(Sto. Domingo. Listín Diario, 6 jul. 1931 pp. 1, 6)
(De nuestra redacción en la Habana)
Habana, julio 1º. Bella
y lucida fiesta la celebrada anoche en el Principal de la Comedia, de esta
capital. La gran poetisa chilena Gabriela Mistral, leyó sus últimos poemas,
todavía inéditos, en una fiesta cultural cuyo producto será destinado a
sufragar los gastos de la edición de un tomo de prosas selectas del gran Martí,
conforme a la iniciativa del Instituto de Educación de la Liga de las Naciones,
la cual se propone publicar en francés obras de autores latinoamericanos.
Interesantísimo el programa que los entusiastas propulsores de la fiesta, Francisco Ichazo y Mariano Brull, confeccionaron. La concurrencia muy selecta y brillante, integrada por un escogido grupo de la intelectualidad cubana y por la concurrencia de distinguidas personalidades del Cuerpo Diplomático extranjero y miembros del servicio consular acreditado en esta capital. Entre aquellos, en primer término, recordamos a su excelencia el Ministro de Chile, y el Embajador de la República azteca, y entre los segundos al Cónsul General de Chile, nuestro dilecto amigo Sr. Sebastián Q. Gelabert. Completaban la audiencia bellísimas mujeres, poetas, escritores, artistas y una buena representación de la prensa local y extranjera los cuales tuvimos la suerte de encontrarnos.
JOSÉ
MARTÍ, CABALLERO
«Recuerdo como si
fuera ayer, la primera vez que vi a Martí. Era yo jovencita de 18 años y le fui
presentada en una reunión. No tenía ausencias de él, era para mí un señor
cualquiera, un encuentro fortuito de sociedad. Mas a los pocos minutos de
conversación, con habilidad que no he visto igualada, sin interrogatorio, había
averiguado cuáles eran mis gustos, mis inclinaciones, mis esperanzas. Tocó la
hora del arte, señaló precisamente las obras que me apasionaban. Discutió
conmigo, cuadros, música y libros de la manera más natural, con absoluta
sencillez, sin hacerse sentir la diferencia que existe entre una niña y un
sabio. Del mismo modo se hizo conocer de mí. Pude apreciar al instante que era
un hombre superior, de vastos conocimientos y de alma grande. Nunca desmintió
aquella impresión primera. No quisiera dar aquí una idea de la frivolidad de
Martín sin indicar las mil facetas de su espíritu, abierto a todas las manifestaciones
de la vida y al punto me permitiré contar una anécdota que se seguro sus
historiadores desconocen. Pocos días antes de mi matrimonio, me dijo Martí:
-Blanca: voy a
pedirle un favor.
-Usted dirá. -dije.
-Quiero que me deje
ver su trousseau.
-Bueno -exclamé-.
Tal día irán mis amigas a casa; venga usted también, o un poco antes si le
parece.
Y continúa la
señora Baralt: «Llegó y con mi madre y mis hermanas estuvo examinando como un chiquillo
vestidos y sombreros, haciendo un fino comentario y poniendo nombres a varios
de ellos. Un tiempo después, encontrándome con mi marido, recordó la prenda que
había vestido y me dijo: Veo que lleva usted el sombrerito casto. En
otra ocasión reconoció el vestido discreto, o el abanico perverso,
nombres puestos por él el día de la exposición del trousseau.
-¿Que tiene, Martí?-
le preguntó Luis alarmado. Abriendo los ojos exclamó: ¡Ay las madres, las
madres, cuánta sangre y cuántas lágrimas van a correr en esta revolución a que
voy a lanzar a mi país! Sentía el peso de la tempestad que iba a desencadenar y
su alma sensible se condolía de los sufrimientos inherentes a la revolución.
Habla luego la
señora Baralt de la gran facilidad que tenía Martí para escribir y comentar las
obras y poemas escritos por él durante aquellos años. Refiere a su biblioteca,
a sus libros predilectos, desde El Cuervo, de Poe, a Las noches,
de Musset. Comenta sus gustos e inclinaciones.
![]() |
José Martí |
Imposible seguir a
la señora Baralt en su interesantísima disertación sobre Martí, y trabajo de
tan nobles y bellos aspectos en que la anécdota salta como chorro de oro,
merece más bien la transcripción. La señora Baralt fue ovacionada al terminar
la lectura.
La Sra.
Durán Castillo
Leyó una selección
de poemas de Martí la bella y distinguida dama señora Águeda Azcárate de Durán
Castillo. A fe que el tino de lo escogido corrió parejo la admirable
interpretación de la recitadora, a la que muy pocas veces hemos podido ver
siquiera igualada en la lectura de versos de Martí.
Las
señoritas García Orellana
Números de canto y
piano, siguieron. La primorosa voz de la señorita Rosario García Orellana ofreció
el lírico regalo de exquisitas canciones, acompañada al piano por su hermana
María.
Poemas de
la Mistral
![]() |
Gabriela Mistral @Fuente Externa |
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