Adelantarle una hora a los relojes en
abril y atrasársela en noviembre es muchísimo menos costoso y de más rápida
implementación que llenar el país de paneles solares y de parques eólicos.
Quienes
podemos ver el sol cada día deberíamos festejarlo. Son muchos los seres humanos
sobre la faz de la tierra que por salud o geografía no lo pueden disfrutar de
esta manera intensa, pegajosa, con altas dosis de humedad, calurosa, agobiante,
bochornosa cuando la energía eléctrica nos abandona en el punto álgido de los
termómetros.
Hay
zonas geográficas en las que brilla, pero por su ausencia, y se presenta en
dosis bajísimas, hay sitios en los que se ausenta durante meses y el tiempo se
hace extremadamente largo entre las sombras.
Sin
embargo, aquí en el Caribe, donde tenemos sol para venderle a turistas
extranjeros, a visitantes necesitados de vitamina K, donde el sol sale para
todos y en cantidades infinitas, donde llegan por millares los caucásicos,
ansiosos por sazonarse las pieles con esos rayos dorados que hacen hervir la
melanina, nosotros, los habitantes de esta media isla, aun no lo hemos sabido
aprovechar lo suficiente.
Por
más de medio mundo anda un horario al que llaman de verano, que aquí intentaron
implementar pero falló por la estulticia de los “Poderes”, y jamás se ha vuelto
a hablar del tema, nadie trató de deshacer el tuerto. Es justo que el “Horario
de Verano” llegue al debate público, que entre por algún resquicio a esos medios
donde se macera la opinión del público, o que la sociedad civil le preste algo
de atención y airee el tema, porque si nos fijamos bien, desde abril los días
comienzan a ser cada vez más largos hasta alcanzar jornadas de 15 horas.
Si
quienes se levantaron ese día las 6:30 am para salir a sus tareas cotidianas,
hubieran tenido una hora de adelanto en sus relojes, se hubieran levantado,
según los dictados del sol, a las 5:30 am, es decir, que muy probablemente, no hubieran tenido que encender todas las luces para alistarse, porque con mucho placer y eficiencia ya a esa hora el Astro Rey les hubiera alumbrado. Del mismo modo, al final de la tarde, cuando llegaron a sus hogares, quizás a las 7:00 pm, también el sol, encantado de la vida, les hubiera dado luz, y con todo esto, el ahorro de energía eléctrica -deficitaria, costosa y contaminante-, hubiera sido significativo.
Así
lo hacen casi todos los países del área. Tienen “Horario de Verano” los países
grandes y pequeños, los pobres y ricos, y por lo general las ganancias no son
pocas. Adelantarle una hora a los relojes en abril y atrasársela en noviembre
es muchísimo menos costoso y de más rápida implementación que llenar el país de
paneles solares y de parques eólicos.
Maestro, en México usamos el horario de verano de abril a octubre y nuestro crepúsculo llega hasta después de las 8 pm, es realmente agradable tener luz hasta esa hora, uno anda por la calle con la tranquilidad que le da la luz. por las mañanas no es tanto el ahorro de electricidad para todos especialmente para aquellos que entran a trabajar más temprano. aún hay gente que resonga cada vez que hay que cambiar la hora pero al final y a su pesar, funciona.
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