El derecho a la
injerencia extranjera para la salvaguarda de la democracia
En las Américas se requiere de
una coalición capaz de contener las violaciones a la Carta Democrática, se
necesita una fuerza militar capaz de contener la violencia con la que se han
impuesto y se imponen los regímenes totalitarios.
Momento en el que un funcionario asesina a un joven venezolano |
Ojalá que aún no sea demasiado
tarde. Ninguna de las salidas propuestas hasta ahora para el caso de Venezuela
tiene futuro, ahí está Cuba, un cadáver que nadie sabe cómo enterrar, una
dictadura que, a la hora de nones, los países democráticos, con EE. UU. a la
cabeza, no pudieron contener, simplemente por andar con pies de barro, por
no contar con una herramienta legal que justificara los múltiples intentos
fallidos por derrocar el castrismo. Hasta hoy primaron los intereses
geopolíticos y la conspiración, y no fue posible construir una herramienta
legal apropiada para aplicar lo pactado en tantos organismos internacionales;
entre ellos, la ONU y la OEA.
En el siglo pasado nuestro
continente vio en múltiples ocasiones la injerencia, fundamentalmente de EEUU,
para recomponer situaciones políticas de todo tipo, las que no siempre fueron
el resultado del consenso o la voluntad expresa del conjunto de las naciones
del continente, sino como la imposición unilateral -y sobre todo sin bases
legales adecuadas-, de intereses geopolíticos particulares.
Mirando la realidad de hoy y
cotejando el pasado con lo que pudiera depararnos el futuro, se impone
recomponer los conceptos de injerencia
humanitaria y de estructurar, a partir de los instrumentos legales ya
existentes en la ONU[1], [2],
y la OEA un pacto, un sistema capaz de constituirse en la fuerza que, luego de
haber gastado todos los recursos diplomáticos «no vinculantes», sea capaz de
reprimir con el uso de las armas, si así fuera necesario, las violaciones a
la Carta
Democrática Interamericana u otros instrumentos legales, un ejército
de coalición capaz de contener las acciones que ponen en peligro el curso
pacífico de la democracia en el continente americano o cuando un tirano
«hiciera padecer a sus súbditos un trato que nadie le ha autorizado tener». Esto
no es nuevo, el concepto es conocido desde el siglo XVII, cuando Hugo Grocio lo expuso
ampliamente en su obra El derecho de la
guerra y la paz y muy recientemente, en el siglo XX, resurgió como
tema de debate y acción durante la guerra de Biafra (1967-1970)[4]
Los regímenes totalitarios no
andan con chiquitas cuando de enjaular a los ciudadanos se trata, no tienen
contemplaciones con nada y las leyes no los detienen, ni siquiera las que ellos
mismos han dictado. «El derecho de insurrección frente a la tiranía es uno de
esos principios que esté o no esté incluido dentro de la Constitución Jurídica,
tiene siempre plena vigencia en una sociedad democrática», escribió el fenecido
dictador Fidel Castro en su libro La Historia me absolverá[5],
pero al constituirse él en el tirano, criminalizó toda disidencia y la condenó
con paredón, cárcel y ostracismo. Maduro y Chávez, como la farsa que es la
repetición en la Historia[6], han hecho lo mismo.
Pero los dictadores, sobre
todo los de izquierda -quienes aprendieron todo de la derecha y a quienes han
superado por mucho-, tienen, como ejemplarizante virtud, el orgullo
felón: sus proclamas son aplastantes y sus actos son inmediatos, instauran
gobiernos tribunicios en un abrir y cerrar de ojos[7] y
no se detienen ante nada, porque no hay instancias a las que deban dar cuenta
alguna. Ahí están las FARC, y para que este cuento no les parezca largo, ellos
proclaman a toda voz y sin el menor rubor, que nunca renunciarán a sus
principios. ¿Conoce el público que sus principios son acceder al poder a como
dé lugar y no soltarlo nunca más? ¿Saben los ciudadanos que su ideología es
marxista y que su medio hasta ahora para acceder al poder fue la lucha armada y
el narcoterrorismo?
Hoy se impone una revisión
urgente del concepto de intervención militar o injerencia humanitaria y
democrática, se impone una responsabilidad de todos los países -y sobre todo
del gobierno de los Estados Unidos como principal potencia de la región-, con la
salvaguarda de la democracia, so pena de perder todos y en muy poco tiempo, las
libertades que sobreviven a duras penas. En las Américas se requiere de una
coalición capaz de contener las violaciones a la Carta Democrática, se necesita
una fuerza militar capaz de contener la violencia con la que se han impuesto y
se imponen los regímenes totalitarios.
Mientras no se establezca como
buena y válida la intervención militar para casos de probadas violaciones a la democracia,
con bases establecidas en un pacto continental, con leyes claras y un tribunal
internacional capaz de refrendar condenas vinculantes, estaremos cada día con
más frecuencia ante casos como los de Venezuela y Cuba, al que le seguirán al
hilo y si las cosas no cambian, Colombia y México. Entonces, muy poco nos
quedará como Hombres Libres en esta parte del mundo.
Ojalá que me equivoque y esta
toma de Venezuela programada para hoy 28 de julio conmine al oficialismo a
aceptar la realización del Referendo
Revocatorio y la eventual renuncia de Maduro con toda su cohorte.
Ojalá.
Andrés Manuel López Obrador pudiera convertir
sus palabras en hechos.
Timochenko pudiera convertir sus palabras en hechos.
[1] Cfr. Resolución 43/131 de la ONU [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/43/131&Lang=S
[2] Cfr. Resolución 45/100 de la ONU [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=%20A/RES/45/100&Lang=S
[3] Cfr. Debe de injerencia. [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://world-governance.org/index.php?q=/node/747
[4] Cfr. Deber de injerencia, en World Democratic Forum. [En línea], [Fecha de consulta 28 de julio de 2017] Disponible en: http://world-governance.org/index.php?q=/node/747
[5] Castro Ruz, Fidel. (1959). Pensamiento Político, Económico y Social de Fidel Castro. La Habana. Editorial Lex, p. 67.
[6] Carlos Marx escribió en su libro El 18 Brumario de Luis Napoleón Bonaparte: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa.”
[7] Esta es una de mis reservas contra Trump, quien trina y el mundo se estremece a su alrededor, él, como Castro, Maduro, Ortega y otros del socialismo del siglo XXI, decretan desde sus tribunas.