Maduro perdió la Presidencia de la República al bloquear el referendo revocatorio, perseguir y encarcelar a cientos de opositores y convocar una Constituyente. Con estas acciones Nicolás Maduro se convirtió en un presidente de facto, quemando todas las leyes chavistas.
Estamos a punto de confirmar
si Nicolás Maduro está a favor del bienestar de sus compatriotas o de mantenerse
en el poder a toda costa. Para lo primero, debe acatar, con sensatez, su propia
Constitución, para lo segundo deberá consumar un genocidio.
La mayoría de los países
democráticos de América Latina, con la predecible oposición de Uruguay y
México, han reconocido a Guaidó como presidente encargado y según las versiones
de prensa se está concentrando en Colombia el primer contingente de ayuda
humanitaria que la comunidad internacional intenta hacer llegar a los
venezolanos con la autorización del presidente encargado.
Según la versión de Maduro,
esto no es más que una agresión militar y que él, como comandante en jefe de
las fuerzas armadas, hará lo que tenga que hacer para impedirla. Pero ambas afirmaciones
son parte de una falacia, no obstante, basado en ella, con el poder del
ejército en sus manos, pudiera llevar sus dichos hasta las últimas
consecuencias y provocar una catástrofe de dimensiones incalculables.
Según la Constitución, que
tanto proclaman los chavistas y que no pierden la menor oportunidad de cambiar
en palabras -como los cerdos cambiaban sus normas en Rebelión en la Granja, de Orwell-, Maduro perdió la legitimidad al bloquear el referendo revocatorio, perseguir y encarcelar a
cientos de opositores y convocar una Constituyente. Con estas acciones Nicolás
Maduro se convirtió en un presidente de facto, quemando todas las leyes
chavistas.
La oposición, diezmada, pero
con mayoría en la Asamblea Nacional, legítimamente elegida por el voto popular
aplicó el artículo 233 de la Constitución en la que se establece que: «Serán
faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: […] la revocación
popular de su mandato» y para llenar ese vacío de poder «Mientras se elige y
toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la
Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional».
Basado en estos principios escritos en la Carta Magna venezolana, Juan Guaidó dijo:
«Hoy 23 de enero del 2019, en
mi condición de presiente de la Asamblea Nacional, invocando los artículos de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, […] ante Dios todo
poderoso, Venezuela […] juro asumir formalmente las competencias del ejecutivo
nacional como el presidente encargado de Venezuela para lograr el cese de la
usurpación, un gobierno de transición y tener elecciones libres».
¿Contará Maduro con las
fuerzas armadas venezolanas, el ELN y las FARC, con el avituallamiento bélico
de Rusia y China y las tropas cubanas para impedir que la ayuda humanitaria
llegue a quienes la necesitan? ¿Contarán Rusia y China con Maduro para
consolidar sus intereses geopolíticos en América Latina?¿Le importará a la mayoría de los países de la comunidad internacional apoyar al «imperialismo yanqui» para que este se apodere del petróleo venezolano?
Las respuestas a estas y otras
muchas preguntas, muy probablemente, las tendremos en pocas horas, todo depende
de la sensatez de unos y otros. Si renaciera la cordura que medió entre
Kruschev y JFK en octubre de 1962 pudiéramos darnos con un canto en el pecho,
pudiéramos volver a ser o no ser.
El pasado lunes, fue instalado un Puesto de Mando Unificado en Cúcuta, conformado por representantes de Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres colombiana. Desde Colombia reporta: @luzdarydepablos. Sintoniza nuestra señal #EnVIVO por: https://t.co/1QcPa6bsXs pic.twitter.com/tC2Rsu2y0j— VIVOplay (@vivoplaynet) 5 de febrero de 2019
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