(Este artículo lo publiqué en 2011, pero por alguna causa que aún no descubro se quedó fuera de este blog, ahora lo vuelvo a publicar porque su contenido está intacto. Disfrútalo)
El policía que intenta guiar el tránsito en la vía pública, súper congestionada de chatarra, no tiene claro ni las leyes del tránsito ni el sentido común.
En el diario El Día, Rafael Molina Morillo en sus Buenos Días del pasado 14 de octubre, bajo el título de El punto negro, nos da una lección de optimismo y nos alerta acerca de una peccata minuta que comúnmente cometemos por exceso de pesimismo; sin embargo, páginas más tarde, en la misma edición y diario, Domingo Contreras ilustra unas buenas razones de optimismo con una foto que indignaría al más optimista.
El policía que intenta guiar el tránsito en la vía pública, súper congestionada de chatarra, no tiene claro ni las leyes del tránsito ni el sentido común.
Foto: Fuente externa |
En el diario El Día, Rafael Molina Morillo en sus Buenos Días del pasado 14 de octubre, bajo el título de El punto negro, nos da una lección de optimismo y nos alerta acerca de una peccata minuta que comúnmente cometemos por exceso de pesimismo; sin embargo, páginas más tarde, en la misma edición y diario, Domingo Contreras ilustra unas buenas razones de optimismo con una foto que indignaría al más optimista.
Sucede que en una sociedad donde la impunidad está llegando a grados inimaginables, se hace cuesta arriba ver la página en blanco, porque los puntos negros lo llenan todo, a tales extremos que pasan inadvertidos para quienes tienen por su oficio la obligación de denunciarlos.
El policía que intenta guiar el tránsito en la vía pública, súper congestionada de chatarra, no tiene claro ni las leyes del tránsito ni el sentido común. Así en todos los estamentos de la sociedad, provocando, ineludiblemente la evasión de la realidad, atiborrada de violaciones, de puntos negros, que se convierten en la norma, la violación es la página en blanco, la que pasa inadvertida, la violación de todas las leyes de convivencia se convierten entonces en el punto negro que llena las páginas de nuestra vida, donde nada ni nadie es capaz de corregir lo torcido, porque como en la foto del artículo de Domingo Contreras, esas barbaridades forman parte del paisaje cotidiano en el que vivimos.
Cuando el punto negro es la norma y llena la página en blanco, nadie se da cuenta de que existe, ese es el caso de la sociedad en la que vivimos hoy.
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