Ellos se encuentran y disfrutan contando sus felonías, las rememoran con orgullo. Eso es comprensible cuando están en privado, pero en una conferencia de prensa donde comparecen dos; uno, como Jefe de Estado, Hugo Chávez; y otro, como entrenador del equipo de futbol de Argentina, Maradona, el cuento es como para chuparse los dedos.
Debe ser el subconsciente que les traiciona, o que padecen de incontinencia verbal, pero ese cuento de la mano de Dios, hecho de viva voz por el Pelusa ante las cámaras de CNN, junto a su amigo Hugo Chávez, justo en el momento en el que este último iba a dar la noticia del rompimiento de relaciones con Colombia a causa de la publicación de las pruebas de que las FARC se refugian en Venezuela, eso fue demasiado revelador.
Sé que ambos son orgullosamente devotos de la “lucha armada” y su derivado el narcoterrorismo, que el dictador Fidel Castro, el hombre que más horas le ha dedicado a la creación de terroristas en el continente, es el amigo común de Chávez y Maradona. Ese, el amor por las FARC, es su gran secreto, del que por estos días no se pueden pavonear; sin embargo, los chicos malos siempre tienen algo que contar aunque sea añejo.
Como todo el mundo vio la mano, había escuchado y leído comentarios deportivos al respecto, pero nunca como El Pelusa, el mismísimo Maradona, tantísimos años después, haciendo el cuento. En mi mente ingenua me hacía la idea de que cuando un atleta de esa talla cometía una violación, fuera intencional o no, sentía cierto pesar o vergüenza, nada como para auto flagelarse, pero tampoco como para sentirse eufóricamente orgulloso.
Pues así fue, el orgullo felón, la risa estrepitosa de quien tiene la trampa como valor fue el tono de la anécdota, y el anfitrión no podía más de gozo. Estoy seguro que Chávez tuvo que hacer mucho esfuerzo para no jactarse de cobijar terroristas, de ser cómplice furtivo del narco terrorismo.
Pero si los venezolanos no le cortan el paso en las próximas elecciones, ese cuento vendrá, lo escucharemos todos, contará punto por punto cómo pasó gato por liebre y no lo descubrieron, nos dirá, muerto de risa, cómo la mano de Dios le permitió anotar un tanto a favor de las FARC y contra el “imperio”.
Así como se le escuchó decir al dictador Fidel Castro en el juicio contra el General Arnaldo Ochoa -después de haber negado y renegado la partición de tropas cubanas en Angola-, que por culpa de la incompetencia de Ochoa al mando del ejército cubano en África, él se había tenido que pasarse un año comandando las tropas por teléfono. Entonces no hubo chanza, pero Castro utilizó semejante felonía como prueba incriminatoria contra el General.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Están permitidos todos los argumentos, sobre todo los que están en contra de los expresados en este blog. No están permitidas las ofensas personales por innecesarias para defender una idea. Así que me tomaré el trabajo de censurarlas.