viernes, 21 de junio de 2019

UN CUMPLEAÑOS TREMENDO, GRACIAS.


«Estar aquí es magnífico» -o «estar aquí es tremendo», como también se traduce-, escribió Rainer María Rilke en Las Elegías de Duino, en un monumental poema. Es una frase que ha dicho cualquier hijo de vecino, pero que en el contexto de esta obra trascendental toma un nuevo significado. Duino no era una princesa o un príncipe, tampoco una virgen o un Dios mitológico, era un castillo que un amigo puso a sus pies para que lo disfrutara. 

Aguada de Pasajeros, Cuba, 19 de junio de 1957
Así que hoy, cuando acabo de cumplir sesenta y cinco años de estar aquí, repito con Rilke que estar aquí es tremendo. Es un hecho milagroso sin dudas, que cada año toma una nueva lectura. Esta vez, leí que el día de mi cumpleaños, al igual que el día de reyes, mis padres lo convertían en un verdadera fiesta para mí. Entonces, era casi imposible comprender cuánto amor y alegría desbordaban ellos en mí, por eso también es tremendo seguir aquí y disfrutar de aquellos recuerdos, y descubrirlo en las fotos, con las que mi madre disfrutaba tanto al hacerlas ella misma o utilizando a un profesional a quien ella dirigía todo el tiempo… El estudio Muñoz de Colón, o Sol Quintero y Carlos Cruz en Aguada fueron testigos de lo que digo y las fotos que se conservaron lo documentan.

Santo Domingo, 19 de junio de 2019. La copa de martini que
aparece a la izquierda, es una de las que aparecen en la foto
de 1957
Y a propósito de las fotos, en una de ellas aparece una copa que heredé sin saber absolutamente nada de ella. Cuando me tocó desmantelar la casa de mis padres, aquella copa la empaqué debidamente y la traje conmigo, sin saber lo que hace unos días descubrí revisando aquellas fotos de mis primeros cumpleaños. Esa copa de cristal con un biselado muy fino, con sencillos y hermosos dibujos, formó parte de un juego de cuatro que aparecen en la mesa de mi tercer cumpleaños. Eso es un tremendo descubrimiento. Mis padres no solamente hacían una fiesta por mí, sino que atesoraban muchos de aquellos objetos que les pudieran recordar aquellas fiestas. Así también encontré otros objetos que formaron parte de aquellas fotos.

Así que la lectura para estos sesenta y cinco es clara, estar aquí es magnífico, y eso se lo debo a quienes me han hecho cada día un poco más alegre la corta estadía por estos lares. A mis padres, mis abuelos, mis tíos, mi hermana -que cuando llegó me dio la oportunidad de tener dos cumpleaños cada año-, mi esposa, quien desde hace más de dos décadas me hace las fotos de lugar, y mis amigos.

Para todos los que ya no están y para quienes se las arreglaron para escribir un saludo en las redes sociales y me llamaron por teléfono, gracias por la felicidad que me dan. Hay cosas tan sencillas que a veces no las vemos, siendo en realidad las que hacen que estar aquí sea tremendo. Gracias.   

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