Una descarga acerca de algunos
números clásicos del circo cubano
El
cuento del robo de cerebros es otro más de las mil y una noches cubanas, y
ahora aparece como uno de tantos impedimentos para obtener el pasaporte.
Los profesionales cubanos
desde el mismo enero del 59 comenzaron a quedar desempleados, porque los
rebeldes y los confiables de Fidel Castro ocuparon todos los cargos
importantes, incluso siendo muchos de ellos analfabetas. Con el correr de los
años nunca hubo pleno empleo para nadie, e incluso se llegó a penalizar el
pluriempleo, porque según decían no se podían acaparar puestos de trabajo. Pero
por otra parte, los miles de profesionales que son vendidos por el régimen a
decenas de países como fuerza de trabajo calificada y a quienes se les pagan
salarios de miseria, están en su gran mayoría subempleados en Cuba, por eso se
los llevan al extranjero, para evitar conflictos sociales en la ínsula y
recaudar algunos dineros en moneda dura.
El caso de los profesionales
de la educación artística y los artistas es el caso quizás menos publicitado
pero probablemente el sector profesional más vendido por la dictadura cubana -en
franca competencia con los profesionales de la salud-, y por supuesto que el
vendedor y el producto, saben que existe un alto porcentaje de probabilidades
de que ese cerebro no regrese más a la isla, lo cual en realidad es un alivio
para el desvencijado mercado laboral cubano.
El cuento del robo de
cerebros es otro más de las mil y una noches cubanas, y ahora aparece como uno
de tantos impedimentos para obtener el pasaporte, documento que sustituirá como
nuevo permiso azul al ya derogado permiso blanco. Es una vergüenza que a estas
alturas traten de profanar nuestra inteligencia contándonos historias tan poco
serias. Nadie roba cerebros, esa es otra de tantas supercherías para confundir
cuando no hay argumentos razonables que exponer. Vivimos en un mundo abierto,
con un mercado laboral internacional y cada cual emigra a donde encuentra un
mejor empleo, sea en Jamaica o en Japón, en Santo Domingo, Tepito o en la
Conchinchina.
Tampoco es cierto que los
cubanos le debamos fidelidad al régimen porque este nos dio la educación “gratuita”,
esa es otra superchería, otro timo, porque esa educación no fue elegida por
nosotros, sino impuesta por la dictadura para adoctrinarnos e inocularnos la
mansedumbre ante sus dictados.
No tenemos ninguna deuda con
la dictadura porque aquella nos haya obligado a estudiar en las únicas escuelas
que ellos permitieron en la isla, dejando a nuestros padres sin la menor
potestad para decidir el tipo de educación que querían para sus hijos. Ningún
profesional graduado en Cuba después de 1968 tuvo la posibilidad de elegir
entre la educación gratuita o pagada, porque esta última fue abolida junto con
la propiedad privada, así que quienes nos obligaron a recibir una educación que
no elegimos, no tienen ningún derecho a exigirnos nada, estamos exentos de toda
obligación con quienes pasaron por encima de las voluntades de nuestros padres,
al dejarlos desprovistos de la posibilidad de elegir.
Por otra parte, es penoso el
empeño de algunas personas en tratar de subrayar los males ajenos para consuelo
de los males propios. He visto comentarios que tratando de aplaudir la Ley
migratoria reformada aseguran que en otros países es tan difícil como en Cuba
obtener un pasaporte, algo que es completamente falso. En la República
Dominicana, por ejemplo, un dominicano mayor de edad para obtener un pasaporte
solo tiene que presentar una certificación de nacimiento, dos fotos, la Cédula
de Identidad y Electoral y una copia de esta y un recibo de pago por valor del
costo de la libreta, y eso es todo. Y es así porque en la República Dominicana,
como en todos los países democráticos, la obtención de un pasaporte es un
derecho de todos los ciudadanos y no como en Cuba -y como lo fue en la
República Dominicana durante la Era de Trujillo-, una prerrogativa o privilegio
que “otorga una autoridad competente” a quien le ríe la gracia.
También desde la claque le
hacen carantoñas al capitalismo, contraponiendo sus males a las bondades del
castrismo, siendo esto una aberración mayúscula porque una cosa nada tiene que
ver con la otra, el capitalismo es un sistema y el castrismo una dictadura, una
vieja coqueta que lo mismo le lanza miradas enternecidas a Mao, a Stalin o a
Keynes, una vieja dama indigna a la que
le da lo mismo ocho que ochenta siempre que el poder no se le escape de las manos.
Por su parte el capitalismo
como sistema siempre estará estremeciéndose, porque esos estertores forman
parte de su esencia, los conflictos son como las fiebres que lo inmunizan
contra lo que no funciona, así nació hace más de tres siglos y así se mantiene
a pesar de que Carlos Marx y Federico Engels vaticinaron su muerte hace ya más
de cien años… y quizás usted lo haya podido ver de cerca, muchos de los
castristas que viven en el capitalismo, se han enriquecido nada más y nada
menos que como testaferros del régimen y aunque algunos también aborrecen y
maldicen el maldito capitalismo, facturan y envían miles de millones de dólares
que oxigenan lo que verdaderamente está en fase terminal: el castrismo.
Pero mirando la historia se
ve claramente cómo el capitalismo sale fortalecido económicamente de cada
conflicto y sobre todo los ciudadanos terminan siendo más libres, justamente
porque el sistema se asienta en los seres humanos libres, son la fuerza que lo mueve,
y cuando el sistema se vuelve contra esos seres humanos libres, el mismo
sistema les abre las puertas para que derriben todo lo que sea necesario
derribar y la producción de capitales no se detenga nunca.
Nadie roba lo que no puede
ser de nadie, y los hombres no le pertenecen a ningún estado o dictadura, los
hombres tienen derecho a su libre albedrío y en todo caso, quienes quieran
utilizar sus talentos tienen el deber de darles en pago el bienestar y la
libertad que esos talentos se merecen, quien no pueda pagarlos que se olvide de
ellos y no pretenda retenerlos por la fuerza.