Evocaciones en la mente de un espectador
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@AGS |
La sigilosa salida del esposo viejo de
detrás de la puerta de la sala, su vestuario con reminiscencias que divagaban
entre lo castrense, lo circense (du soleil), lo mágico maravilloso (el
general en su laberinto) y la desgarrada voz con recuerdos de Darth Vader (Star
Wars), fue seguida de los otros dos personajes; ella, con un provocativo
vestido punzó que dilató las pupilas de más de uno en el público; él, con el
atuendo más sencillo, pero con hechuras semejantes al lucido por el viejo.
En realidad no le presté mucha atención a la improvisación, aunque repito, eso no es importante porque los tres interactuaron a sus anchas con los presentes, hasta que finalmente todos comenzaron a entrar en la sala y yo pude concluir mi ritual de dejarme caer en la trampa.
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@AGS |
Y no me gustó la performance, porque
me quitó esa sensación de incertidumbre que provoca la entrada a la sala de
teatro, ese momento en el que sabemos que estamos cayendo en una trampa de la
que no saldremos los mismos, y luego las imágenes desde las tablas te van
arrugando, removiendo o estirando la piel, pero como dije, eso no es
importante, es solo un criterio. El arte, cuando es de verdad, provoca
emociones muy disímiles, polisémicas, estiran y retuercen la piel y los
sentidos y esta obra lo consigue.
Y claro, el arte no es perfecto, el
artista siempre está creando, por lo que sí debo poner un periquito: la poética
de los textos, originales del director y dramaturgo Haffe Serulle, no se
compadecen con las imágenes, demasiado llano para mi gusto y falto de ritmo por
momentos, las palabras no hilvanan bien, el texto no deja muchos recuerdos, no
evoca muchas imágenes, lo que sí consiguen la escena, el vestuario, las
desgarradas voces y la fluidez que alcanzan los actores al expresar esos
textos. Y no se trata de que los diálogos sean inconexos, se trata de que a
cada línea le vendrían muy bien algunas metáforas, imágenes, musicalidad al
hilvanar una palabra con otra y hasta refranes conocidos.
Por otra parte, es una verdadera pena,
que tanto esfuerzo y gasto material y espiritual no encuentre en esta ciudad el
público suficiente como para reponer durante largas temporadas obras como esta,
o intereses públicos y privados que la lleven a otros escenarios del país.
En conclusión, estremecido por esos Cuerpos fue grato evocar tanto teatro, fue bueno salir de la sala siendo otro.
(*) Lamentablemente no he podido encontrar en vídeo la puesta en escena de Dos viejos pánicos, es probable que esto se deba al cerco que el régimen castrista ha tendido alrededor de la vida y obra de Virgilio, pero en su lugar recomiendo un programa de radio, en el que comentan con muy buen tino su obra. Dos viejos pánicos fue premio de Teatro Casa de las Américas 1968 y no se estrenó en Cuba hasta 1990, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, función a la que tuve la suerte de asistir.
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