y eso sí es importante.
Ya no tiene caso que me invites a pensar, nadie me
tuvo en cuenta, nadie nos ha tenido en cuenta, y quienes trataron de mejorar el
socialismo, fueron complicados en juicios, fueron acusados de contrarrevolucionarios
y sacados deshonrosamente de sus puestos, igualitico que las purgas de Stalin.
Si nunca has pensado en irte, hay solamente dos causas:
Una, es porque te acostumbraste; y otra, porque estás de acuerdo con ese
sistema. Quizás más lo segundo que lo primero, porque no consigues ver las
causas del desastre y acusas a “algunos funcionarios” y burócratas.
Ni los funcionarios ni nadie, solamente tu “máximo
líder” es el causante de esas calamidades. Si no me crees, pues entonces te
recomiendo releer con cuidado sus discursos, allí encontrarás muchas claves. No
fue ningún funcionario, no fue ningún burócrata quien inculcó aquello de “que
se vaya la escoria”, esa es una fórmula mágica para odiar a todo el que decide
irse, y no creo que en tus pensamientos aquella idea esté ausente.
Haces cierta mezcolanza entre socialismo, revolución y
Constitución y sellas la idea coronándome como una criatura del socialismo.
Para nada, no fue el socialismo cubano –porque debes deslindarlo muy bien-, el
que fundó la justicia social, la igualdad y la dignidad humana, si quieres ver
todo eso en una Constitución proclamada por los cubanos, te recomiendo leas la de1940, entonces sí que había una Ley de Leyes con todos y para el bien de todos.
En cuanto a las otras virtudes que me achacas, no creo
tenerlas, no voy a marchar por ningún bien común, esas fuerzas sí que no las he
podido alcanzar, al parecer me las mataron antes de nacer y no sé protestar, y
la única política que ha venido a interesarme durante los últimos dieciocho
meses es aquella de allá, la que nunca me importó.
Para terminar quiero decirte que algunos
de tus argumentos profanan mi inteligencia; por ejemplo, dices que no hay
espacio en los medios para la oposición, porque los americanos, la mafia de
Miami y los disidentes utilizarán su dinero para confundir al pueblo.
¿¡Pero cómo podría suceder eso a estas
alturas, después de más de medio siglo taladrándole la sesera con el
marxismo-leninismo a cuatro o cinco generaciones, usando nuestros dineros, los
del Kremlin, los de Chávez o los de Pekín!?
La realidad es que temen a que la gente descubra sus
derechos. Ya no sé si pueda regresar a exigir esos derechos, porque según las
normas migratorias de allá mi salida fue “definitiva”, y me expropiaron hasta
el Carnet de Identidad.
Cuando vuelva, si es que vuelvo, tendré que pedir
permiso y pagar un montón de dinero para visitarte, pero creo que eso es lo que
más le conviene a ese socialismo: que se vayan todos, que envíen sus remesas y
que no protesten jamás, pero estoy seguro que por ese camino en algún momento
la puerca va a torcer el rabo. Te deseo buena suerte. Copenhagen, 30 de noviembre de 2014
PD: Te asombrarás de cuánto he
podido leer en un año y medio, pero estoy empleado en una biblioteca, vigilo
las salas mediante televisores desde una oficina ¿Y adivina qué?, tengo a mi
disposición miles de audio libros en español que escucho durante casi seis horas diarias. Esa suerte, sumada a la buena memoria que siempre tuve, es la
respuesta. J
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