viernes, 28 de julio de 2017

YANQUIS GO HOME DICE MADURO

El derecho a la injerencia extranjera para la salvaguarda de la democracia

En las Américas se requiere de una coalición capaz de contener las violaciones a la Carta Democrática, se necesita una fuerza militar capaz de contener la violencia con la que se han impuesto y se imponen los regímenes totalitarios.


Momento en el que un funcionario asesina
a un joven venezolano
Ojalá que aún no sea demasiado tarde. Ninguna de las salidas propuestas hasta ahora para el caso de Venezuela tiene futuro, ahí está Cuba, un cadáver que nadie sabe cómo enterrar, una dictadura que, a la hora de nones, los países democráticos, con EE. UU. a la cabeza, no pudieron contener, simplemente por andar con pies de barro, por no contar con una herramienta legal que justificara los múltiples intentos fallidos por derrocar el castrismo. Hasta hoy primaron los intereses geopolíticos y la conspiración, y no fue posible construir una herramienta legal apropiada para aplicar lo pactado en tantos organismos internacionales; entre ellos, la ONU y la OEA.

En el siglo pasado nuestro continente vio en múltiples ocasiones la injerencia, fundamentalmente de EEUU, para recomponer situaciones políticas de todo tipo, las que no siempre fueron el resultado del consenso o la voluntad expresa del conjunto de las naciones del continente, sino como la imposición unilateral -y sobre todo sin bases legales adecuadas-, de intereses geopolíticos particulares.

Mirando la realidad de hoy y cotejando el pasado con lo que pudiera depararnos el futuro, se impone recomponer los conceptos de injerencia humanitaria y de estructurar, a partir de los instrumentos legales ya existentes en la ONU[1][2], y la OEA un pacto, un sistema capaz de constituirse en la fuerza que, luego de haber gastado todos los recursos diplomáticos «no vinculantes», sea capaz de reprimir con el uso de las armas, si así fuera necesario, las violaciones a la Carta Democrática Interamericana u otros instrumentos legales, un ejército de coalición capaz de contener las acciones que ponen en peligro el curso pacífico de la democracia en el continente americano o cuando un tirano «hiciera padecer a sus súbditos un trato que nadie le ha autorizado tener». Esto no es nuevo, el concepto es conocido desde el siglo XVII, cuando Hugo Grocio lo expuso ampliamente en su obra El derecho de la guerra y la paz y muy recientemente, en el siglo XX, resurgió como tema de debate y acción durante la guerra de Biafra (1967-1970)[4]

Los regímenes totalitarios no andan con chiquitas cuando de enjaular a los ciudadanos se trata, no tienen contemplaciones con nada y las leyes no los detienen, ni siquiera las que ellos mismos han dictado. «El derecho de insurrección frente a la tiranía es uno de esos principios que esté o no esté incluido dentro de la Constitución Jurídica, tiene siempre plena vigencia en una sociedad democrática», escribió el fenecido dictador Fidel Castro en su libro La Historia me absolverá[5], pero al constituirse él en el tirano, criminalizó toda disidencia y la condenó con paredón, cárcel y ostracismo. Maduro y Chávez, como la farsa que es la repetición en la Historia[6], han hecho lo mismo.

Pero los dictadores, sobre todo los de izquierda -quienes aprendieron todo de la derecha y a quienes han superado por mucho-, tienen, como ejemplarizante virtud, el orgullo felón: sus proclamas son aplastantes y sus actos son inmediatos, instauran gobiernos tribunicios en un abrir y cerrar de ojos[7] y no se detienen ante nada, porque no hay instancias a las que deban dar cuenta alguna. Ahí están las FARC, y para que este cuento no les parezca largo, ellos proclaman a toda voz y sin el menor rubor, que nunca renunciarán a sus principios. ¿Conoce el público que sus principios son acceder al poder a como dé lugar y no soltarlo nunca más? ¿Saben los ciudadanos que su ideología es marxista y que su medio hasta ahora para acceder al poder fue la lucha armada y el narcoterrorismo?

Hoy se impone una revisión urgente del concepto de intervención militar o injerencia humanitaria y democrática, se impone una responsabilidad de todos los países -y sobre todo del gobierno de los Estados Unidos como principal potencia de la región-, con la salvaguarda de la democracia, so pena de perder todos y en muy poco tiempo, las libertades que sobreviven a duras penas. En las Américas se requiere de una coalición capaz de contener las violaciones a la Carta Democrática, se necesita una fuerza militar capaz de contener la violencia con la que se han impuesto y se imponen los regímenes totalitarios.

Mientras no se establezca como buena y válida la intervención militar para casos de probadas violaciones a la democracia, con bases establecidas en un pacto continental, con leyes claras y un tribunal internacional capaz de refrendar condenas vinculantes, estaremos cada día con más frecuencia ante casos como los de Venezuela y Cuba, al que le seguirán al hilo y si las cosas no cambian, Colombia y México. Entonces, muy poco nos quedará como Hombres Libres en esta parte del mundo.

Ojalá que me equivoque y esta toma de Venezuela programada para hoy 28 de julio conmine al oficialismo a aceptar la realización del Referendo Revocatorio y la eventual renuncia de Maduro con toda su cohorte. Ojalá.
  


Andrés Manuel López Obrador pudiera convertir 
sus palabras en hechos.



Timochenko pudiera convertir sus palabras en hechos.


[1] Cfr. Resolución 43/131 de la ONU [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/43/131&Lang=S
[2] Cfr. Resolución 45/100 de la ONU [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=%20A/RES/45/100&Lang=S
[3] Cfr. Debe de injerencia. [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://world-governance.org/index.php?q=/node/747  
[4] Cfr. Deber de injerencia, en World Democratic Forum.  [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://world-governance.org/index.php?q=/node/747
[5] Castro Ruz, Fidel.  (1959). Pensamiento Político, Económico y Social de Fidel Castro. La Habana. Editorial Lex, p. 67.
[6] Carlos Marx escribió en su libro El 18 Brumario de Luis Napoleón Bonaparte: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa.”
[7] Esta es una de mis reservas contra Trump, quien trina y el mundo se estremece a su alrededor, él, como Castro, Maduro, Ortega y otros del socialismo del siglo XXI, decretan desde sus tribunas.

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