viernes, 22 de febrero de 2019

EL CINQUILLO Y LA TUMBA FRANCESA


La huella de Haití en la cultura cubana
Sociedad Tumba Francesa La Caridad de Oriente,
fundada el 24 de febrero de 1862
  

La noche del 14 de agosto de 1791 se produce, en Santo Domingo, un gravísimo acontecimiento. Suenan los tambores del vodú en Bois Caimán. Bajo una lluvia torrencial, doscientos delegados de dotaciones de la Llanura del Norte, llamados por el iluminado Bouckman, beben la sangre tibia de un cerdo negro, juramentándose para la rebelión. 

Así describe Alejo Carpentier, en La Música en Cuba, el inicio de la Revolución de Haití, un acontecimiento que estremeció el Caribe y que tuvo enorme influencia en la conformación de la cultura cubana, sobre todo en la región oriental de la isla. Las terroríficas degollinas que realizaron los esclavos haitianos contra sus amos franceses y la destrucción del magnífico emporio que entonces era la economía haitiana provocaron la estampida de miles de colonos franceses y negros criollos haitianos, muchos de los cuales llegaron a Santiago de Cuba en la más desoladora miseria.

Los criollos haitianos, arrastrados junto a sus amos por fidelidad o en calidad de esclavos domésticos, cargaron con sus hábitos, cantos y danzas y con una lengua propia conocida como creole o patois, resultantes de un proceso de transculturación, y se les conoció como «franceses», incluso se le llamó «francés» a todo su entorno.

A pesar de que hubo algunos que con el tiempo se desplazaron por toda la isla, en su mayoría se establecieron en la región oriental, donde permanece la huella de su cultura. Según algunos historiadores fue el precio de la tierra la causa de que los «franceses» se arraigaran en esta región. Afirma Julio Le Riverand, en su Historia económica de Cuba, que mientras en Oriente la caballería de tierra valía 100 pesos, en La Habana no bajaba de 1000 y según los datos existentes se sabe que la hacienda Santa Catalina, propiedad del Marqués de Jústiz, localizada en la región de Guantánamo, fue vendida a colonizadores franceses emigrados de Haití, al precio de 20 pesos la caballería.

Descendientes de estos criollos haitianos, interesados en conservar sus costumbres y protegerse unos a otros, crearon las sociedades de Tumba francesa, las que según el Dr. Olavo Alén, «constituyeron y constituyen aún hoy, una fuente constante de elementos culturales de ese folklore primario o antecedente cuya interacción conformó los primeros rasgos de la cultura cubana».  

A principios del siglo XXI, se mantenían tres de estas sociedades, dos de ellas en zonas urbanas y una en un poblado campesino. La Sociedad Tumba Francesa La Caridad de Oriente, fundada el 24 de febrero de 1862 con el nombre de Sociedad La Fayette y declarada por el Fondo de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) Patrimonio Intangible de la Humanidad en 2003, está ubicada en el número 501 de la calle Los Maceos, esquina a San Bartolomé, en el barrio Los Hoyos, en Santiago de Cuba.

Uno de los eventos más significativos de estas sociedades son las fiestas en las que se baila en parejas sueltas, con figuras que rememoran gestos y actitudes de los bailes del Cabo y Port-au-Prince, y se entonan cantos afrohaitianos acompañados por tambores, que se denominan: premier o redoblé, sécond y bula o bebé, catá tambora, chachá o maruga.

Estos instrumentos son anchos y chatos y se tocan con baquetas, muy semejantes a los del vodú haitiano. Los cueros, según se afirma en el Diccionario de la Música Cubana, de Helio Orovio, «se tensan por medio de cuerdas y tarugos ganchudos, yendo algunas cuerdas ensartadas en el aro, del cual descienden diagonalmente a pasar por debajo de una estaca o cuña y ascienden otra vez al cuero, formando ángulos».

El cinquillo cubano

Una de las células rítmicas que con más fuerza influyó en la música cubana fue el llamado cinquillo, un figurado que proviene de África y que llegó a Cuba también junto a los «franceses» de Haití. Esta célula, que seguramente se encontraba en los barracones de esclavos en Cuba desde mucho antes, no tuvo real influencia en la música profesional hasta entrado el siglo XIX, cuando las contradanzas venidas de Haití comenzaron a difundirse primero en la región oriental y luego por toda la isla.

Fernando Ortiz, en su libro La africanía de la música folklórica de Cuba, la recoge como una de las siete células rítmicas afrocubanas más importantes y la considera como la «célula rítmica africana del Danzón, llamada cinquillo». También utilizada en las antiguas contradanzas cubanas y que se diseminó en casi todos los géneros de la música popular cubana.

Cinquillo cubano

«Al ser introducido en la isla –nos comenta Alejo Carpentier-, el cinquillo se hizo uno con la Contradanza oriental. Las orquestas de baile se apoderaron de él para salpimentar sus ejecuciones».  

Está muy difundido en la historiografía cubana el suceso que protagonizó el compositor catalán residente en Santiago de Cuba, Casamitjana, y que diera un enorme impulso a la difusión de los cantos de los negros «franceses». Según se cuenta, cierta noche de 1836, el músico, que había compuesto un buen número de canciones cubanas, pudo escuchar, al paso de una comparsa, los cantos del Cocoyé. Anotó las coplas y los ritmos y compuso una partitura que muy pocos días después colocó en los atriles de la banda del Regimiento de Cataluña. En esa oportunidad, la retreta, en la que habitualmente se escuchaban los clásicos del repertorio universal, se convirtió en una invaluable difusora de los cantos y ritmos afrohaitianos y dio un verdadero impulso a la mezcla de éstos con las células rítmicas afrocubanas.

Las coplas y los ritmos del Cocoyé (o Cocuyé), con sus cinquillos, transitaron por las partituras de un buen número de compositores, incluso llegaron a las salas de conciertos en obras como Obertura sobre temas cubanos, y en la Oriental, de Tres pequeños poemas, de Amadeo Roldán.

La cultura afrohaitiana, con el paso de los siglos, sufrió en Cuba una nueva transculturación, marcó su huella indeleble, y se convirtió en una de las fuentes que contribuyeron a la conformación de la cultura cubana.



1 comentario:

  1. Ver el documental Tumba Francesa, de Néstor Almendros y Orlando J Leal.

    ResponderEliminar

Están permitidos todos los argumentos, sobre todo los que están en contra de los expresados en este blog. No están permitidas las ofensas personales por innecesarias para defender una idea. Así que me tomaré el trabajo de censurarlas.

LAS CANCIONES CUBANAS QUE LA FANIA NOS RECORDÓ

Nunca agradeceremos lo suficiente a los músicos y empresarios capitalistas que hicieron regresar a los mercados los productos de la música p...