Buscando perlas en periódicos viejos
El
ingenio no escasea, solo hay que andar por ahí para tropezar con él. Como ya
mencioné en otro artículo, la palabra guagua como sinónimo de ómnibus
se usó en Cuba desde las primeras décadas del siglo XIX. Ahora, lo que voy a
reproducir es una nota muy ingeniosa, en la que se describe la solución, que
dio un guagüero para que sus «flechados» pasajeros no perdieran la
«confronta».
¿No
han oído alguna noche nuestros lectores después de las diez el ruido de un
vehículo de cuatro ruedas acompañado del tañido de una pequeña campanilla? Pues
esa es la guagua de los cupidos. Ahora, para saber lo que eso significa, solo
es preciso una pequeña explicación. Atendiendo el empresario de las guaguas a
las súplicas de los pasajeros que suelen ir de noche al Cerro, y conociendo muy
bien (sin duda por haber sido cocinero antes que fraile) la causa porque muchos
de ellos tienen que efectuar su regreso a pie, ha determinado que el carruaje
que salga de ese paradero a la hora de las 10 venga más despacio que los demás
tocando una pequeña campanilla a fin de que su tañido saque de su embeleso a
los tiernos Adonis que se hallen al lado de sus ternísimas Filis. Ese ingenioso
medio parece que surte el mejor efecto, pues al escuchar el metálico sonido
todos los retardatarios se apresuran a despedirse de las bellas retardatarias y
regresar a la Habana sabiendo que es la última guagua que pasa. De cada ocho
pasajeros que vengan en la de esa hora se puede apostar cualquier cosa a que
siete son víctimas del niño ciego. He ahí pues por qué se da el nombre de guagua
de los cupidos.
Muy lindo y bien redactado cuento, amigo Antonio.
ResponderEliminarLeido y compartido.
Ivan Acosta. NYC.