«Estar aquí es magnífico» -o
«estar aquí es tremendo», como también se traduce-, escribió Rainer María Rilke
en Las Elegías de Duino, en un monumental poema. Es una frase que ha
dicho cualquier hijo de vecino, pero que en el contexto de esta obra
trascendental toma un nuevo significado. Duino no era una princesa o un príncipe,
tampoco una virgen o un Dios mitológico, era un castillo que un amigo puso a
sus pies para que lo disfrutara.
Aguada de Pasajeros, Cuba, 19 de junio de 1957 |
Así que hoy, cuando acabo de cumplir
sesenta y cinco años de estar aquí, repito con Rilke que estar aquí es tremendo.
Es un hecho milagroso sin dudas, que cada año toma una nueva lectura. Esta vez,
leí que el día de mi cumpleaños, al igual que el día de reyes, mis padres lo convertían
en un verdadera fiesta para mí. Entonces, era casi imposible comprender cuánto
amor y alegría desbordaban ellos en mí, por eso también es tremendo seguir aquí
y disfrutar de aquellos recuerdos, y descubrirlo en las fotos, con las que mi
madre disfrutaba tanto al hacerlas ella misma o utilizando a un profesional a
quien ella dirigía todo el tiempo… El estudio Muñoz de Colón, o Sol Quintero y
Carlos Cruz en Aguada fueron testigos de lo que digo y las fotos que se conservaron
lo documentan.
Santo Domingo, 19 de junio de 2019. La copa de martini que aparece a la izquierda, es una de las que aparecen en la foto de 1957 |
Y a propósito de las fotos, en
una de ellas aparece una copa que heredé sin saber absolutamente nada de ella. Cuando
me tocó desmantelar la casa de mis padres, aquella copa la empaqué debidamente
y la traje conmigo, sin saber lo que hace unos días descubrí revisando aquellas
fotos de mis primeros cumpleaños. Esa copa de cristal con un biselado muy fino,
con sencillos y hermosos dibujos, formó parte de un juego de cuatro que
aparecen en la mesa de mi tercer cumpleaños. Eso es un tremendo descubrimiento.
Mis padres no solamente hacían una fiesta por mí, sino que atesoraban muchos de
aquellos objetos que les pudieran recordar aquellas fiestas. Así también
encontré otros objetos que formaron parte de aquellas fotos.
Así que la lectura para estos
sesenta y cinco es clara, estar aquí es magnífico, y eso se lo debo a quienes
me han hecho cada día un poco más alegre la corta estadía por estos lares. A
mis padres, mis abuelos, mis tíos, mi hermana -que cuando llegó me dio la
oportunidad de tener dos cumpleaños cada año-, mi esposa, quien desde hace más
de dos décadas me hace las fotos de lugar, y mis amigos.
Para todos los que ya no están
y para quienes se las arreglaron para escribir un saludo en las redes sociales
y me llamaron por teléfono, gracias por la felicidad que me dan. Hay cosas tan
sencillas que a veces no las vemos, siendo en realidad las que hacen que estar
aquí sea tremendo. Gracias.
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